Por ahora, la tecnología tiene tres flancos débiles: los ojos, labios y las páginas especializadas para detectar sus otras inconsistencias menos perceptibles.
El constante avance de las herramientas basadas en inteligencia artificial (IA) ha brindado a los ciberdelincuentes una oportunidad para mejorar sus ataques mediante la fabricación de imágenes y vídeos, aumentando el impacto de sus chantajes y extorsión.