Por Alejandro Pérez y Bastian Kaiser
Lo que hasta hace unos años era la cuenca del río Tundayme, en una zona casi remota de la provincia de Zamora Chinchipe, ahora es una gigantesca presa de desechos mineros que produce el proyecto cuprífero Mirador desde hace cuatro años y que seguirá sacando y procesando material por otros 26 años. Es decir, esa presa, más conocida como relavera en leguaje minero, seguirá creciendo hasta posiblemente alcanzar los 320 metros de altura, lo que la convertiría en la más grande del mundo. Ambientalistas y consultores afirman que las características del diseño y las condiciones geográficas pronostican un desastre ambiental, pero los ingenieros de EcuaCorriente confían en sus diseños e incluso dicen que, mientras más alta se hace la presa, se genera más estabilidad.
Tundayme es un pequeño pueblo que en los últimos años ha crecido gracias al proyecto Mirador, que empezó a sacar cobre en 2019 y llevarlo a refinerías en China. Unos 600 kilómetros separan Quito, la capital del Ecuador, de Tundayme, provincia de Zamora Chinchipe, al extremo sur del país, lo que significa casi medio día de viaje en auto. En el pueblo ha crecido el comercio, sus calles están asfaltadas e, incluso, hay hoteles. Pero su economía gira en torno a la mina que está del otro lado del río Quimi: el proyecto Mirador, que ocupa 1.400 hectáreas en plena Cordillera del Cóndor, una zona de la Amazonía ecuatoriana de alta biodiversidad.
En el proyecto hay un sinnúmero de edificaciones del campamento minero y sus oficinas; por allí transitan decenas de obreros chinos y ecuatorianos con sus chalecos y casos. Hay una infraestructura con unos enormes molinos, que es la planta donde se procesan las rocas para extraer el concentrado de cobre. Hay un hueco en una montaña a lo que llaman el “tajo de la mina” que, mientras más material sacan, más grande y profundo se hace; desde arriba del tajo, las volquetas parecen hormigas.
Hay también una “pequeña” relavera junto al río Quimi, que se levanta a nivel de la carretera asfaltada que conduce a la entrada del proyecto minero y tiene las paredes en forma de una pirámide; alberga 11 millones de metros cúbicos de desechos mineros. Y hay una enorme relavera que está en construcción sobre lo que fue el cauce del río Tundayme, que albergará 370 millones de metros cúbicos. Es una cifra a todas luces imposible de imaginar, pero a eso se le llama minería a gran escala. Literalmente, se trata de excavar una montaña, procesar el material del cual solo el dos por ciento sirve, y el resto depositarlo en las relaveras. Mirador es uno de los cinco proyectos emblemáticos que impulsó el gobierno de expresidente Rafael Correa desde la década del 2010 para el desarrollo de la industria minera en Ecuador.
Las críticas radican en lo que pueda pasar con las relaveras y los ríos. El Quimi y el Tundayme son tributarios del río Zamora, que atraviesa toda la provincia y es fuente de agua y pesca para muchas poblaciones. El Zamora, a su vez, es tributario del Santiago y luego va el Marañón, que atraviesa Perú, y el gran Amazonas, que lleva las aguas al Atlántico. Desde hace varios años organizaciones ambientales, temen el colapso de las dos presas, sobre todo de la relavera Tundayme, que es la más grande. Este temor creció a partir del desastre de Brumadinho en la región minera de Minas Gerais, en Brasil, en 2019, donde una relavera se derrumbó y derramó miles de metros cúbicos de agua y barro tóxico. La tragedia dejó 250 muertos y 20 desaparecidos.
En ese entonces, la relavera Tundayme estaba en construcción. EcuaCorriente, la empresa ecuatoriana de capitales chinos a cargo del proyecto, dice que no hay de qué preocuparse, porque su relavera cumple con todos los estándares mundiales y permisos de las autoridades ecuatorianas, a diferencia de la presa de Brumadinho que estaba construida con el método aguas abajo, el peor de todos, que está prohibido en la mayoría de países, incluido Ecuador. Entonces, ¿todo estará bien?
Cuando el río suena...
Luis Sánchez se abre paso entre las cañas y los helechos que han crecido en esta parte de la Cordillera del Cóndor, en la ladera oriental de la cuenca del río Tundayme, desde donde se ve la relavera. En medio de un arbusto se detiene y dibuja con las manos los contornos de algo que solo existe en su memoria. “Una casa de madera con todas las cosas para vivir”, dice. El 16 diciembre de 2015, Sánchez y sus vecinos fueron expulsados para dar paso al proyecto Mirador. Tanto la empresa como el Estado aseguraron que los desalojos se hicieron en respeto a la ley. Pero Sánchez dice que llegaron y destruyeron todo sin contemplación. Hoy, en el lugar donde estaba su hogar, hay un letrero de color marrón rojizo con letras blancas: “Propiedad en servidumbre minera a favor de EcuaCorriente S.A.”
Detrás del verde follaje, pocos metros cuesta abajo, la relavera Tundayme se llena gradualmente con los residuos fangosos del proyecto Mirador. Cuando la mina haya cumplido su vida útil, es decir, en 2050, allí se erigirá uno de los mayores depósitos de relaves del mundo, con una altura que podría alcanzar los 320 metros. De hecho, el lugar donde estaba la casa de Sánchez, con el tiempo quedará bajo los desechos mineros.
Según el portal Global Tailings, que reúne la información de todas las relaveras del mundo, de las más de 2.000 que tiene registradas, solo 10 superan los 200 metros de altura y no existe registro de alguna de más de 300. Tundayme sería la primera, lo que quizá nos dé un récord Guinness. Hasta ahora la más alta es Cerro Verde, en Perú, con 265 metros y construida en 2015. Las relaveras de Mirador aún no aparecen en Global Tailings.
Y esto es lo que teme Luis Sánchez: que todo ese lodo que se está acumulando se desparrame y se lleve consigo el pueblo de Tundayme, y otros poblados, además de contaminar los ríos Tundayme, Quimi y Zamora. "Da bastante pena", dice Sánchez. El hombre de 49 años es presidente de la Comunidad Amazónica de Acción Social Cordillera del Cóndor Mirador (Cascomi). Su vida la ha encausado a la lucha contra el proyecto Mirador. Asegura que ha recibido amenazas. Tiene el pelo largo y gris oscuro recogido en un moño. Lleva una bolsa de tela marrón y beige cruzada sobre el hombro. Se considera cañari-kichwa. Sus abuelos llegaron a la Cordillera del Cóndor, como la mayoría de las familias indígenas que ahora viven en Tundayme, desde la provincia de Azuay a mediados del siglo XX.
Es justamente Sánchez quien ha trabajado de cerca con el geógrafo americano Steven Emerman, contratado por la consultora E-Teach International que, en un estudio advierte sobre el posible colapso de las relaveras de Mirador. “Mi evaluación, basada en la trayectoria actual, es que el fallo de estas represas de relaves es inevitable", dijo Emerman en una presentación que dio a la prensa en Quito y luego en un recorrido que hizo por la Amazonía, patrocinado por las organizaciones ambientalistas Acción Ecológica y Latinoamérica Sustentable.
Según el científico, “Mirador es el peor escenario para una presa de relaves”, por los siguientes factores físicos: alta sismicidad, alta precipitación (lluvias), topografía empinada y valles estrechos deslizamientos de tierra frecuentes, entre otros términos muy técnicos. También asegura que la presa no estaría construida con el método aguas arriba, que es el más seguro, ya que EcuaCorriente no ha hecho públicos los diseños. EcuaCorriente “rechaza enérgicamente las falsas afirmaciones carentes de fundamento técnico expresadas por dichos autodenominados científicos, que lo único que buscan es detener el avance de la industria minera en el país”, reaccionó la empresa en un comunicado.
Mirador desde adentro
En la ladera oriental de la relavera, frente a donde estaba la casa de Luis Sánchez, los técnicos de Mirador explican los milagros de la ingeniería a un grupo de periodistas para demostrar que todo está bajo control, días después de la presentación de Emerman. Orgullos, empleados chinos y ecuatorianos, en mandarín y español, describen todo el proceso de construcción de la relavera. No se guardan nada y sacan todo su arsenal técnico: hablan de batimetría, inclinómetros, piezómetros, acelerómetros... ¿Y el río Tundayme? Dicen que está bien, que para construir la relavera encima, hicieron un túnel por debajo de la montaña para desviarlo y conducirlo a una desembocadura más abajo, para que así sus aguas no se contaminen con los desechos acumulados en la relavera.
Desde lo alto de la ladera que sirve como una de las paredes de la relavera Tundayme se puede ver la maquinaria acarreando el material. Parte de la roca procesada y desechada en Mirador sirve para seguir erigiendo el dique. El resto va al hueco que se forma entre las laderas de la cuenca del Tundayme y la presa que, hasta noviembre este año, ya tiene una altura de 118 metros, informa César Vásquez, gerente del departamento de Gestión de Depósito de Relave en Mirador.
¿Y si hay un terremoto? Que no hay peligro dicen los técnicos porque el dique aguantaría hasta un sismo de más de 8 grados en la escala de Richter, pero que en la Amazonía Sur de Ecuador es muy improbable un suceso así. Tres estudios sísmicos les habrían afirmado que solo puede haber temblores de máximo 7,5°. Y para las torrenciales lluvias y deslizamientos de tierra también hay estudios y respuestas, según EcuaCorriente.
Más tarde la empresa reúne a los jefes de departamento en una sala de conferencias para explicar las bondades de la minería a los periodistas. Dicen que el proyecto da trabajo directo a 3.910 personas y otras miles se benefician indirectamente, la mayoría de la zona. Que ahora la minería es el cuarto producto de exportación del Ecuador y genera millones de dólares en impuestos...
Pero lo más importante para los técnicos es que quede claro que la relavera Tundayme está construida con el método aguas abajo, que es el más seguro. En minería existen tres tipos: el primero es “aguas arriba”, cuando los cimientos de la presa se construyen encima de los desechos, lo que provoca que sea poco resistente. Es lo que sucedió en Brasil en 2019. El más confiable es el que se construye “aguas abajo”, colocando todos los cimientos a nivel de la base, lo que hace que la presa sea más ancha y resistente. Y el de eje central que es un intermedio entre aguas arriba y abajo, explican los técnicos. Obviamente, las diferencias radican en el costo. Aguas arriba es lo más barato y es un método que no está permitido por la legislación ecuatoriana.
Al ser consultados sobre la negativa de hacer públicos los diseños de las relaveras, que es una de las críticas de Emerman y las organizaciones ambientalistas, Andrés Vásquez Ponce, uno de los subgerentes, dijo que los estudios fueron entregados y aprobados por las autoridades de control, Ministerio de Ambiente y Ministerio de Energía, pero hay algunas cláusulas de confidencialidad que permiten mantenerlos en reserva. Dice que no tendrían problema en divulgarlos, pero no saben qué usos les puedan dar los grupos que se oponen al proyecto Mirador.
Sin embargo, una de las revelaciones que hicieron es que la relavera podría ser más alta de lo que se planeó. En principio, la relavera Tundayme fue diseñada con una altura de 260 metros y así fue aprobada por el Ministerio de Ambiente en 2019. Pero, ahora EcuaCorriente analiza la posibilidad de aumentar unos 60 metros más, conforme vaya creciendo la producción de la mina, ya que en los próximos años Mirador empezará a excavar una segunda montaña.
Con 320 metros de altura, Tundayme se convertiría en la presa de desechos mineros más grande del mundo. La alternativa sería construir una tercera relavera, pero es la opción menos probable. Según los estudios, dicen los gerentes de la empresa, a medida que se eleva la altura de la relavera, se fortalece su resistencia, lo que la vuelve más segura. “Se hace más segura porque el cuerpo de la presa se hace mucho más robusto y el embalse tiene mayor capacidad de soportar precipitaciones máximas probables. Todo eso gana en factores de seguridad de una presa. No necesariamente el hecho de que la presa sea grande la vuelve insegura. En este caso se vuelve más segura”.
El gran dilema
Poco menos de media hora tardaría el lodo en llegar al pueblo de Tundayme, en caso de que se rompiera la presa, según un estudio denominado “Simulación de la Falla Potencial de las presas de Relave del Proyecto Mirador con el Modelo FLO-2D”, de Karen O’Brien y Noemi González, que acompañaron al geólogo Emerman en su presentación. González dice que la empresa y el Estado deben tener un plan de evacuación que debe ser comunicado a los pobladores, sea cual sea el escenario.
Los gerentes de EcuaCorriente son cautos en no señalar nadie, pero desestiman todos los estudios críticos con el proyecto. Confían en que los 15 millones de dólares que la empresa ha invertido en contratos de estudios para ingeniería, sondajes geotécnicos, ensayos de laboratorio de mecánica de suelos y líneas geofísicas para sus relaveras, han sido suficientes para prevenir cualquier catástrofe. Además, dicen que monitorean la relavera constantemente. En total, según el Ministerio de Finanzas y el Banco Central, EcuaCorriente invertirá más de 2.000 millones de dólares en Mirador.
Quizá solo el tiempo y más estudios puedan determinar si hay un riesgo inminente o la ingeniería de Mirador es a prueba de todo. De un lado está Luis Sánchez, quien dice que seguirá luchando y haciendo conocer los estudios al resto de comunidades que pueden verse afectadas, por la contaminación de los ríos en caso de un fallo de la presa. De otro lado, Marco Segovia, un empleado de EcuaCorriente y morador de Tundayme dice que no hay de qué preocuparse; confía en los ingenieros y los permisos que dio el Estado para construir las relaveras. Mientras tanto, la mina sigue produciendo 60 mil toneladas por día y la relavera sigue creciendo.