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Nueva era en la Asamblea: ¿Consensos o retorno a coaliciones fantasmas?

miércoles, 10 marzo 2021 - 08:19
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Durante una década, el correísmo dominó la Asamblea. Ahora hay cinco minorías y ninguna podrá avanzar sin acuerdos entre ellas. Un desafío para una clase política acostumbrada a las coaliciones fantasmas. La presidencia del Legislativo se disputará entre el correísmo, la ID, Pachakutik y la alianza CREO-PSC.
En 2007, Rafael Correa llegó al poder con la consigna de una Constituyente. Por eso no puso candidatos al Congreso. Luego de conversaciones bajo la mesa y una jugada maestra, logró que el Supremo Electoral, con el voto del roldosismo, destituyera a 57 diputados opositores, que fueron reemplazados por sus suplentes, en lo que se llamó “el Congreso de los manteles”. Correa negó el pacto, pero Abdalá Bucaram, quien buscaba su amnistía con este acuerdo, lo ratificó.
Así, la Revolución Ciudadana dominó la Asamblea Constituyente casi sin despeinarse y obtuvo mayoría en los tres períodos legislativos: 2009, 2013 y 2017.
Cuando el bloque de 74 asambleístas de la Revolución Ciudadana se partió en 2018, tras la ruptura entre Lenín Moreno y Correa, la Asamblea volvió a la dinámica de minorías. Pero eso ha significado el desprestigio del actual Legislativo que termina con menos del cinco por ciento de aprobación, luego de las denuncias sobre el reparto de hospitales que deja un legislador preso y varios investigados, más otros destituidos por cobro de diezmos.
La dinámica de la nueva Asamblea que sesionará desde el 14 de mayo operará con cinco bloques minoritarios obligados a llegar a consensos. De 137 legisladores, se necesitan 70 votos para aprobar leyes y 91 en juicios políticos. Y nadie tiene esos números. Luego de la campaña en la que los partidos muestran sus “inclaudicables” posturas y juran que sus principios les impiden aliarse con tal o cual candidato, en la Asamblea se verá esa “firmeza”.
Los ojos en la segunda vuelta
Sin lugar a dudas Pachakutik, que logró 26 curules, será la manzana de la discordia. De llegar Andrés Arauz a Carondelet, no podrá hacer efectivo su plan de gobierno si sus 51 asambleístas no logran una alianza. Por afinidad ideológica, buscará al movimiento indígena, que parece no serle ajeno después de que Yaku Pérez juró jamás apoyar a Guillermo Lasso. Con Pachakutik y varios de los 13 asambleístas de partidos locales y pequeños, el correísmo se aseguraría una mayoría que le permitiría la gobernabilidad.
“La Asamblea no tiene iniciativa en materia económica. Toda legislación o reformas tributarias y el presupuesto vienen del Ejecutivo”, explica Libia Rivas, experta en temas parlamentarios y exsecretaria de la Asamblea. Por eso, serán los asuntos económicos los que definan una mayoría. Si Lasso alcanza el poder será más complejo. La bancada de CREO, con sus 12 curules, requerirá reafirmar su alianza con el PSC y buscar el apoyo de la Izquierda Democrática, Pachakutik y varios partidos pequeños. Sin el movimiento indígena, la gobernabilidad sería inviable.
Puede haber otro escenario: la disolución de la Asamblea y el Ejecutivo, justificada en el bloqueo entre los dos poderes, para dar paso a una nueva elección. “La política ecuatoriana se define por apostarle al fracaso del gobierno. Ser oposición para sumar puntos con miras a las siguientes elecciones.
Si hay acuerdos, por lo general son en negativo: para oponer se a tal gobierno o iniciativa”, dice el politólogo Simón Pachano. A falta de consensos, la muerte cruzada podría ser una opción a la vuelta de la esquina.
Regreso al pasado
¿Por qué es tan difícil encontrar mínimos acuerdos para tener un proyecto de país? La disputa entre Ejecutivo y Legislativo está presente desde el regreso a la democracia. Siempre hubo acuerdos de gobernabilidad, pero los partidos se esfuerzan por proyectar una imagen de “castidad política”. Un ejemplo es cuando el presidente Rodrigo Borja ofreció a la Democracia Popular puestos ministeriales para formalizar una alianza política, oferta que provocó el rechazo de sus líderes, como Osvaldo Hurtado, que consideraron un “error histórico”.
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En adelante, surgen lo que el politólogo Andrés Mejía denominó “coaliciones fantasmas”, acuerdos que hacían las bancadas bajo la mesa, pero que negaban ante los medios de comunicación para proyectarse como oposición. Por ejemplo, el acuerdo entre el gobierno de Sixto Durán-Ballén y los socialcristianos, que permitió las reformas económicas dentro del Congreso. Casi tres años después estalló el escándalo: la oposición denunció que el gobierno intentó repartir asignaciones presupuestarias y gastos reservados, y el gobierno arguyó que eran los diputados quienes extorsionaban a cambio de prebendas.
Estos acuerdos permitieron gobernabilidad o respiros en la confrontación, pero siempre terminaron mal. Otros casos: Jamil Mahuad con la alianza que se denominó como “la aplanadora”; con Lucio Gutiérrez para cambiar la Corte Suprema y montar la “Pichi Corte”, hasta con Correa cuando instauró el Congreso de los manteles para dar paso a la Constituyente, y el reparto de hospitales en la actual Asamblea.
El problema, según Mejía, es que esto ha minado la confianza en los partidos políticos y el Legislativo, cuando podrían ser acuerdos públicos y transparentes de apoyo al gobierno en ciertos temas, como ocurre en las democracias europeas. Libia Rivas piensa que la clase política llegará a acuerdos por convicción y porque hay temas en los que no pueden disentir, como la vacunación que requería de unidad nacional. Simón Pachano es menos optimista, pero confía que una Asamblea renovada puede marcar la diferencia. Los líderes de las bancadas dicen que trabajarán con acuerdos, pe ro son cautos en revelar sus cartas. Un asambleísta que prefirió el anonimato confió a Vistazo que ya hubo un primer acuerdo para una mayoría con la consigna de que Salvador Quishpe ocupe la presidencia del Parlamento. Sin embargo, todo volvió a cero luego de las discrepancias entre Yaku Pérez y Guillermo Lasso.
La primera sesión será presidida por Pierina Correa, junto a Salvador Quishpe y Wilma Andrade, que son los tres legisladores que mayor votación alcanzaron. Aunque cualquier asambleísta puede ser el presidente, lo más seguro es que se defina entre estas tres opciones. La alianza CREO-PSC tampoco descarta postular a uno de sus miembros, pero todo dependerá de quién gane la segunda vuelta.

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