El concepto general es que, tras los días de caos y violencia, el gobierno terminó perdiendo y el liderazgo del presidente Moreno quedó reducido a la más mínima expresión. Para muchos, derogar el decreto de eliminación del subsidio, fue el signo del fracaso. Pero, no tenía otro camino.
Frente a la inusitada violencia, había que restaurar la paz y detener el golpe de Estado. La primera obligación del gobierno pasó a ser la de no caerse.
La conspiración venía del exterior para facilitar el retorno de Correa. Maduro y las FARC celebraron el levantamiento indígena y allí se incrustaron las células de signo guerrillero que empezaron a actuar despiadadamente.
La conspiración quedó al descubierto con el apoyo de los asambleístas que pidieron a gritos las elecciones anticipadas. El paro indígena tomó fuerza por el financiamiento conseguido y estas células se hicieron cargo del vandalismo. Consiguieron aplazar la audiencia del caso “sobornos 2012- 2016” y Correa no es enjuiciado todavía. Paralelamente, atacaron la Contraloría para anular con fuego, pruebas documentales de la corrupción. Todavía no sabemos qué pasará con el tema subsidios en el decreto sustitutivo, pero, está claro que esta crisis nos lleva a un país distinto mucho mas difícil de gobernar.
Las Fuerzas Armadas y la Policía, como responsables directos de la seguridad pública, tienen que reconocer sus errores. Hay que reforzar los equipos de Inteligencia para seguir los pasos de los conspiradores con criterio preventivo. El Gobierno, en general, deberá abrir los ojos a las nuevas realidades y actuar con menos ingenuidad.