Los descendientes de los perros abandonados tras el accidente en la central nuclear en 1986 parecen adorables, pero pueden presentar riesgos para la población de la zona.
Los perros radioactivos que viven dentro del perímetro de exclusión en torno a la central siniestrada de Chernóbil, Ucrania, han pasado estos días a ocupar el centro de atención mediática gracias a un documental de Drew Scanlon, que recorrió la zona.
Sin embargo, como está prohibido tocarlos, ya que pueden llevar partículas radiactivas en el pelaje, los turistas se alejan de ellos.
Tras la catástrofe ocurrida el 26 de abril de 1986, miles de personas se vieron obligados a abandonar inmediatamente la zona de forma. Algunos vecinos dejaron a sus mascotas, pensando, que pronto volverían. Por ello se supone que los centenares de perros que vagan por las zonas abandonadas son descendientes de aquellos animales.