Desde los 18 años, Francis Henríquez buscó trabajo. Aunque él estudia Periodismo, al aplicar intentóba en cualquier área con vacantes: ventas, servicio al cliente, atención en almacenes o ser camarero en algún restaurante.
Si bien estos puestos de trabajo no solicitan un título universitario en específico, lo rechazaban porque no tenía experiencia previa o le ofrecían pagarle menos del salario básico que en ese momento (2017) era de 375 dólares.
Según datos del INEC, el ingreso laboral promedio de los jóvenes ecuatorianos hasta febrero de este año fue de 354 dólares. Un valor que se considera bajo teniendo en cuenta que el salario básico del trabajador en general son 450 dólares.
Durante la pandemia en el 2020, Francis se fue a Estados Unidos, pero volvió porque su mamá estaba sola en Ecuador. Siguió buscando trabajo pero no tuvo éxito. Fueron cuatro años en los que laboró de manera informal o estuvo desempleado.
Hoy, a sus 24 años, la situación es diferente. “Tuve la oportunidad de sacar la residencia italiana. Lo más impactante fue la diferencia de mentalidad. Mientras esperaba los papeles me ofrecieron capacitarme para ser bartender porque estaba desempleado y tenía entre 20 y 28 años. También hice estudios de barista, manipulador de alimentos y animador turístico italiano, que son áreas a las que me dedico ahora”, explica.
Aunque él encontró una solución a su situación de desempleo, hay quienes todavía esperan una oportunidad laboral. Yamil A. tiene 24 años y se graduó en Ingeniería Automotriz en septiembre del año pasado.
Desde ese momento aplicó a trabajos relacionados a su carrera pero no ha tenido suerte. Por ahora, sus padres lo ayudan con sus gastos pero está tan desesperado que juntos pagaron un programa de trabajo en otro país. Sí, la falta de apertura puede ocasionar que las personas opten por irse al extranjero y paguen para conseguir una vacante laboral.
Estos casos no son aislados. Medio millón de jóvenes en Ecuador entre 15 a 24 años están desempleados o en el subempleo.
Es decir, son personas que trabajan menos de la jornada laboral regular (40 horas semanales) o que perciben menos del salario mínimo por sus labores, pero que están disponibles y quieren trabajar más.
A esto se le añade que el mercado laboral actualmente tiene una oferta menor a la demanda. De hecho en ciertas actividades se redujeron los puestos de trabajo reemplazándolos con personal de una misma empresa.
Son más de las seis de la mañana y el olor a tortilla de verde recién salida de la estufa junto al café instantáneo, toman protagonismo en el comedor de la casa de Nicole Jácome. Ella tiene 30 años y antes de que salga el sol, se alista para ir a trabajar. Por lo general, no desayuna pero hoy es la excepción.
Para ella, cocinar no es una práctica cualquiera. Su amor por la gastronomía empezó con un brownie a los nueve años. “Me peleé con mis hermanos y quise cocinar. Me di cuenta que el brownie había quedado rico y el resto fue historia. Empecé con las recetas más sencillas, estudié en La Escuela de los Chefs cuando estaba en bachillerato y luego lo convertí en mi carrera con una tecnología en Gastronomía”, recuerda.
Actualmente es supervisora en Tipti, una plataforma digital de entrega de víveres y otros productos a domicilio. Ella se encarga de capacitar a los “shoppers” (compradores), coordinar el correcto despacho, recepción, ruta y pedidos de los clientes.
Antes de salir de su casa, se despide de sus padres y de sus mascotas, pero en especial de Nicolás, su perro más consentido. Esta dinámica se ha convertido en su rutina todas las mañanas, pero no siempre fue así. Antes de entrar a Tipti en marzo del 2020, estuvo desempleada por un año.
Su caso no es aislado. Según datos del INEC, las personas entre 25 a 34 años también se enfrentan a la inestabilidad laboral. Otro medio millón de los jóvenes en este segmento de edades no tiene empleo o está en una situación de subempleo.
No es una cifra menor porque las personas de 15 a 34 años que no tienen empleo o están en el subempleo representan el 12% de la Población Económicamente Activa.
Pero la escasez del mercado laboral no solo sucede en Ecuador. De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo, 73 millones de jóvenes no podrán encontrar un empleo en 2022 y desde la emergencia sanitaria, este grupo etario ha sufrido pérdidas de empleo mucho más altas que trabajadores con mayor edad, siendo las mujeres las más afectadas .
Eso es algo que Nicole comprobó. Además de ser chef, tiene experiencia como caja de banco. Y aunque en ese entonces aplicó en las dos áreas, y en un sinnúmero de empresas, no faltó quiénes la excluyeron por su género.
“Vivimos en una sociedad machista. Por ejemplo, cuando quería formar parte de hoteles o de empresas de catering, decían que no porque una mujer no puede levantar cosas pesadas”.
Gracias a un amigo de la universidad se enteró de Tipti y con ellos encontraron la estabilidad que tanto buscaba. Pero, ¿qué pasa con los jóvenes que no corren con esa misma suerte? Pueden terminar en un trabajo al que están sobre-calificados y quedar atrapados en una trayectoria laboral con informalidad y bajos salarios, de acuerdo a la OIT.
Aunque Josemaría Vázquez , del IDE, cree que en ocasiones la falta de oportunidades sucede porque los jóvenes buscan un trabajo relacionado con su propia carrera universitaria y cuando se trata de tecnificaciones, son más difíciles de alcanzar.
Por eso la recomendación es aplicar a trabajos sencillos para ir subiendo de a poco en la escala laboral.
Promover el trabajo decente y el crecimiento económico es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Aunque la poca oferta laboral para los más jóvenes es un problema, desde la pandemia globalmente se abrieron nuevas ventanas de oportunidad.
Sectores como tecnologías digitales o empleos relacionados con el cuidado del medio ambiente podrían generar más de 14 millones de nuevos trabajos en el mundo . Empleos a los que jóvenes ecuatorianos quizás no accedan porque el desempleo en Ecuador, en gran medida, no es solo un problema de oportunidades sino de preparación.