La población de leones disminuye en el mundo. En el futuro, el felino podría solo existir en reservas controladas por el hombre.
En julio de 2015, Cecil, el león más grande e icónico de Zimbabue (África) fue asesinado por un cazador aficionado que había pagado 45 mil dólares por el derecho de matarlo en un safari. Después de herir al felino con una flecha y de perseguirlo durante dos días para rematarlo con un rifle, narra National Geographic, el cazador, un turista americano llamado Walter Palmer, degolló a Cecil –de 13 años– y lo decapitó para quedarse con su cabeza como trofeo. Aunque la legalidad del acto fue cuestionada, y Palmer fue condenado a lo largo y ancho de Internet, las autoridades de Zimbabue determinaron que sus permisos estaban “en regla” cuando mató al mamífero, por lo que no fue imputado y actualmente es libre de volver al país como turista.
La población de leones en el mundo se ha reducido
aproximadamente un 43% en los últimos 21 años.
La muerte de Cecil reavivó las discusiones sobre el futuro del león, una especia catalogada como “vulnerable” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Según esta clasificación, que ha evaluado el estado de conservación de especies a escala global desde hace 50 años, la población de leones se ha reducido aproximadamente un 43 por ciento en los últimos 21 años. Sus datos estiman que, en la actualidad, existen entre 23 mil y 39 mil leones en edad de madurez (cerca de los tres años) en el mundo, pero continuamente los números siguen reduciéndose debido a amenazas como la matanza indiscriminada por parte de los humanos o el agotamiento de presas en su hábitat natural.
Uno de los estudios más pesimistas publicados hasta la fecha pronostica que sin un esfuerzo de conservación mayor, en los próximos 20 años las poblaciones de leones disminuirán en un 50 por ciento en África Occidental y África Central. El análisis, publicado en PNAS, la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, no habla de una extinción del león en el corto plazo, pero sí advierte que el depredador podría desaparecer de la mayor parte de su área de distribución original. Estas predicciones estiman que, si hay un cambio importante, las reservas vigiladas y cercadas de África del Sur serán los espacios más exitosos para la conservación del depredador. Las míticas sabanas, entonces, habrán perdido a su rey. Y el león pasará de monarca a ser una especie de animal de granja.
ESPERANZA ENCERRADA
El único espacio donde las poblaciones de leones no están disminuyendo es en el sur de África, según los resultados del estudio firmado por autores de universidades de Europa y Estados Unidos. Los esfuerzos de con servación están siendo exitosos en esta zona, que agrupa a países como Botsuana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabue, donde Cecil fue asesinado. El informe señala que esta preservación se debe, en parte, a la proliferación de leones reintroducidos en pequeñas reservas, financiadas, cercadas e intensamente administradas por humanos.
Pese a que estos espacios dan esperanza a la supervivencia de la especie, los científicos advierten que si los presupuestos para la gestión de tierras salvajes no pueden seguir el ritmo de las crecientes amenazas, la presencia de leones podría verse confinada a las reservas. Relegado a estas tierras delimitadas por humanos, el felino dejaría de ser la especie emblemática del continente, que alguna vez dominó naturalmente la vastedad de las tierras africanas. Las poblaciones administradas de África del Sur serían un “pobre sustituto” para las poblaciones vagando libremente en las emblemáticas sabanas de África Oriental, dice Paul Funston, uno de los autores del estudio publicado en PNAS.
En terrenos cercados y administrados rigurosamente, los leones son gestionados más como animales de granja que como los súperdepredadores que son, explicó a diario El País de España, Kristin Nowell, responsable de catalogar el estado vulnerable del león en la Lista Roja. Dentro de las reservas, comentó la académica en esa entrevista, los felinos reciben alimentación suplementaria a través de la liberación de presas intencionalmente; además, se los cría controladamente para evitar la superpoblación y la endogamia. En estos lugares, concluyó Nowell, los procesos ecológicos naturales no son los dominantes.
¿CAZAR PARA CONSERVAR?
Las reservas del sur de África, donde las poblaciones de felinos son controladas efectivamente, están íntimamente ligadas al turismo. Animales como Cecil atraen visitantes, tanto para admirarlos como para cazarlos por deporte. En más de 20 territorios africanos, cumpliendo requisitos que varían de país en país pero que siempre incluyen desembolsar grandes sumas de dinero, la cacería de leones africanos todavía es legal. El asesinato de Cecil en Zimbabue no entra en esta categoría, según reporta la BBC, porque el felino fue atraído con una carnada para que saliera de una zona protegida.
Las poblaciones de leones en entornos cercados serían un pobre sustituto
para las que vagan libremente. Por eso se reclaman esfuerzos de
conservación mayores en los ecosistemas naturales.
Cuando es legal, la cacería de leones genera ingresos que financian esfuerzos de conservación. Según un artículo de The New York Times, algunos expertos sostienen que una forma de salvar a los leones africanos de la extinción paradójicamente es cazándolos. Hace dos años, el ministro de Recursos Naturales y Turismo de Tanzania, Alexander Songorwa, escribió en el mismo diario estadounidense que los “millones de dólares que los cazadores gastan para ir todos los años de safari ayudan a financiar las reservas de vida silvestre, el manejo de áreas naturales y los esfuerzos de conservación”. Coincidiendo con esta opinión, Pohamba Shifeta, ministro de Ambiente y Turismo de Namibia, declaró a la agencia de prensa de su país que si la caza por trofeos se prohíbe, esto podría significar “el fin de la conservación en Namibia”.
OPINIONES DIVIDIDAS
Grupos de defensa de derechos de los animales dicen que es simplemente antiético matar animales en nombre de la conservación. Además es poco rentable, aseguró en National Geographic, Bryan Orford, guía profesional de vida salvaje. En el caso de Cecil, por ejemplo, Orford mencionó que el león era la principal atracción turística de la zona, capaz de atraer a turistas que –en grupo– pagaban unos 9.800 dólares al día para verlo. Con Cecil vivo y deslumbrando a sus fans, en solo cinco días Zimbabue habría ganado más de los 45 mil dólares que costó el permiso para que alguien lo matara.
Más allá del aspecto financiero, la cacería también tiene consecuencias en el ecosistema de los felinos. Andrew Loveridge, de la Universidad de Oxford, investigó durante cinco años los efectos de la caza deportiva de leones en África en áreas protegidas. Su estudio determinó que, entre otros aspectos, la eliminación de leones machos maduros planteaba riesgos para los cachorros de sus manadas. Esto se debe a que los nuevos machos que ingresaban a tomar el lugar de los asesinados mataban a sus crías para que las hembras de la manada pudieran engendrar a su propia descendencia.
Las opiniones sobre la caza por deporte de animales como el león están altamente polarizadas, reconoce Peter Lindsay, de la Universidad de Pretoria (Sudáfrica), en un artículo académico publicado en la revista científica online PLOS One. En su análisis, publicado en 2013, explica que la caza legal tiene el potencial de impactar positiva o negativamente a la población de leones. Para que el impacto sea positivo, concluye Lindsay, se necesitan intervenciones claves, incluyendo controles como la implementación de restricciones en la edad de los animales a cazar (no menores de seis años, cuando ya han tenido la oportunidad de reproducirse), monitoreos más rigurosos y cuotas de cazas permitidas que se adapten a las circunstancias. Las reformas son necesarias, dice, para asegurar la sustentabilidad de la especie, mientras se mantienen los beneficios económicos asociados con la práctica.