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La Venus Tropical de Evelio Tandazo

jueves, 5 septiembre 2019 - 09:50
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* Portada de Revista Vistazo, de enero de 1961.
 
Texto de Franz, escrito en 1961: 
 
UNA LLAMADA TELEFÓNICA
Suena el teléfono en la redacción de Vistazo. Es la vigésima llamada en lo que va de la mañana y tomamos el audífono un tanto fastidiados.  Reconocemos, de inmediato, la voz cordial de nuestro buen amigo Juan José Plaza.
 
- Te tengo una primicia para VISTAZO.
- ¿................?
- Sí, es uno de los desnudos femeninos más extraordinarios que se hayan trabajado en Guayaquil. Una verdadera obra de arte. Tienes que verla.
- ¿................?
- ¡Por supuesto! Figurativa y completamente figurativa, y muy criolla, muy tropical. Su autor es un egresado de la Escuela Municipal de Bellas Artes, uno de los alumnos de las clases nocturnas del maestro Palacios.
- ¿................?
- No, no, no es de los que se creen “genios” y se burlan de Miguel Ángel y Rodin. No, no es de los que llaman “reaccionarios”, para ocultar su ignorancia, a Leonardo da Vinci y a Rafael. Es un muchacho modesto, que durante el día trabaja para poder vivir y entrega a las noches su pasión creadora.
- ¿................?
- Puedes ver la obra en el taller de Soro. Allí está vaciada en yeso.
 
LA VENUS TROPICAL
El maestro Soro nos recibe cordialmente. Allí la tiene Ud., nos dice, señalando la figura que, desde la ventana del taller, nos había subyugado.
 
¿Tendremos que decir -como lo han puesto de moda- que no somos críticos de arte? ¿Ni de los de academia, ni de los de costurero, ni de los de “compromiso”? Lo creemos innecesario. En la “gran aldea” todos nos conocemos...
 
Nuestros lectores saben, desde hace mucho tiempo, que siempre decimos lo que sentimos, importándonos las “críticas” de los ingenios de café público, menos que la cabeza quemada de un palo de fósforo. Consideramos el arte, el fenómeno estético en general, como una religión -quiza la última de todas- de la cual nos sentimos modestos catecúmenos, muy distantes de los “maestros”, nacionales o importados, pero con algo que les falta a casi todos ellos: sinceridad.
 
Y a fuer de sinceros, a fuer de hombres que no temen decir sus opiniones, ni las calculan, ni las sopesan, estallamos en adjetivos, nos dejamos llevar del entusiasmo ante la presencia de la soberbia escultura que estamos contemplando.
 
Impone su belleza criolla. Grita por así decirlo, su tropicalismo, su telúrica progenie. Nada de bizantinismos asexuales, nada de adiposidades al estilo Rubens ni, dentro de las modernas tendencias, algo que recuerde las síntesis de Brancusi, Bellin o Oswald Herzog, las abstracciones de Archipenko o los esquemas se Lipchitz. 
 
LA VENUS TROPICAL de Tandazo es estereognósica, plena, integral.
 
EL ARTISTA
Describiendo a Evelio Tandazo, como quien realiza su protuariación, obtendríamos estos resultados: color moreno-cobrizo, estatura mediana, 28 años, nacido en Catacocha (provincia de Loja), introvertido y un tanto esquizo-tímido.
 
La conversación, que nos forzamos en animar, se torna a ratos monólogo, se corta, sincrónicamente, por silencios inevitables.
 
P: ¿Qué lo llevó a realizar la VENUS TROPICAL?
R: Don Juan José Plaza me animó a ello. El señor Soro me ha dado todas las facilidades deseables en su taller.
P: ¿Pero, cómo se produjo su creación?
R: Mire, ahora ya no me interesa mucho. La ví -¿comprende?- completamente terminada, hace varios meses, dentro de mí mismo. La habría podido tocar, determinar cualquier detalle. Lo demás ha sido, más que otra cosa, cuestiones de oficio, artesanía. Al maestro Alfredo Palacios le gustó mucho cuando lo vió en esqueleto.
P: ¿En esqueleto?
R: Sí, así llamamos a la construcción que hacemos antes de aplicar la arcilla y comenzar a modelar la figura. 
 
Se produce otro largo silencio. Vuelvo a la carga.
 
P: ¿Sus ideas sobre el arte, sobre las corrientes actuales especialmente?
R: Bueno, yo soy realista, pero cuando siento un motivo que se aparta un tanto de los moldes clásicos lo realizo sin prejuicios de ninguna clase. Yo, ante todo busco la verdad, la busco con angustia. Creo en el legado maravilloso de los maestros de ayer, no obstante...
 
COROLARIO
Evelio ya no tiene nada que aprender aquí, se impone el viaje afuera, el contacto directo con las realizaciones estéticas de las grandes culturas de todos los tiempos. Si esto no es posible, si no fuera aconsejable por el momento, hay que darle trabajo dentro de su capacidad creadora. Pasar al mármol, o al granito, su VENUS TROPICAL y las otras obras que realice. Propiciarle una exposición. Ayudarlo de forma directa. 
 
De otra manera, si nos contentamos con aplaudirlo, con brindarle unos cuantos elogios y dejarlo solo, será difícil, muy difícil -muy duro especialmente- que este ecuatoriano, que este humilde muchacho de Catacocha con tan extraordinaria capacidad artística, no se frustre, no se trunque, dejando de entregar a la plástica ecuatoriana opimos frutos.
 
 
 

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