Por amor al fútbol, Dennis Logroño pagó una de las costosas entradas a la final única de la Copa Libertadores. A cambio, recibió su compra más una de regalo. Aunque generoso, el gesto esconde una realidad: el desinterés por el partido en Guayaquil.
El sicólogo de 27 años es uno de los pocos privilegiados que verá desde las gradas el duelo brasileño entre Flamengo y Athletico Paranaense, programado para el sábado en el principal puerto de Ecuador.
Días después de comprar los boletos, un correo electrónico lo sacudió: la organización había decidido regalarle el doble de entradas como "cortesía".
"Básicamente se convirtió en un '2x1'", dice Logroño, uno de los fanáticos que compartió con la AFP el inusual mensaje.
Lo recibió con extrañeza y duda. En otrora, la entradas para un partido de esta categoría eran rapadas.
Pero, a falta de cifras oficiales, el portal goal.com reveló a inicios de semana que apenas 11.000 de las casi 60.000 entradas (el 18%) del Estadio Monumental habían sido vendidas.
En un esfuerzo por llenar de almas las tribunas, la Conmebol también anunció que los socios del Barcelona Sporting Club, que juega como local en ese escenario, podrían adquirir tiquetes con hasta el 65% de descuento.
Desde 2019, las finales de Copa Libertadores y Copa Sudamericana se juegan a un único partido en sede neutra, a riesgo de tener flojas asistencias en ciudades ajenas a los equipos que las disputan.
En Guayaquil, Logroño se sabe un favorecido. Para la mayoría de ecuatorianos, donde el sueldo básico es de 425 dólares, los boletos de $ 142 o $ 245 resultan impagables.
Es "la ciudad más futbolera de Ecuador, pero los altos costos, han hecho que la gente no asista" o se interese por el partido, afirma.
"Prioridades"
En un malecón sobre el río Guayas, uno de los centros de encuentro de las "torcidas" brasileñas en Guayaquil, los turistas se mezclan con seguidores del Barcelona, el club mas icónico de la ciudad de 2,8 millones de habitantes.
Katherine Muñoz descartó ir al Monumental el sábado como lo hace cada vez que juega el "Ídolo de América", por los costos elevados. "No a todos se nos hace fácil pagar una entregada para este evento", dice.
"Hay otras prioridades", profundiza: por ejemplo para ella, el boleto más barato para la final equivale a la mitad de lo que paga mensualmente en la universidad, donde a sus 21 años estudia sicología.
Por ahora se conforma con tomarse una foto junto a una réplica a gran escala del trofeo de la Libertadores.
Un componente adicional pone a los fanáticos barcelonistas a decidir entre el corazón y la Libertadores: el fin de semana siguiente, su equipo jugará la final de la liga ecuatoriana ante Aucas.
Por lo general, la balanza se inclina hacia la primera opción. Muñoz lo tiene claro: prefiere acompañar a su equipo en la búsqueda de su decimoséptimo título. Para la final del torneo doméstico, las entradas van desde los 25 dólares.
En alerta
Antes del desencanto con las entradas, Guayaquil estuvo en duda como sede del partido cumbre del torneo de clubes más importante de América.
El narcotráfico permeó este puerto hasta convertirlo este año en uno de los epicentros del la violencia de la región por la disputa entre bandas al servicio de los carteles.
Especialmente en las cárceles, fortín de las organizaciones ilegales, los homicidios se dispararon en 2022. Van 1.200, 60% más que en el mismo periodo de 2021. El fin de semana previo a la final, la ciudad registró 21 asesinatos, cometidos en su mayoría por sicarios.
Las autoridades, que catalogaron el partido como el "evento deportivo más grande que haya organizado" Ecuador "en los últimos tiempos", dispusieron de 10.000 policías y 500 miembros de la Fuerzas Armadas.
También de 736 cámaras de vigilancia ubicadas en las calles y alrededores del estadio, anclado en uno de los suburbios aquejados por la mafia en la capital económica del Ecuador.