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Nacional

El cuerpo insepulto de Yuri Orobio

martes, 21 julio 2020 - 09:16
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Ha pasado casi un mes y medio desde que el cadáver de la pequeña Judith Luciana Orobio Bone de 10 años -a quien sus amigos y familiares llamaban Yuri- apareció en el Río Guayas, a la altura del Guasmo Sur, donde la niña vivía junto a su familia.
 
Aunque su madre, Amalia, la reportó como desaparecida los últimos días de mayo, su cuerpo sin vida fue encontrado en las riberas del río a las 5 de la tarde del pasado 10 de junio. 
 
En estas extensas semanas de dolor para su madre, el tiempo ha transcurrido entre diligencias y todas las pericias que las autoridades deben realizarle a los restos de la pequeña Yuri.
 
En resumen, se han tomado muestras del ADN del cuerpo para cotejarlas con las de Amalia para lograr identificarlo plenamente y para determinar la verdadera causa de su muerte, dos aspectos que aún se desconocen y que necesitan ser dilucidados para que la investigación avance. 
 
 
El Myr. Santiago Racines, Jefe de la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (DINAPEN) de la zona 8, explica que estas muestras fueron tomadas por el equipo de Criminalística y remitidas a Quito para su análisis. "Todo está bajo estrictos protocolos que ellos utilizan", dice. 
 
Agrega que el Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses de la capital es el único lugar donde se hacen pruebas de ADN a nivel nacional y que por esto, el trámite suele tardar, pues el lugar atiende a todos los casos del país.
 
Mientras se realizan los exámenes en Quito, el cuerpo de Yuri permanece en las instalaciones de Criminalística en Guayaquil, sin ser sepultado. 
 
Racines explica que por el avanzado estado de descomposición en el que fue hallada la niña no se pudo hacer un reconocimiento físico del mismo y fue necesario tomar muestras del código genético para comprobar su identidad.
 
La autoridad asegura que el cuerpo no estaba ni ensacado ni descuartizado, pero sí envuelto en el manglar. 
 
Esto es algo que también lo explica Lissette Salavarría, abogada del Centro de Promoción y Acción de la Mujer (CEPAM), institución que patrocina legalmente este caso. 
 
"El cuerpo de la niña estaba en el agua. Fue hallado en posición decubito ventral (boca abajo) hacia el agua. Eso facilita la descomposición y dificulta el reconocimiento", dice Salavarría.
 
 
Aunque asegura que existen evidencias que indican que ese cuerpo es efectivamente el de Yuri, la justicia exige requisitos como la prueba de ADN. 
 
Salavarría explica que el caso se encuentra en indagación previa, una instancia en la que se realizan todas estas pericias iniciales. "Estas dos pruebas fundamentales abren nuevas puertas con las que se va a investigar el delito, los autores, llamar a personas a declarar y otros detalles", explica la abogada. 
 
El pasado 11 de junio, una fuente a la que revista Vistazo tuvo acceso -y que pidió su reserva- sostuvo que el padrastro de la niña tenía problemas con la venta y consumo de drogas y que habría sido intercambiada sexualmente con microtraficantes del sector del Guasmo Sur. 
 
La abogada indica que hay presunciones de varios tipos en torno a este caso, uno de ellos justamente es que se trata de un delito sexual. "Esto se determinará finalmente con las investigaciones y todas las versiones que se tengan que rendir". 
 
Al momento, el proceso se encuentra en la Fiscalía Quinta, que trata temas de delincuencia organizada nacional y transnacional ya que el procedimiento nace de una desaparición con la posterior aparición del cadáver. "Primero se empiezan a investigar las causas de esa desaparición y se hacen las demás diligencias para saber si el proceso seguirá en esa fiscalía o cambiará, de acuerdo a la causa de muerte o posible delito", especifica la jurista. 
 
Para ella, el hecho de que Quito se encuentre afectada por la pandemia del COVID-19 en este momento dificulta que los resultados de los exámenes estén tan pronto como pudieran estar. Además, agrega, se trata de análisis profundos que requieren la experticia de un perito antropólogo y eso puede demorar también el proceso. 
 
 
 
Mientras tanto, hoy en Guayaquil un grupo independiente de mujeres feministas se unieron en un vigilia simbólica en los exteriores de la Fiscalía del Guayas, en el centro de Guayaquil, para exigir al estado que brinde la debida atención a este caso. Con pancartas y cánticos de consignas, algunas integrantes del grupo "Vigilias por los niños, niñas y adolescentes" se hicieron presentes para pedir que la justicia actúe con celeridad.
 
Amalia, la madre de Yuri, no estuvo presente. En días anteriores, en un artículo de diario El Telégrafo, dijo que prefiere no hablar con los medios de comunicación, pues cuando buscó ayuda ante la desparición de su hija, no la obtuvo. “Ahora me piden entrevistas. No se las voy a dar (...) todo lo que digo lo tergiversan y me duele que utilicen lo que le pasó a mi hija", le dijo a la articulista Alicia Galárraga. 
 
De acuerdo a cifras del CEPAM, hasta el pasado 15 de julio, un total de 32 mujeres han muerto por delitos de género en lo que va de la cuarentena por el coronavirus. 52 mujeres, niñas y adolescentes han sido asesinadas en lo que va del 2020. 
 
La Encuesta de violencia contra las mujeres, realizada por el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (INEC) en el 2019, indica que 43 de cada 100 mujeres entre los 18 y 29 años, han experimentado algún tipo de violencia en el ámbito social a lo largo de la vida. 
 
Las mujeres afroecuatorianas tienen uno de los porcentajes más altos, con el 37,7%.
 
El director de la DINAPEN en la zona 8 espera que los resultados de las pericias al cuerpo de la menor estén listos esta semana o más tardar la próxima. Entonces, los restos de Yuri podrán descansar en paz, mientras su espíritu seguirá presente en búsqueda de justicia. 
 
De juzgarse como femicidio, el responsable de esta muerte será sancionado con una pena privativa de libertad de veintidós a veintiséis años, de acuerdo a lo que estipula el artículo 141 del Código Orgánico Integral Penal (COIP).

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