China se negó a aceptar el aumento en el número de observadores a bordo de las embarcaciones que extraen el calamar (y otros recursos marinos) en aguas internacionales. Se fijó, en cambio, un límite para el número de barcos extranjeros, especialmente chinos, en alta mar. El tope no aplica para los Estados ribereños en desarrollo, como Ecuador. La reunión en la cual se discutieron estas medidas se realizó en Manta, en febrero.
En 2019, una flota de 245 barcos de bandera extranjera, predominantemente china, se encontraba en mar abierto, cerca de las islas Galápagos. Las naves buscaban un recurso preciado: el calamar gigante, pota o Dosidicus gigas. El área que ocupaban en el océano equivale a la superficie de tres provincias ecuatorianas juntas: Manabí, Santa Elena y Guayas. Esto es, unos 30 mil kilómetros cuadrados.
La flota sigue la ruta del calamar gigante, que dentro de su familia, representa la especie de mayor importancia, comercial y alimenticia a nivel mundial, según el Viceministerio de Acuacultura y Pesca. Es altamente migratoria (tranzonal) y se distribuye en el Pacífico. Abunda frente a las costas de Perú y Chile, en menor grado frente a Ecuador, según datos del instituto de investigación ecuatoriano IPIAP. Cada ejemplar puede llegar a medir más de un metro de longitud y pesar 50 kilos. Sin embargo, frente a costas ecuatorianas el calamar alcanza 50 centímetros de longitud y 2,5 kilos de peso.
La preocupación por el aumento de la flota china que se aproxima periódicamente al mar de Galápagos se hizo evidente en 2017. El contralmirante Darwin Jarrín, un experimentado piloto naval, que fue comandante general de la Marina tiempo después, recuerda que, por años, desde el aire se apreciaba la presencia de naves en el océano. A partir de 2017 el fenómeno aumentó en forma visible.
Ese año, el buque chino Fu Yuan Yu Leng 999 cruzó la Reserva Marina de Galápagos, ilegalmente. Al abordarlo, las autoridades encontraron 7.639 tiburones, de 12 especies, nueve de ellas consideradas vulnerables, según el estudio de biología molecular realizado por la Universidad San Francisco de Quito con el apoyo del Parque Nacional Galápagos. Aletas de tiburón reunidas en sacos de yute completaban el cargamento. Entre los ejemplares sacrificados había hembras gestantes y neonatos arrancados de sus madres.
La justicia ecuatoriana encarceló a la tripulación, incautó la nave e impuso a la propietaria del barco una multa equivalente a 6,1 millones de dólares. La nave no actuaba como buque pesquero, sino como una refrigeradora flotante (barco refrigerante), que recolectaba las capturas realizadas por las 260 embarcaciones que por entonces circundaban el océano.
“La carga fue destruida porque no sabíamos cómo se manejó la cadena de frío. Olía a pescado en descomposición”, según explica el contralmirante Darwin Jarrín, quien a la fecha era comandante de Operaciones Navales. La nave incautada fue potenciada y se incorporó a la flota ecuatoriana, con el nombre de TR-61 Hualcopo. Esa operación confirmó que las naves extranjeras no capturan calamar únicamente, sino que arrasan con todo a su paso, sin control.
En 2019 un barco de bandera ecuatoriana fue detectado mientras abastecía de combustible, en alta mar, a la flota china. La investigación oficial concluyó que no hubo ilegalidad, porque el combustible fue adquirido en Panamá y no en Ecuador. Sin embargo, el debate público adquirió una dimensión ética, ya que la nave abastecedora pertenecía a un grupo económico relacionado con la familia de un ministro del gobierno de Lenín Moreno. ¿Es aceptable abastecer a una flota depredadora?
En 2020 volvió a encenderse la alerta, esta vez, por la cercanía de la flota a las islas Galápagos. Una comisión legislativa inició una investigación. Uno de los convocados a ese foro fue el embajador de China en Ecuador, Chen Gouyou. El diplomático insistió en que la actividad de los barcos estaba completamente controlada, afirmando que su gobierno había solicitado a sus barcos reportar su ubicación a cada hora.
La percepción de que un voraz actor extranjero está arrasando los recursos oceánicos generó casa adentro una corriente favorable a extraer localmente el calamar gigante, para aprovechar el recurso y generar una fuente de ingresos.
Ecuador fijó un cupo de 250 mil toneladas anuales para exportación. Por ahora, la cifra que se reporta es ínfima. En aguas profundas, la historia es similar. La flota nacional no tiene capacidad para competir en aguas abiertas con la fortaleza flotante china. Sin embargo, la expectativa es lograr un registro de 400 embarcaciones aptas para extraer calamar de aguas internacionales.
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La Organización Regional de Ordenamiento Pesquero del Pacífico Sur (OROP-PS o SPRFMO, por sus siglas en inglés) regula la actividad extractiva del jurel y, más recientemente, del calamar gigante en alta mar. Esto es, fuera de la zona marítima que pertenece a los Estados soberanos. La organización agrupa a 16 países, entre ellos, China, Corea, Taiwán, Estados Unidos, Perú, Ecuador.
El Comité Científico de la OROP-PS, reunido en 2022, ratificó la urgencia de limitar el esfuerzo pesquero y frenar el crecimiento de la flota extranjera, en particular, china. Sugirió que el límite se establezca en función de la cantidad de buques y el tonelaje autorizados con fecha 31 de diciembre de 2020.
La medida fue adoptada durante la decimoprimera reunión de la OROP-PS, en Manta la primera quincena de febrero. China registró 671 embarcaciones ante la OROP-PS a diciembre de 2020. Este número se suma a 45 naves de China Taipéi (Taiwán) y 30 de Corea.
Ulises Munaylla, biólogo peruano y exintegrante del Comité Científico de la OROP-PS, fue consultado sobre la tesis de China, que a la postre se impuso. Explicó que debió considerarse “el número de embarcaciones operativas, esto significa las que han pescado activamente, que para el caso de China son 557, pues con las 671 registradas no se estaría limitando el esfuerzo, sino que se seguiría permitiendo la posible sobreexplotación del recurso”.
Los delegados ecuatorianos difieren en su evaluación sobre los resultados de la reunión. Jimmy Villavicencio es el delegado del Ecuador ante la OROP-PS y presidente del Comité de Finanzas y Administración del organismo. A su juicio, el balance fue un éxito. Hay que ver el proceso como un campeonato de fútbol, explicó, “en un solo partido no se consigue el resultado definitivo”.
Ecuador, como país anfitrión este año, planteó aumentar el número de observadores a bordo de las naves. La norma vigente contempla que el cinco por ciento de embarcaciones tenga un observador. Según la tesis ecuatoriana, hasta 2026, el 30 por ciento de embarcaciones debía tener un observador calificado para recolectar datos. El porcentaje debía incrementarse paulatinamente a partir de 2024.
Tal sugerencia no tuvo eco. “La única forma de conocer información real sobre el registro de capturas es a través de un gran programa de observadores. China se resiste”, advertía Munaylla.
Sin embargo, Jimmy Villavicencio, delegado del Ecuador ante la OROP-PS, matiza los resultados. “China cambió de una negativa total a una apertura a adoptar mecanismos de observación electrónica, que serán discutidos en la próxima cita”. Esta se realizará en 2024, también en Manta.
El delegado destaca que Ecuador y otros países costeros en desarrollo están facultados para registrar su propia flota pesquera de calamar.
Guillermo Morán, asesor técnico de la delegación ecuatoriana, calificó de positiva a la resolución que establece controles en los transbordos. El transbordo consiste en trasladar la pesca de una nave a otra, en alta mar, sin pasar por un puerto. Los mecanismos permitirán un mejor control de información.
Max Bello, experto chileno que ha trabajado incansablemente por la protección de los océanos, explicó antes de la cita que sería recomendable prohibir el ingreso de nuevas embarcaciones, “sobre todo hasta que no haya reglas claras y un manejo real del recurso, así como de los impactos ecosistémicos”. “Esta evaluación debiera decirnos si hay sobrepesca, que posiblemente ocurre, y eso significa que la flota debiera decrecer”.
Mantener observadores en las naves y regular los transbordos deben ir de la mano. “Cuando hay transbordo no se conoce qué contiene la pesca, qué especies y qué cantidades”. Bello confirma la sospecha de que la flota china extrae recursos marinos, en forma indiscriminada, no únicamente el calamar gigante.
En Manta se aprobaron abordajes con fines de inspección. Esta medida permite que un barco bajo sospecha sea interceptado, para revisar su carga. Una operación de este tipo se realizó a mediados de 2022, al sur de las aguas de Galápagos, por parte de guardacostas estadounidenses.