Si estás leyendo esta columna eres muy afortunado, no porque sea escrita por esta servidora o porque la haya escrito para ti, sino porque has llegado aquí después de muchísimos eventos históricos, biológicos, sociológicos...
Han pasado tantas cosas en la historia del planeta y nosotros somos el fruto de un proceso larguísimo, de la relación de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros bisabuelos y de las generaciones que nos antecedieron. Además, esa micra de segundo en la cual fuiste concebido, ese preciso óvulo que fue fecundado por ese único espermatozoide hizo que comience tu vida. Un segundo antes o uno después, ya hubieses sido otra persona. Para una célula espermática, fecundar al óvulo implica una probabilidad de uno en 250 millones. ¿Te das cuenta entonces que realmente eres único?
Todo lo que ha sucedido en nuestra vida, desde nuestra concepción, es absolutamente sintonizado. Nada podría cambiar en nuestra historia puesto que eso quiere el universo para nosotros. Nuestras imperfecciones nos hacen perfectos. Nos cuesta mucho aceptar ciertos sucesos y eventos, nos cuesta interiorizar las pérdidas, sin embargo, el momento en que dejamos de preguntarnos “¿por qué?” y comenzamos a preguntarnos “¿para qué?”, podemos encontrar más sentido a lo vivido. La vida es compleja, es sumamente dura, pero también puede regalarnos muchos matices de alegría. Si comenzamos a ver nuestra vida desde la perspectiva de la fortuna de estar en este momento y en este lugar, podremos sacar aún más provecho de ella.
Ese mensaje quiero dejarte hoy: si estás aquí, eres muy afortunado. Deja de consumir tus energías con problemas pasajeros, abraza tu existencia y a tus antecesores, eres único y perfecto. Que tu paso por este planeta sea armónico, sabio y agradecido. Desde ya, te animo a verte como un átomo perfecto en este universo y a sacar lo mejor de tu existencia.