La mañana del pasado 22 de febrero inició como cualquier otra para Laken Riley, una joven estudiante de la Universidad de Augusta, en Georgia, Estados Unidos, quien corría para ejercitarse casi todas las mañanas, escuchando música con sus AirPods.
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Cuando su compañera de cuarto notó que Riley no había regresado a casa como era habitual, comenzó a llamarla junto a otras amigas, quienes impulsadas por la preocupación, pues no obtenían respuesta, salieron a buscarla por los alrededores de la residencia.
Ellas intentaron dar con el paradero de Riley usando la función a distancia "Encontrar" de su iPhone, pero la señal parecía estancada, con la última ubicación apuntando a un inhóspito sendero cercano a la cercana Universidad de Georgia.
Al mediodía, después de varias horas sin resolverse el misterio y con su familia ya enterada, la joven fue reportada como desaparecida. Tras ello, un policía llegó a la zona boscosa en la que su iPhone indicaba que se encontraba para revisar el lugar.
Las autoridades que condujeron el análisis de la escena del crimen y los análisis forenses revelaron rápidamente que la joven había sido golpeada fuertemente en la cabeza con una roca varias veces y asfixiada.
Durante muchos meses no se encontró un sospechoso, pero equipos de tecnología moderna han traído nuevas revelaciones dentro del caso.
Los detalles de la muerte de Riley, y los avances tecnológicos que jugaron un papel crucial en la investigación, se han revelado gradualmente durante el juicio por homicidio de José Ibarra, un migrante venezolano indocumentado acusado de asesinar a la joven tras un intento frustrado de violarla.
Los fiscales creen que Ibarra, de 26 años, es responsable de la muerte de Riley, y durante las primeras audiencias del juicio se presentaron pruebas clave que apuntan a su culpabilidad. Según los fiscales, el ADN de Ibarra fue hallado en el teléfono de Riley, lo que sugiere que estuvo en contacto con ella en los momentos finales de su vida.
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Uno de los hallazgos más sorprendentes fue una huella dactilar del pulgar izquierdo de Ibarra, que coincidió con el ADN encontrado en el teléfono de Riley. Además, los datos de su reloj inteligente y las llamadas realizadas por la joven proporcionaron una cronología detallada de su lucha por sobrevivir.
Durante el juicio, la defensa de Ibarra argumentó que cualquier evidencia que lo vincule al crimen es "circunstancial" y no prueba de manera concluyente su implicación en el asesinato. Sin embargo, los fiscales sostienen que el ADN de Ibarra, junto con la información proporcionada por la tecnología, como las huellas dactilares y los registros de llamadas, ofrece un perfil claro de lo que ocurrió en los últimos momentos de la vida de Riley.
Ibarra enfrenta los siguientes cargos: asesinato con alevosía, secuestro con lesiones corporales y agresión con agravantes con intención de violación
A las 9:10 a.m., pocos minutos después de haber comenzado su carrera, Riley activó la función SOS de su teléfono y realizó una llamada al 911. Según los registros, la llamada fue desconectada, pero los operadores intentaron devolverla sin éxito. Los fiscales creen que en esos momentos Riley estaba luchando por su vida mientras intentaba pedir ayuda.
Los datos del reloj inteligente de Riley, que estaba monitoreando su frecuencia cardíaca, revelaron una caída dramática en su ritmo cardíaco, lo que indica que la joven estaba en una lucha física con su atacante. La frecuencia cardíaca de Riley continuó mostrando una disminución constante hasta que, a las 9:28 a.m., el reloj dejó de registrar movimiento. Fue en ese momento que el corazón de Riley se detuvo.