Las poblaciones de peces migradores de agua dulce, como la trucha, el salmón o el bagre del Amazonas, se han reducido un 76 por ciento a nivel mundial y un 93 por ciento en Europa en los últimos 50 años a consecuencia de la fragmentación de sus hábitats, la sobrepesca, el cambio climático y la contaminación.
Así se deduce del primer informe mundial sobre el estado de estas especies publicado por la World Fish Migration Foundation y la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL, por sus siglas en inglés), en el que han participado investigadores de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), WWF y The Nature Conservancy.
Los autores del estudio subrayan que estas especies son vitales para satisfacer las necesidades de seguridad alimentaria, dan sustento a millones de personas y desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento de ríos, lagos y humedales.
Para Arjan Berkhuysen, director general de World Fish Migration Foundation, estas cifras "son catastróficas y tendrán inmensas consecuencias para la humanidad y la naturaleza en todo el mundo", por lo que insta a "actuar antes de que estas especies clave se hayan perdido para siempre".
El informe apunta a que la degradación y la pérdida del hábitat es la principal causa del declive de los peces migradores de agua dulce, seguida de la pesca insostenible y las capturas accidentales y de los efectos de la crisis climática.
Los humedales están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques, señala el estudio, que incide en que las presas y otras barreras fluviales interrumpen los ciclos de vida de los peces migradores, incapaces de llegar a sus zonas de apareamiento o de alimentación.
Por otro lado, los cambios de temperatura desencadenan procesos biológicos en estas especies en un hábitat específico, como la reproducción, en períodos en que no existe mayor disponibilidad de alimento.
Stuart Orr, de WWF, incide en que "los peces migradores proporcionan alimento y medio de vida a millones de personas, pero esto rara vez se tiene en cuenta en las decisiones de los países", por lo que insta a "implementar un plan de recuperación de emergencia que revierta la pérdida de biodiversidad en beneficio de las personas y la naturaleza".
Según Jeffrey Parrish, de The Nature Conservancy, "los ríos son el tejido conectivo de nuestro planeta y los peces migradores son los indicadores de esta conectividad", por lo que urge a invertir en su protección y la restauración de sus hábitats.
Los autores del informe inciden en que todavía hay una oportunidad de cambiar la tendencia mediante la búsqueda de soluciones prácticas para la protección de estas especies y hacen un llamamiento a la comunidad internacional para reorientar la planificación fluvial con medidas de conservación e inversión en alternativas a las grandes infraestructuras hidráulicas.
Instan a tener en cuenta este "declive sin precedentes" en las decisiones políticas y a actuar "antes de que estas especies lleguen a un punto de no retorno".