Han pasado 52 años. Tres pistas: un joven que huyó de la dictadura velasquista en 1970, un disparo en la pierna y un nombre aparentemente falso. Con estos datos, la cineasta brasileña, Susanna Lira, llegó a Quito para reconstruir la historia inconclusa de su padre, a quien nunca conoció ni ha visto en una foto. Ella quiere encontrarlo para armar el rompecabezas.
En una protesta estudiantil contra el último gobierno de José María Velasco Ibarra, en 1969, recibió un impacto de bala en la pierna. Era un ambiente hostil para la revolución, así que el joven Elio Francisco de Castro huyó a Brasil y se instaló en Río de Janeiro. Trabajaba en una tienda de importaciones. Era 1970. Allí conoció a Elza, una chica brasileña que asistía a una iglesia evangélica. Se enamoraron y vivieron una relación durante dos o tres meses. ¿Cómo congeniaron un revolucionario con una mujer tajantemente conservadora?
“Es inexplicable, pero es la magia de esta historia: la de mis padres”, dice Susanna Lira, cineasta brasileña que ha corrido una docena de largometrajes enfocados en historias de derechos humanos y ahora está en Quito en busca de su padre.
Cuando Elza le dijo a Elio que estaba embarazada, éste respondió: “Yo no puedo tener una familia. Estoy comprometido con la lucha social”. Pensaron en el aborto. Días después el ecuatoriano desapareció. Elza dio a luz a una niña en 1971. “Quizá él nunca supo que tuvo una hija”, dice Susanna. Y no lo culpa. Azares del destino, Susanna estudió Periodismo y se inclinó por el cine, aunque nunca pensó hacer una película sobre su padre o se interesó por desentrañar su historia que era casi una fábula.
Pero las cosas cambiaron cuando la hija de Susanna hizo su árbol genealógico como tarea de la escuela y faltaba una pieza: su abuelo, el revolucionario. La niña se sintió muy triste de no conocerlo. “Ahí me di cuenta que necesitaba saber la verdad y encontrar a mi padre”, dice la cineasta.
Le tomó tiempo decidirse y emprender la travesía, pero este año llegó a Quito para conectarse con sus raíces ecuatorianas y reconstruir los pasos de su padre. Dice que le gustan las montañas y le ha sorprendido la imagen de mujeres cargando a sus hijos en la espalda, porque demuestra la fortaleza de las mujeres. Le hace recordar la historia de su madre, Elza, quien la tuvo que criar sola, pues cuando quedó embarazada, fue prácticamente echada de su casa porque su familia era muy conservadora. Esa joven que se enamoró de Elio, ahora tiene 75 años, y espera en Brasil las noticias que pueda darle su hija sobre el chico revolucionario que conoció en 1970.
UN GIRO EN LA HISTORIA
Susanna ya fue al Registro Civil en Quito y le dijeron que no hay un Elio Francisco de Castro en esa época. Tampoco hay registros de migración que permitan saber quiénes salieron entre 1969 y 1970 hacia Brasil. Es lógico pensar que, si el joven era un perseguido político, usó un nombre falso, pero en Río de Janeiro le decían “Quito”. También es difícil creer que un militante de izquierda haya huido a Brasil, donde el presidente Emílio Garrastazu Médici lideraba una brutal dictadura.
No se descarta la hipótesis de que “Elio” o alias “Quito” haya sido un contrabandista o un espía de la CIA. Susanna está preparada preparada para todos los escenarios.
“Yo crecí fascinada con la idea de que mi papá era un hombre de izquierda y trabajaba para cambiar el mundo, pero no importa lo que haya sido si lo puedo encontrar”. En Quito ya se ha entrevistado con varios militantes de organizaciones de izquierda de aquella época, pero nadie hasta ahora, puede ubicar un perfil como el que describió Elza.
Si es que Elio existió, no pudo haber sido un dirigente, sino un militante sin rango jerárquico, pues alguien lo recordaría. También se descartaría el agente de la CIA, ya que alias “Quito” tenía unos 20 años y el aparato de inteligencia norteamericano no reclutaba a hombres tan jóvenes. Por otro lado, casi no hay fotografías de las manifestaciones de la época, mucho menos, videos.
“En Ecuador era tiempo de dictadura y ya sabemos que las dictaduras quieren esconder o censurar todo, no es sorpresa que no haya mucho material gráfico. Lo mismo sucedió en Brasil”, dice la cineasta. Y no es sorpresa porque Velasco Ibarra solía obligar a cerrar los medios de comunicación que lo criticaban; lo hizo con revista Vistazo y Ecuavisa en más de una ocasión.
Por eso, aunque no encuentre a su papá, esta será una película sobre aquella época y su búsqueda 52 años después. “Hacer un documental es una forma de resistir al ‘apagamiento’ de la memoria”, dice Susanna en su ‘portuñol’. Y ata la historia al presente: “No hay democracia plena en Brasil y en otros países de América Latina: los gobiernos siguen con una política de desaparición y muerte, aunque ya no haya dictaduras”.
Justamente eso es lo que ha retratado Susanna como cineasta. Entre sus documentales más notorios está: “Torre de las doncellas”, que desentraña episodios inéditos de la tortura que sufrieron la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff y sus antiguas compañeras de celda en la cárcel Tiradentes, en los 70. También, destaca “Porque tenemos esperanza”, en el que recorre las cárceles de su país para contar las historias de los padres que no reconocen a sus hijos.
Quizá esos documentales fueron la preparación de Susanna para ahora contar su historia. Son pocas pistas las que tienen de Elio. Pero si él está vivo, quizá podría reconocer a Elza en una foto de 1970 que Susanna ha circulado por redes. La búsqueda durará unos meses más antes de empezar la edición del documental y su posterior presentación. “Así que todavía hay esperanza de encontrarlo”, dice su hija.