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Las dudas continúan en Yachay, la Ciudad del Conocimiento

jueves, 5 abril 2018 - 10:51
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Dos puntos de vista sobre cuál ha sido el impacto de la Ciudad del Conocimiento Yachay y sobre qué se debería hacer con esta obra emblemática del anterior Gobierno. 
 
Jorge Martínez, gerente de Yachay EP: “La meta es clara: importar tecnología”
 
Martínez se ha desempeñado como Gobernador de Imbabura, subsecretario Técnico de la Secretaría Nacional del Agua (Senagua), subsecretario zonal de Planificación de la Senplades, Alcalde de Ibarra, presidente Ejecutivo de la Empresa Eléctrica Norte, entre otros cargos. 
 
 
 
Operacionalmente, ¿cuál fue la realidad que encontró desde que asumió la gerencia? 
 
Es una obra sobredimensionada con problemas de construcción de la nueva infraestructura, áreas agrícolas sin uso e informes sobre el plan de negocios que no se ajustan a la realidad y otras novedades que generaban un excesivo gasto a la empresa, como por ejemplo, una estructura orgánica sin justificación técnica: existían 15 gerentes de área, 40 directores, 17 asesores y 746 servidores. En mi administración se realizó una nueva estructura que disminuyó el exceso de 33 cargos jerárquicos (gerentes, directores y asesores), 35 servidores públicos de escalas SP10 a SP14 así como 61 funcionarios técnicos, lo que nos permite un ahorro de cerca de 2 millones de dólares anuales.
 
¿Por qué considera que era necesario un proyecto como Yachay, por separado, y no potenciar y apoyar propuestas similares de otras instituciones?
 
Sin duda Yachay constituye un dinamizador del ecosistema de innovación tecnológica del Ecuador. El apoyo del Gobierno Nacional para que continúe el proyecto es la evidencia de recuperar el sueño de contar con una Ciudad del Conocimiento, donde la investigación, emprendimiento, innovación e industrialización  permitirá el cambio productivo del Ecuador. La meta es clara, importar tecnología potenciando el talento humano ecuatoriano, con la generación del conocimiento como recurso infinito para transformar nuestra economía. 
 
Yachay fue concebida como la primera ciudad planificada ya que la idea era abarcar en un solo  espacio todo el ecosistema de innovación, investigación que permita el desarrollo de las zonas deprimidas de la provincia de Imbabura y convertirse en un polo de desarrollo de la región.  Cuando Yachay empezó hace exactamente 5 años, no era habitual ver universidades apostando por programas de incubación, no existía cultura de espacio de trabajo colaborativo a nivel nacional y el concepto de emprendimiento de base tecnológica era incipiente. 
 
¿Qué se ha implementado en su gestión para atraer inversiones y fomentar la innovación?
 
Una de las principales acciones ha sido la reestructuración de la extensión de la ZEDE (Zona Especial de Desarrollo Económico). Cuando se concibió al proyecto Yachay, se lo hizo sobre una extensión de 4.200 hectáreas, que es inviable; ahora, la ZEDE se concentrará en 121,73 hectáreas con un enfoque de atracción de inversiones a los sectores de agrotech, químicos y tecnológicos, que se instalarán en el Parque Tecno Industrial de la Ciudad del Conocimiento.
 
Adicional, fortalecimos los programas de incubación de base tecnológica, para lo que contamos con el apoyo de empresas privadas como Telefónica con quienes estamos por arrancar la tercera edición de la carrera Open Future. Además, hemos sumado el apoyo de la Agencia Coreana de Cooperación, KOICA, con una inversión de 5 millones de dólares como crédito técnico no reembolsable para el diseño y construcción del Centro de Innovación de Yachay, en donde se desarrollarán proyectos de incubación de Mipymes con la Capeipe (Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha) como aliado principal, prototipado rápido en materia textil, plásticos y metalmecánica, así como modelos de comercialización de transferencia tecnológica entre academia y sector productivo. 
 
También hemos fortalecido el modelo de optimización productiva de la Ciudad del Conocimiento, con procesos que además de públicos valoran el desarrollo de proyectos de I+D+i (Investigación, desarrollo e innovación) a ejecutarse en Yachay por parte de actores agroproductivos para generar encadenamientos productivos e industriales que permitan exportar productos con alto valor agregado. 
 
¿Cuánto se invertirá en los próximos proyectos?
 
En  estas semanas estamos realizando la primera adjudicación de suelo para el desarrollo de proyectos productivos con énfasis en I+D+i, por 361 hectáreas con una inversión total de más de 2 millones de dólares. 
 
A esto se suma la inversión de más de 2.7 millones de dólares que realizará el gobierno coreano en el Centro de Innovación Yachay, y la inversión que la propia empresa pública desarrollará en la Fase 1 de la ZEDE, estimada en no menos de 25  millones de dólares en los próximos 3 años, y a la que esperemos se sumen inversiones privadas y extranjeras directas.
 
¿Hay empresas actualmente interesadas en invertir en Yachay? ¿Cuáles son?
 
Por supuesto que existen varias empresas interesadas en invertir en Yachay, enfocadas en los sectores farmacéuticos y de las tecnologías de la información. A esto se suma los más de 17 actores de los sectores agroproductivos en donde se incluyen empresas de economía popular y solidaria de actores de la zona de la Ciudad del Conocimiento. En este punto adicionalmente, estamos acompañando y aportando en los procesos de revisión del marco normativo nacional que impulse el ingreso  de inversión extranjera directa relacionada a procesos de innovación tecnológica. 
 
Casos como el de Red Tech, empresa de autos eléctricos,  y Sotecdata, de software, han sido criticados porque fueron presentados a la sociedad como grandes empresas inversoras pero su trabajo no avanzó, ¿cómo se trabaja para evitar que esto se repita?
 
Como parte de nuestra estrategia de atracción de inversiones se han establecido procesos internos para el análisis del perfil de cada inversionista y su proyecto previo a ser socializado. Adicionalmente, nos encontramos trabajando directamente con ProEcuador con la finalidad de tener su aporte en la verificación de datos de los inversionistas que nos contactan.
 
 
Arturo Villavicencio, investigador y docente: “La viabilidad está en serias dudas”
 
Villavicencio trabajó durante 15 años como investigador en temas de ambiente y energía del Laboratorio Nacional Risoe de Dinamarca. Fue miembro del Panel Intergubernamental sobre el Cambio de Clima, que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007. Se ha desempeñado como consultor internacional y actualmente es profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar.
 
 
 
¿Por qué considera que se dio paso a la construcción de Yachay cuando en el país existían instituciones que ya habían avanzado en temas de innovación e investigación científica? 
 
La construcción de ese elefante blanco se explica por varias razones. Una de ellas tiene que ver con aquella mentalidad refundacional que caracterizó al Gobierno anterior. El proyecto fue concebido al margen de las universidades, como si estos centros no hubiesen existido. Fue necesario un Gobierno iluminado para revelar al país las virtudes de la ciencia y la tecnología. Así, la idea de Yachay se inscribió en esa lógica del ‘por primera vez’, ‘nunca antes’, ‘jamás en la vida republicana’ que reiterativamente se utilizó en la década anterior para magnificar la obra pública. En esta lógica, Yachay fue decisiva en la creación de una utopía de cambio que mantenga la ilusión y el optimismo de los ecuatorianos. Se trató de una promesa abierta, sin ningún punto concreto de llegada, únicamente con la certeza de que algún día en el futuro se producirá el milagro de un salto a la sociedad del conocimiento.  
 
Otra explicación puede encontrarse en el hecho de que se trató de una política de desarrollo tecnológico concebida por burócratas ignorantes en la materia. Con desconocimiento absoluto sobre las complejas relaciones entre innovación, ciencia y sociedad,  y de manera irresponsable, se lanzó el ‘proyecto más importante de la historia republicana’, como lo insistía  recurrentemente el expresidente de la República. Una última explicación habría que encontrarla en las prácticas del manejo de los recursos públicos que caracterizaron al gobierno anterior. Las millonarias inversiones alrededor de  Yachay ofrecían oportunidades para jugosos contratos  y, mientras mayor el despilfarro, más oportunidades para negocios o negociados.  Esperemos que la acción de la Contraloría se revele eficaz en aclarar estos temas. 
 
¿Qué se pudo hacer al respecto?
 
El Ecuador perdió una oportunidad única para empezar un proceso de largo aliento que le permita modernizar su aparato productivo, avanzar en la aplicación y desarrollo de la innovación tecnológica y profundizar su diversificación económica. Un esfuerzo bien planificado y concertado con las universidades, la empresa privada y el sector financiero hubiera permitido sentar las bases para un verdadero desarrollo tecnológico. La investigación que realizan nuestras universidades es bastante limitada debido, en parte, a una precariedad endémica de recursos que caracteriza nuestro sistema de educación superior. La bonanza económica de la década pasada podría haber sido aprovechada para fortalecer las universidades, dotarlas de la infraestructura moderna, necesaria para formar profesionales que manejen y entiendan a un nivel satisfactorio las tecnologías, procesos e innovaciones y puedan incorporarlas en la esfera productiva. 
 
En las áreas de innovación y emprendimiento ¿existió un escenario propicio para invertir en este hub?
 
En ningún momento existió una idea concreta de las áreas del conocimiento y desarrollo tecnológico que se pretendía impulsar. Todo el proyecto giró en torno a objetivos difusos que iban cambiando según las circunstancias políticas y el ánimo de la burocracia. Así, el discurso sobre Yachay giró, sin ningún recato,  alrededor de las promesas y milagros que iban desde la biotecnología hasta el desarrollo de vehículos eléctricos, pasando porla nanotecnológica, informática, energías renovables y así por el estilo. Fue alrededor de estos temas que el gobierno anterior fue construyendo imaginarios sociotécnicos, repertorios culturales que, según los burócratas, nos abrirían las puertas al buen vivir.  
 
La idea de una ciudad hipermoderna de 40 mil habitantes, con la más moderna infraestructura para el desarrollo de la investigación y concebida como un ecosistema de negocios, que debería acoger a empresas ocupadas en la tecnología de punta carece de todo sustento. Dejando de lado el aislamiento de la zona (falta de conexiones expeditas a puertos, aeropuertos, centros urbanos) la pregunta que jamás se hizo es sobre las razones que motivarían a las corporaciones del primer mundo a transferir o instalar nuevos laboratorios de investigación y desarrollo en Urcuquí, cuando precisamente, el capital más preciado y protegido de esas empresas es su capacidad de investigación?
 
En el mejor de los casos, Yachay podría haber aspirado a convertirse en un centro de maquila de segunda generación, algo similar a lo que intentó Costa Rica y fracasó. Este país tenía experiencia en maquila de ropa y artefactos, pero le apostó a una maquila con más tecnología y mano de obra calificada, logró que Intel ponga una planta en su territorio. Pero llegó un momento en que Intel se retiró, y trasladó las instalaciones  a Tailandia y Vietnam por la mano de obra barata y las ventajas fiscales que ofrecen estos países. Así  todo el sueño costarricense de convertirse en una economía del conocimiento se vino abajo. Ese es una experiencia que no podía haber sido ignorada. 
 
¿Cree que ahora hay confianza para invertir en Yachay?
 
Las perspectivas son bastante desalentadoras. El proyecto Yachay ha sido y es muy cuestionado por la opinión pública, la viabilidad del proyecto está en serias dudas, el Gobierno no sabe qué hacer con esta nefasta herencia del correismo. En estas circunstancias es muy difícil que corporaciones transnacionales y empresas nacionales estén pensando en realizar inversiones en Yachay. Además, se debe tener en cuenta que estamos saliendo de un periodo en el que por diez años se denigró a  los  tratados comerciales; se desconoció unilateralmente los convenios de protección de inversiones;un período de cambio constante de las reglas de juego para las empresas, especialmente en materia impositiva. Si a todo esto se añade un país con deficiencias muy notorias en la independencia de su sistema judicial, entonces se tienen todos los ingredientes para asegurar que el interés en invertir en Yachay debe ser muy escaso. 
 
¿Yachay EP podrá consolidarse y cumplir con los objetivos planteados desde el inicio?
 
Ha transcurrido cerca de un año de la nueva administración y hasta el momento no existe un pronunciamiento oficial sobre el futuro del proyecto Yachay. Hay que reconocer la desorientación y falta de interés en las políticas del Gobierno sobre un nuevo modelo factible de acumulación económica en el que la ciencia y la tecnología sean uno de sus puntales. El Gobierno está apuntando hacia los mismos modelos caducos y desgastados: el petróleo, la minería y la explotación de otros recursos naturales. Bajo ese esquema habría que preguntarse la utilidad de una ciudad del conocimiento. Definitivamente no creo que la idea de una tecnópolis o centro de investigación y desarrollo de tecnologías de punta tenga alguna viabilidad. El problema inmediato que se presenta es qué utilidad dar a una millonaria inversión en una infraestructura que está todavía lejos de ser funcional. El problema que se presenta es bastante complejo. Considero que las autoridades deberían abrir un espacio serio de diálogo y consulta con las universidades y sectores productivos para encontrar alternativas que permitan rescatar, por lo menos una parte de ese enorme despilfarro de dinero que ha significado hasta hoy Yachay. 

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