ENTREVISTA PUBLICADA EN MAYO DEL 2019
Al llegar a la urbanización La Laguna, en la vía a Samborondón, Guayas y preguntar por la residencia del expresidente Gustavo Noboa, las instrucciones son precisas: “Gire a la derecha, es la casa donde se encuentra un carro viejo, con la llanta ponchada”. En efecto, en las afueras está un Hudson de la década del 40, sin abolladuras y con la llanta baja. Con su habitual buen talente, Gustavo Noboa explica que el carro lo compró hace muchos años en $400 dólares, que le cambió el motor por uno de Toyota y que no puede cambiar las llantas porque son pequeñas y no las encuentra en el mercado. “Me encantan los autos antiguos. Cuando en un viaje paseaba por La Habana con Fidel Castro, yo miraba de un lado para otro. Fidel me dijo: ‘Estás impresionado por la mujer cubana´. Le respondí: No, por los autos. Cuba es un paraíso de autos antiguos”.
Está retirado de la política, a la que dice llegó “prestado”, pero ha vuelto para una colaboración cívica pedida por su amigo Julio César Trujillo: buscar las firmas para una consulta popular que elimine el Consejo de Participación Ciudadana. “Ese Consejo fue el brazo ejecutor de una dictadura para nombrar a las personas que eran afines al movimiento del gobierno y devino en un monstruo. El voto nulo y blanco en las pasadas selecciones reflejan que la ciudadanía no está de acuerdo con el sistema. En la Asamblea, hay más pluralidad. Si se mantiene el Consejo es una tentación maravillosa para que cualquier gobierno quiera poner en los cargos de control a gente suya y esa tentación hay que impedirla. El gobierno de A o B puede hacer lo mismo que la Revolución Ciudadana”.
La amistad con Julio César Trujillo nació a fines de los 70 en la campaña presidencial de Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado. En esa época a la Democracia Cristiana en Ecuador, el expresidente socialcristiano León Febres Cordero los bautizó como “sandías”: verdes por fuera rojos por dentro. “Cuando nació la Democracia Cristiana en Italia y Alemania se basaba en la doctrina social de la Iglesia, que habla de comunitarismo, no comunismo ni socialismo pero cuando se llevan principios a la práctica pueden ocurrir distorsiones. Sin embargo, los hombres cambian no pueden quedarse en lo que fueron a sus 30 años. La mayor transformación la he visto con Osvaldo Hurtado”.
Gobernador en Guayas de Osvaldo Hurtado. 1983. León Febres Cordero bautizó a los miembros del partido de Hurtado como “sandías”: verdes por fuera rojos por dentro,
por considerarlos casi comunistas. “Los hombres cambia, nada más sorprendente que Osvaldo Hurtado”.
A pesar de que fue gobernador en Guayas durante la presidencia de Hurtado y después fue vicepresidente de Yamil Mahuad, también del mismo partido dice que nunca se afilió. “No soy partidario de ser miembro de un partido, porque me gusta mantener mi libertad de pensar y actuar”. Esto, sin embargo, no significa que no crea en ellos. “Son definitorios para una democracia. El problema es que en Ecuador no ha existido una organización política recta, sino partidos populistas, que son facciones de intereses que se juntan para una campaña. El partido de Velasco Ibarra lo fue. Su lema: ‘Con Velasco, churrasco´; CFP tenía ideología de izquierda, pero era populista, su lema ‘Pueblo contra trincas’. Febres Cordero tenía una idea liberal, pero fue populista. Su oferta: ‘Pan, techo y empleo’ fue mafiosa .¿Quién puede estar contra pan, techo y empleo? Desafortunadamente en Ecuador la democracia es muy compleja. Hay demócratas como Raúl Clemente Huerta y expresidentes como Camilo Ponce y Galo Plaza, que perdieron frente al populismo. Los partidos políticos verdaderos se cuidan de ofertas mentirosas”. Aclara que ser independiente no es rehuir de responsabilidades y que él lo ha demostrado.
Con Jamil Mahuad. 1998. “La historia ha demostrado que el cargo de vicepresidente debe eliminarse.
El vicepresidente no tiene opinión, porque si dice algo causa distanciamiento y es percibido como desleal. La lealtad debe ser al país, no a los hombres”.
Se siente más cerca de la Academia que de la política. Su primer distanciamiento con Jamil Mahuad ocurrió durante la campaña, porque a él no le interesaba subirse a una tarima y dar discursos. Después hubo otros desencuentros. “La historia ha demostrado que el cargo de vicepresidente debe eliminarse. El vicepresidente no tiene opinión, porque si dice algo causa distanciamiento y es percibido como desleal. La lealtad debe ser al país, no a los hombres.” Agradece que no haber sido parte de las decisiones importantes del gobierno de Mahuad. “A pesar de haber participado antes de ser vicepresidente en la comisión que examinaba el proceso de paz con Perú, Mahuad jamás me pidió siquiera un consejo cuando él negoció la paz. Humanamente me dolió, pero después agradecí a Dios por esa distancia en aquel asunto y otros más, sobre todo en el feriado bancario”. Sostiene que se enteró de la medida por un periodista. “Después en Carondelet supe que el impulsor era Álvaro Guerrero, a quien le dije si yo fuese presidente “te meto preso este rato”. Explica también que la dolarización ocurrió tras una llamada de Jaime Nebot a Jamil Mahuad. “Mahuad es una de las personas más brillantes para explicar el camino a seguir. Pero después sufría una parálisis de voluntad, que existe en psicología. Se resolvían asuntos en gabinete y luego pasaban semanas antes de que tome una decisión. Para la dolarización había hablado largamente con Domingo Cavallo, exministro argentino que impuso la convertibilidad en su país y después invitó a la fundación Mediterránea para ayudarlo, pero no decidía. Nebot le manifestó por teléfono a Jaime Durán: ‘dile a Mahuad que si no dolarizaba, se cae’. Durán le respondió ‘dígale Ud. mismo’ y pasó el teléfono a Mahuad”.
Ha visto con buenos ojos el debate reciente sobre la paternidad de la dolarización. “Mientras haya debate se le aclaran las cosas a la gente más joven. Yo no dicté la dolarización, pero fui él encargado de hacerla funcionar. En la decisión de continuar la medida comprendí la soledad del poder, que no es otra cosa que cuando tienes que decidir un asunto trascendental solo. Les pregunté la noche de mi juramento como Presidente a varias personas muy cercanas a mi sobre si mantener o suspender la dolarización y nadie me respondió…esa es la soledad del poder”.
De su paso por el poder como presidente le quedó un enfrentamiento con quien entonces era alcalde de Guayaquil León Febres Cordero, dos años en el exilio y 10 meses con arresto domiciliario. “Febres Cordero tenía que atacar a alguien, no sabía si a mi hermano Ricardo o a mí. El más notorio era yo. Tenía una gran preferencia por la empresa eléctrica –EMELEC- y cuando decidí la terminación de ese contrato, dijo que mi hermano y yo queríamos llevar la empresa a Quito. Le respondí que no tenía fuerza ni para cargar una turbina”.
Entre los dos hubo un intercambio constante de frases mordaces. Febres Cordero, lo llamó el “bobo de la yuca” y él, a su vez, lo comparó “Olafo” de la tira cómica. Aclara: “No fue Febres Cordero quien me dijo aquello si no alguien de sus cercanos. A él le sacaba de quicio que me burle diciéndole viejito amargado. Un fin de semana, en la serie de Olafo leí que él pegó a Helga su esposa, a su hijo Hamlet y al perro Chiripa por lo que me pareció igualito a Febres Cordero. “ No obstante, se interpretó que lo hacía por el sombrero de cuernos de Olafo. "Nunca porque no iba a ofender a quien respete y fue mi amiga”.
Apenas concluyó la presidencia, León Febres Cordero que había sido elegido diputado lo acusó de peculado en la negociación de la deuda, por lo que debió exilarse en República Dominicana durante dos años. “La justicia es un bien invalorable. Lo digo yo que estuve en indefensión por más de tres años”. ¿Fue Febres Cordero quien politizó la justicia? “No. Siempre hubo politización, pero Febres Cordero lo hizo a un grado incomparable hasta entonces”. ¿Y Rafael Correa, lo superó? “Me duele decirlo porque hubiese preferido que León Febres Cordero mantenga el liderazgo en la corrupción de la justicia, pero Correa lo sobrepasó. Si Febres Cordero controlaba el 80% de los jueces, Correa tenía el 99%”.
En 2000 junto al alcalde León Febres Cordero, quien lo forzó después a ir al exilio. “Hubiese preferido que León Febres Cordero mantenga el
liderazgo en la corrupción de la justicia, pero Correa lo sobrepasó. Si Febres Cordero controlaba el 80% de los jueces, Correa tenía el 99%”.
Sobre Rafael Correa también tiene una profunda decepción, a pesar de que pidió la amnistía judicial a su favor. “El pidió la amnistía, pero fueron asambleístas amigos y otros conocidos los que la tramitaron. Creo que pensó que con eso me callaría, pero no lo iba a hacer”. Admite que desde joven Rafael Correa, quien junto a su hermano Fabricio fueron parte de los grupos cristianos que Noboa promovía, “tenía un carácter muy difícil. Él trabajó bien cuando estuvo en la Universidad Católica, pero hay que tener miedo de los seres humanos cuando tienen poder, el poder los cambia. Cuando el presidente Palacios lo nombró ministro de Finanzas y eliminó el fondo de ahorro- creado en mi gobierno- para convertirlo en dinero de caja, mintiendo que era para pagar la deuda externa, supe que habría problemas. Le pide a una persona cercana que hablé con los presidentes de las Cámaras para que le digan al presidente Palacio que le pida la renuncia para ayer, porque hoy es muy tarde. La respuesta fue que yo estaba amargado. No lo soy ni cuando pierde Barcelona”.
Más bien es un optimista por naturaleza, pero no encuentra aspectos positivos en el gobierno de Rafael Correa. “Siempre debe haber algo de bueno, pero con el pasar del tiempo di go en broma, si mandaban a comprar una docena de caramelos de menta, tenía sobreprecio. Cada día encontramos tantas cosas con sobreprecio”. ¿No tenían las manos limpias y los corazones ardientes? “Es una mentira y mentir a un pueblo es traición, más aún cuando el pueblo es pobre y las necesidades son tantas. Se ha despilfarrado en el Aromo, en Assange. Yachay es una farsa. La justicia determinará cuán grande es la deshonestidad de Correa, pero de mentiroso no lo salva nadie”. Añade que como educador le duele ese despilfarro y la corrupción. “¿Cuándo equivale eso en escuelas, en capacitación, en docentes, en maestrías?” ¿Sin embargo, Correa sostuvo que había hecho la mayor inversión en educación en la historia del país? “Desgraciadamente fueron un grupo de anarquistas, amargados, totalitarios, que casi liquidan a las universidades”.
Casa de Retiro en Data, 1984. De pie: Rafael Correa, Víctor Almeida, Carlos del Pozo, Alberto Dahik, Paúl Flor, Ernesto Weisson, Kennth Sehpard, Mario Patiño, Rodolfo Barniol, Víctor González.
Sentados. Diego y Susana Noboa Baquerizo, Gustavo, Juan Cavanna, Fabricio Correa, Javier Ortiz, Carlos Borja, Xavier Chávez, Eduardo Peña.
En ellos, Noboa incluye a Ricardo Patiño, quien fue su pupilo en los grupos cristianos. “Lo conocí desde los 15 años. Se hizo de extrema izquierda cuando fue a la Universidad en México. Si algo respeté fue la libertad de los jóvenes. De mis pupilos surgió Alberto Dahik, quien es diametralmente opuesto a Raúl y Ricardo Patiño. Hubo de todas mentalidades, lo que nos unía es un pensamiento evangélico de hacerle bien a la gente. Ricardito (Patiño) se volvió un revolucionario sandinista con Ortega, entonces con Correa aprovechó la situación que le brindó la vida. Dios les cría y ellos se juntan contra los demás. No son demócratas”. ¿Ha muerto políticamente Rafael Correa? “Correa es un líder, tiene el carisma de ofrecer lo que la gente quiere oír. Las sabatinas no eran otra cosa que una respuesta a un pueblo amante de las telenovelas. Aunque si las cosas siguen complicándose jurídicamente para él, no regresará pero siempre intentará no morir políticamente”.
Concluye que aspira que el actual presidente Lenin Moreno ejecute más acciones. Dado el volumen de las denuncias “debería haber 24 presos de primera, pero la Justicia sigue en manos de Correa. Ojalá que la nueva fiscal la enderece”. En lo económico se está haciendo las cosas pero el camino es duro por tanto abuso. “Cuando fui vicepresidente tenía cinco empleados de carrera y no llevé a nadie. Como presidente funcioné con 12 ministerios, no con 35 como fue la década pasada…y mi gobierno no era de hace cien años, sino del año 2000.”