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Ingrid Betancourt narra el dolor que vivió durante los 7 años que fue secuestrada por las FARC

lunes, 14 septiembre 2020 - 08:59
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La excandidata a la Presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt, relató el dolor que vivió durante los casi siete años que vivió como rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Narró sus duras experiencias en el marco del espacio virtual “Contribuciones a la Verdad” organizado por la Comisión de la Verdad de ese país.

Betancourt y su asesora de entonces, Clara Rojas, fueron secuestradas en 2002 cuando se dirigían al poblado de San Vicente del Caguán en el departamento del Caquetá.

Casi siete años después de estar retenida y encadenada en la selva colombiana, en 2008 fue liberada gracias al operativo militar denominado “Operación Jaque”, cuando era presidente de Colombia Álvaro Uribe, y Juan Manuel Santos era ministro de Defensa.

“El secuestro no se acaba el día de la liberación, no tiene fecha de vencimiento, porque es una realidad que se vuelve casi una realidad genética del secuestrado. Cambia nuestra forma de ser, de ver el mundo y comunicarse con el otro”, dijo la política colombiana para dimensionar el trauma y las duras secuelas que puede dejar un secuestro.

Según Betancourt, el secuestro acumula una serie de crímenes en sí mismo: “El secuestro es el peor de los crímenes porque los une a todos, es el descuartizamiento de la dignidad, la usurpación del nombre y de la voz, es la anulación del ser humano, es, a final de cuentas, una tortura". Con voz fuerte y llena de nostalgia reiteró: "El secuestro es el asesinato de la identidad porque la persona muere lentamente y si tiene la suerte de ser liberada, cuando sale vivo de ese calvario, se da cuenta que es otra persona”.

Lea también: “Perdón no es olvido. Tampoco es impunidad”: Las 'sádicas' torturas de las FARC contra Íngrid Betancourt

Consultada sobre la reinserción a la vida civil de los responsables de su secuestro, ella respondió: “Soy una persona de fe, y muy sinceramente el ser humano está llamado a transformarse y a cambiar, esto es valido para quienes me secuestraron”.

Y continuó: "Ellos, no todos, tienen una inmensa dificultad en decir que fue un secuestro lo que hicieron y no una retención; algunos tienen la capacidad de maquillar la verdad. Por ejemplo, han dicho que a mi se me puso una cadena en el cuerpo como forma de protegerme para que no muriera en la selva si intentaba escapar, les queda muy difícil reconocer que lo que hicieron fue ponerme una cadena como un animal, ellos me tenían ahí para ser una cosa canjeable, para disponer de mi vida. La aproximación de la toma de conciencia pasa por la negación, para ellos tiene que ser muy violento verse en el espejo del posacuerdo para darse cuenta que todos esos abusos amparados supuestamente en el conflicto ideológico, todo eso con lo cual trataron de maquillar el horror, hoy en día eso se cayó”.

Cuando le preguntaron si algún miembro o vocero de las extintas Farc la había llamado para ofrecerle un encuentro de reconciliación y perdón, Betancourt confesó que sí, pero que ella les dijo que debería ser un acto privado y no mediático. La reunión jamás se dio. Ella aseguró que hasta que no se haga una declaración sincera, sin fotos y con la certeza de que no va a ser una instrumentalización “electorera” del sufrimiento de las víctimas, no se va a reunir con ellos. “Habrá algunos valientes que sin darse justificaciones dirán «esto fue lo que sucedió y así fue como sucedió, si pudiera revertirlo lo haría y me arrepiento», pero eso cada quien lo tiene que hacer solo. Nosotros no podemos obligarlos sino darles las condiciones para que lo hagan", agregó.

Para Betancourt, el verdadero reto de las víctimas del conflicto armado en Colombia es poder salir de la polarización que dejaron estos hechos como ciudadanos.

“La guerra es un extraordinario instrumento de impunidad para los corruptos. Con la paz entramos a ver el problema real, el problema no es que la guerra creó la corrupción sino que la corrupción creó la guerra, es la corrupción la que necesita la guerra. La paz es importante porque poco a poco podemos aliviar la carga emocional para ver la gangrena de la corrupción”, concluyó.
 

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