La historia de Timo: el oso andino rescatado de una colección privada que no volverá a su hábitat
‘Timo’, el nuevo ‘inquilino’ del Zoológico de Quito.
Este oso andino (Tremarctos ornatus) fue sacado de su hábitat natural desde pequeño por personas que lo tenían como mascota. Cuando creció, decidieron entregarlo al Bioparque Amaru de Cuenca. Allí permaneció desde el 2018 y en julio de este año ingresó al centro de rescate en Guayllabamba.
Sin embargo, es probable que no pueda volver a su hábitat natural. Al haber estado tanto tiempo en contacto con los humanos, perdió su capacidad de encontrar alimentos. Incluso adquirió enfermedades propias de los humanos.
Así lo explica María Beatriz Cabezas, empleada del Zoológico de Quito. “En la vida silvestre, los animales gastan el 60% o 70% de su tiempo buscando comida, pero cuando ese periodo se reduce a unos cuantos minutos, puede producir estrés en el animal”.
Por ello, el oso es sometido a actividades que promuevan el forrajeo (búsqueda de comida) y de esta forma recupere los comportamientos innatos en todos los sentidos: olfato, vista, audición y tacto.
Así mismo, Timo comparte su recinto con dos cuchuchos (pequeños mamíferos omnívoros) para que tenga la mayor cantidad de estímulos, como por ejemplo, la competencia por los alimentos.
Por otro lado, la llegada de este oso al Zoológico de Quito tiene como objetivo que la ciudadanía entienda la realidad y los peligros que enfrenta la especie en el Ecuador. También se realizarán proyectos de investigación y conservación enfocados en el Chocó Andino.
“Para nosotros es importante que los osos, que no pueden volver al medio natural, tengan una tarea en la educación y concientización en las personas”, mencionó Martín Bustamante, director del centro de rescate, en rueda de prensa.
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CONFLICTO HUMANOS Y ANIMALES
El oso de anteojos se encuentra en la Lista Roja de Mamíferos del Ecuador y se lo cataloga “En Peligro”. Mientras que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo describe como una especie vulnerable.
Uno de los ecosistemas más sensibles es el Chocó Andino de Pichincha, ahí habitan alrededor de 120 osos. Sin embargo, el territorio está en crisis por el avance de los asentamientos humanos. A raíz de la pandemia, mucha gente llegó a este sector rural para sembrar caña, maíz o criar ganado.
Teolinda Calle, coordinadora del comité ampliado del Corredor Ecológico del Oso Andino, narra que al menos seis osos han muerto por conflictos con la comunidad en este año.
“Hay una pugna de recursos en el mismo espacio. El bosque se va perdiendo y el oso no encuentra su alimento, entonces ingresa a las fincas o ataca al ganado. La gente defiende su sustento y toma medidas que no debería”, narra Calle.
El Código Orgánico Integral Penal (COIP) sanciona los delitos contra la flora y fauna silvestre con uno a tres años de cárcel. No obstante, al ser una zona rural, llena de vegetación, los expertos mencionan que es complicado identificar a los responsables.
“Es un contexto complejo porque en el Chocó Andino coexiste una población en condiciones de pobreza. Existe una necesidad de producir y a veces esa necesidad va en contra de la biodiversidad”, resalta Martín Bustamante, director del Zoológico de Quito.
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ACCIONES PARA CONSERVAR AL OSO
Los expertos coinciden que en el Chocó Andino es necesario promover educación ambiental entre sus 30 mil habitantes, políticas públicas para no permitir construcciones cerca del bosque y técnicos ambientales en el territorio.
Santiago Sandoval, Secretario de Ambiente del Municipio de Quito, destacó que “trabajar en la conservación de la biodiversidad del Distrito Metropolitano de Quito implica impulsar acciones coordinadas entre la sociedad civil y las instituciones”.
Agregó que en la actual administración se están desarrollando planes integrales para dar opciones sustentables a los habitantes de esta zona: bioeconomías, ecoturismo, agricultura orgánica, etc.
Mónica Reinoso, directora del Fondo Ambiental de Quito, subrayó que “más del 34 por ciento de especies de biodiversidad del país se encuentra en el Chocó Andino”, donde la Secretaría de Ambiente desarrolla acciones de educación ambiental para la conservación de más de 600 hectáreas en el llamado Corredor Ecológico del Oso Andino.
Así mismo, se promueven iniciativas como los apadrinamientos de animales que están refugiados en el zoológico y el combate al tráfico de vida silvestre.
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