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Ana María Raad

El mundo millennial

jueves, 17 mayo 2018 - 12:11
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    Hemos escuchado hablar infinitamente de  los “millennials”, la generación que nació  entre el 1980 y 2000, quienes hoy representan  una fuerza laboral relevante, un “target”  de consumo gravitante para las marcas y un grupo  decisivo para las democracias futuras. Esta es la  primera generación que creció en la era digital, rodeados  de Internet, computadoras y videojuegos.  Son quienes dieron el salto significativo, pasando  de ser meros usuarios a activos productores y por  ello pueden incidir con más fuerza en la política,  economía y sociedad, al ritmo de un clic.
     
    Educados y criados en plena época en la cual el  valor por el “autoestima” y la necesidad de reconocer  las fortalezas personales, aparecen fuertemente.  Hacerlos sentir especiales, únicos e increíbles,  parece haber sido una receta común en la crianza  de estos jóvenes, así como protegerlos del fracaso.  No obstante, esto a su vez ha sido una escalada  hacia la expansión del narcisismo, rasgo que se  acrecienta en esta generación.
     
    Es interesante entonces, pensar cómo en medio  de una sociedad de masas, de máxima homogeneidad  dada por los medios y las imágenes que se repiten  infinitamente en la televisión (o en Youtube),  esta generación se caracteriza por la búsqueda de  sentidos, pero quizás (como indica M. Mafessoli en  su libro “El tiempo de las tribus”) no se trata de un  sentido racional, sino emocional. Aquí no hay razones  que aglutinan, sino sentimientos, emociones  que conectan y eso es un gran desafío si pensamos  en el trabajo, en la participación social, en el consumo  de esta generación, cuyo vínculo con el otro es  efímero y dura tanto como la inmediatez.
     
    Mucho se ha hablado sobre el efecto de los millennials  en el trabajo, sabemos que es una generación  que busca un mayor sentido de propósito y autonomía,  más allá que sólo un sueldo. Por lo tanto,  el desafío en las empresas no es técnico, o intentar  transmitir qué hacer, sino un desafío adaptativo,  es decir el “cómo” hacerlo, el por qué están abordando  tal o cual problema. Requieren liderazgos  que movilicen e inspiren, porque las relaciones  con superiores no tienen que ver con el poder o la  supremacía del cargo, sino con la conexión de sus  valores y los sentidos.
     
    A su vez, estas demandas de mayor sentido  y trascendencia se ajustan y son coherentes con  nuevas tendencias como el consumo responsable,  que busca contar con códigos éticos, inclusivos y  de mayor respeto con el medio ambiente, así como  nuevos espacios para competir e innovar, porque  estos “jóvenes-ciudadanos” se hacen escuchar también  a través de sus formas de consumo material o  simbólico.
     
    Mas allá del origen y evolución de este importante  grupo, lo Relevante, me parece a mí, es poder  estar atentos, al igual que con otras generaciones  a observar cuales de sus características se mantendrán  en el tiempo y de qué forma la sociedad  evoluciona con y por ellos y ellas, lo que implica  dejar de hacer una caricatura sobre esta generación  y abordarla desde su real dimensión y efecto. 

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