El incidente ocurrió fue publicado el lunes 18 de septiembre por el medio local ABCTV, en el que trabaja la mujer. Con su bebé en brazos, la comunicadora, llamada Kristen Drysdale, escribió los datos personales del menor en la página gubernamental, dando por sentado, según contó después, que el nombre no iba a ser aceptado por la entidad.
La jocosidad que exhibió al realizar este proceso se esfumó por completo cuando, días después, recibió un documento oficial en el que se certificaba la legalidad del nombre del bebé, pese a que era la misma palabra con la que es referida la potente droga psicoestimulante, sumamente adictiva.
“Pensamos que seguramente sería rechazado. No sé cómo coló”, declaró Kirsten, quien recibió críticas por exponer a su niño a llevar un nombre tan absurdo. Las comentarios en su contra se redujeron cuando aseguró que el registro civil reconoció la admisión del nombre como un error y explicó que su bebé tendría un nombre diferente, mucho menos notorio.
En adición, la periodista sacó provecho de la situación al alegar, con el caso de su hijo como base, que el mecanismo de verificación de nombres del registro civil de Australia evidenciaba fallos y no tenía una lista establecida de nombres prohibidos.
La entidad, por su lado, se comprometió a reforzar sus barreras en línea para estos incidentes y atribuyó lo sucedido a un proceso automático del sitio web.