Nuevas variantes, eficacia y tiempos de protección de las vacunas son temas que mantienen la atención por la posibilidad de requerir más refuerzos en la inmunización.
Tras el anuncio del Ministerio de Salud Pública de haber cumplido con la promesa de vacunar a nueve millones de ecuatorianos durante los primeros 100 días de gobierno del presidente Guillermo Lasso, hay una pregunta que está surgiendo entre la población: ¿Es necesario aplicar un refuerzo?
Antes de conocer esta respuesta, es importante hacer un repaso por el funcionamiento y eficacia de las vacunas. Actualmente en Ecuador, de todas las dosis aplicadas, un 60 por ciento corresponde a CoronaVac de la farmacéutica Sinovac.
De acuerdo a un informe actualizado de la Organización Mundial de la Salud hasta el cierre de este reportaje, en un gran ensayo de fase III realizado en Brasil, se observó que la administración de dos dosis de esta vacuna separadas por un intervalo de 14 días, protege en un 51 por ciento contra la infección sintomática.
Mientras que en la prevención del COVID-19 grave y en casos de hospitalización, la eficacia de la vacuna fue del 100 por ciento después de 14 días de haber administrado la segunda dosis.
En cuanto a la vacuna de Pfizer-BioNtech, fue la segunda más utilizada para inocular a los ecuatorianos: el porcentaje fue del 28,70 por ciento hasta finales de octubre. El Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos aseguró que la vacuna de este laboratorio, bajó su efectividad del 91 al 66 por ciento después de que la variante Delta se convirtiera en la dominante.
Finalmente, la tercera más utilizada en la población, fue AstraZeneca, que ha servido a casi el 11 por ciento de ecuatorianos vacunados hasta el momento. En cuanto a su eficacia, un estudio de la Universidad de Oxford ha demostrado que la protección que brinda esta vacuna es la más estable. Después de tres meses de haber recibido las dos dosis, la inmunidad solo baja en seis por ciento.
Sin embargo, Daniel Simancas, director del Centro de Investigación en Salud Pública y Epidemiología Clínica, considera que en general hay información poco precisa y que no hay una relación directa que entre más anticuerpos se tenga, va a haber mayor protección ante la infección.
“Lo que se conoce en la actualidad, es que a partir de los seis meses, los anticuerpos empiezan abajar y no se sabe si en estas condiciones nuestro organismo va a lograr producir rápidamente más defensas para luchar adecuadamente contra el virus en tiempo óptimo”, explica el especialista.
Además asegura que más que hablar de la necesidad de una tercera dosis en la población general, es urgente resaltar la prioridad de tener procesos de vacunación con esquemas completos. Es decir, que primero se debe vacunar al menos al 90 por ciento de la población.
Bajo esta misma línea, Andrés Ojeda, médico especialista en Terapia Intensiva, cree que la estrategia más adecuada para países como Ecuador, no es vacunar conterceras dosis a los que ya tienen las dos, si no en hacer que los que no se han vacunado en absoluto, lo hagan.
No obstante, ambos consideran que en el caso de los pacientes “inmunodeprimidos”, la situación es distinta. “Ellos no responden de la misma manera que un individuo en perfectas condiciones para generar células de defensa contra el virus”. Es decir, que se requiere de un refuerzo inmediato para colocar terceras dosis en estos pacientes.
LISTA DE PRIORIDADES
Luego de la nueva ola de pandemia que viene atravesando Estados Unidos desde el mes de agosto, la Administración de Comida y Medicina del país (FDA, por sus siglas en inglés), determinó que los grupos vulnerables corren el riesgo de enfermarse gravemente. Por eso, la institución autorizó para que estos pacientes puedan beneficiarse de una tercera dosis de las vacunas de Pfizer-BioNTech o Moderna.
Los pacientes con cáncer que tienen quimioterapia activa, personas con VIH que no han tenido un tratamiento o estén en etapa avanzada, los que están en estado C3 (síndrome de inmunodeficiencia), postrasplantados renales y pacientes con insuficiencia renal que estén en diálisis, son los recomendados para recibirlas. De esa manera aumentarán su capacidad de defensa y esperarían a las nuevas variantes con la“memoria fresca”.
Rafael Caputi, jefe del Servicio de Infectología de Solca, detalla que las vacunas son muy importantes para estas personas, porque en el caso de ellos, de todos los pacientes que han sido vacunados, muy pocos han sufrido de COVID grave y requerido hospitalización.
Otro punto a considerar es que el virus no va a desaparecer, será endémico. Hay que prepararse para inocularse periódicamente y seguir con las medidas de prevención que incluye el testeo masivo, la detección temprana, el aislamiento y el uso de mascarilla.
El especialista Simancas recalca que se ha cumplido una meta política mas no epidemiológica. “Debemos evitar caer en la trampa de la normalidad. Se debe minimizar el posible impacto que puede tener la variante Delta especialmente en jóvenes y niños que ahora tienen mayor riesgo de exposición por las clases presenciales y por no disponer de una vacuna hasta el momento”.