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Así fuimos espiados en el correísmo

jueves, 4 julio 2019 - 11:59
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Ecuador está en el centro del planeta, geográficamente hablando.  También se halla en medio de  una trama de espionaje a escala global,  que involucra a Estados Unidos, Reino  Unido y Rusia.
 
Un nuevo ingrediente se suma al  coctel, que se reactivó en abril de este  año con la salida de Julian Assange de  la sede diplomática ecuatoriana en Londres, tras el retiro de su asilo por parte  de las autoridades nacionales.
 
Se trata de la investigación sobre  la posible participación del experto informático Ola Bini, de origen sueco y  residente en Quito los últimos años, en  la cruzada antiestadounidense de la que  se acusa a Assange.
 
Bini fue detenido en el aeropuerto de  Quito, cuando partía hacia Japón a un  curso de artes marciales que practica. Su  detención se produjo poco después de  que Assange dejara la Embajada por la  fuerza. 
 
 
Desde el encierro, su defensa reclamaba  que se violaron los principios del debido  proceso y, en una carta pública, el sueco  aseguró que Lenín Moreno lo considera  su enemigo y que el actual gobierno ecuatoriano lo persigue. Salió en el libertad a finales de junio del 2019.
 
¿Espió al gobierno de Lenín Moreno, en un intento  por desestabilizarlo? ¿Hackeó información clasificada de otros gobiernos? ¿Colaboró con Assange? Él lo niega.  Todas las piezas parecerían encajar en  un mismo rompecabezas.
 
La clave la dio  la actual ministra del Interior, María Paula Romo, el segundo miércoles de junio.  En su declaración ante el Fiscal que  investiga el caso, la Ministra explicó:  “Cuando el Gobierno del Ecuador analizó los escenarios (tras el retiro del  asilo político a Assange), previó posibles  ataques a los sistemas informáticos, públicos y privados, como retaliación (…) 
 
Este análisis nos llevó a revisar los potenciales aliados de Assange en Ecuador,  descubriendo que uno de los asiduos  visitantes a la embajada en Londres  residía en Ecuador. El señor Ola Bini  había visitado a Julian Assange más de  una docena de ocasiones... durante el  asilo; tenía contratado a su nombre un  servidor de Internet por el que había  pagado una suma poco habitual”.
 
Espiando casa adentro
 
Temida por los opositores del correísmo, reconocida como una agencia de  espionaje político, la Secretaría de Inteligencia (Senain) –creada en 2009 y  activa hasta 2018– mantuvo contratos  con firmas privadas para vigilar a las
figuras que ese gobierno consideraba  como amenazas.
 
 
Pablo Romero Quezada fue secretario Nacional de Inteligencia entre noviembre de 2011 y marzo de 2014. En  su casa se negoció en 2012 el contrato  con la firma italiana Hacking Team. La  empresa comercializó un software espía  llamado Remote Control System (RCS).
 
Este software de espionaje es el responsable de infectar las computadoras,  tablets e inclusive celulares inteligentes  (con acceso a Internet) de cualquier persona, sin que el afectado lo note. Unavez infectado, el software espía controla  el equipo, incluyendo todas las plataformas de comunicación: llamadas de  Skype, correos electrónicos, mensajería  instantánea, historias de navegación  en la web, además de archivos y fotos  aun cuando estuvieran borradas. El micrófono y la cámara de un computador  también pueden ser utilizados por el  software para espiar.
 
Un oficinista estadounidense, en  promedio, recibe y envía unos 120 correos electrónicos en un día, según el  diario The New York Times. Datos de su  actividad laboral, personal y hasta secretos íntimos pueden quedar registrados en sus bandejas de entrada y salida.  RCS, conocido comercialmente  como Galileo, Da Vinci o Phantom, fue  uno de los mecanismos de espionaje de  la Senain en el correísmo.
 
“Todo el hardware (equipo) necesario  es provisto por Hacking Team”, se lee  en la descripción del servicio vendido  al cliente ecuatoriano, Senain. La “infección” de algunos equipos móviles se  podía realizar inclusive cuando el blanco  (de seguimiento) accedía a una red de  conexión a Internet (wi-fi) pública, como  en un aeropuerto. Otro mecanismo de  intromisión: cuando el usuario abre un  correo electrónico, que le induce a dar clic  en un documento adjunto o en un link.
 
En teoría, este esquema de vigilancia debía ser aplicado para observar a  organizaciones criminales y delictivas.  En la práctica, el gobierno de la Revolución Ciudadana lo aplicó a opositores políticos.
 
Martha Roldós, exasambleísta constituyente y crítica de esa administración, vivió en 2013 la filtración de seis meses de correos electrónicos de sus  cuentas personales. Algunos de ellos  fueron expuestos en el medio oficial
de la época. “El entonces fiscal Galo  Chiriboga no permitió que se hiciera un  peritaje, pero los expertos coinciden en  que fui víctima de hackeo”.
 
Pablo Romero dejó la Senain en los  primeros meses de 2014. Hubo un remezón, salieron algunos técnicos, entre  ellos, dos que habían sido capacitados  por Hacking Team en Milán y en Bogotá. 
 
Hacia mayo de 2014, los operadores  recién ingresados al sistema de Inteligencia no lograban resultados. Esto puso  en líos a la firma italiana. “Senain quiere  algo de magia la próxima semana, pero   no estamos ahí para mostrarles. El objetivo, según entiendo, es demostrar que  RCS funciona”, revelan comunicaciones  de esa empresa de tecnología, de esos  días. Previamente, técnicos ecuatorianos  se quejaban de que no podían “infectar”  ciertos modelos y marcas de celular. Ese  contrato estuvo vigente hasta 2016. 
 
Escuchando sus llamadas
 
No fue la única forma de espionaje que usó  la Senain. Esa secretaría gastó una cifra “indeterminada” en equipos de interceptación  telefónica. Hubo carta  abierta para contratar  y comprar aparatos de  escuchas. “La Secretaría
de Inteligencia no mantenía el control ni el inventario actualizado de  estos equipos”, advierte  el informe que contiene  el examen especial de  Contraloría, aprobado a  fines de abril pasado.
 
Tres descifrado res de llamadas telefónicas  estuvieron en bodegas más  tiempo del que realmente  operaron: funcionaban en  vehículos especiales. La razón: esa secretaría compró  nuevo equipamiento. Todo  con plata de los “Gastos especiales”, que en los nueve  años de existencia de esa  secretaría totaliza unos 300  millones de dólares.
 
El exdirector de Inteligencia y crítico del correísmo, coronel retirado Mario  Pazmiño, afirma que fue espiado. Si bien tomó todas las  precauciones para evitar el espionaje  digital, no pudo evitar que una cámara  de 360 grados fuera instalada en un  lugar público, como si fuera un poste  de luz, a metros de distancia de su domicilio en el norte de Quito.
 
La Senain funcionó hasta 2018, año  en que desapareció para dar paso al  Centro de Inteligencia Estratégica.  Rommy Vallejo dirigió la secretaría  desde marzo de 2014 hasta el 21 de  febrero de 2018. Al día siguiente de  su salida, aunque ya estaba posesionado su sucesor, Vallejo entregó en comodato al Ministerio del Interior, “En  calidad de préstamo a la Dirección de  Inteligencia de la Policía”, tres equipos  descifradores, cuatro equipos móviles, cuatro equipos compactos y cuatro amplificadores de potencia.
 
La finalidad  de todos ellos es localizar teléfonos  celulares e interceptar comunicaciones:  las famosas escuchas. Por esos días, un  pariente suyo estaba al frente de esa  división de la Policía.
 
El Código Orgánico Integral Penal  (COIP) sanciona con prisión de tres a  cinco años a quien sin orden judicial previa intercepte o grabe datos informáticos. La interceptación “Es permitida con  la autorización de un juez, según el artículo 456 del COIP, para atacar el crimen  organizado, porque se constituye en una  herramienta de investigación”, advierte  la jurista Patricia Morejón Llanos, catedrática de la Universidad Espíritu Santo  y experta en delitos informáticos.
 
Sin embargo, una controversial resolución de la Fiscalía en 2015 (resolución 061, publicada en el Registro  Oficial del 20 de agosto de ese año)  abrió las puertas para escuchas sin autorización previa.  Así fuimos espiados en el correísmo.  Y está por conocerse si desde la embajada ecuatoriana en Londres, donde  estuvo asilado, Julian Assange tuvo algo  que ver en el espionaje y hackeo de datos  que perjudicó a la candidatura presidencial de Hillary Clinton.
 
Esa es una de las  acusaciones por las cuales es requerido  por la justicia estadounidense. Los hechos habrían ocurrido cuando Assange  gozaba de la protección del correísmo.  Por eso, Ecuador está ahora bajo el ojo  del Gran Hermano. 

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