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Salud

La ayahuasca, una esperanza para el párkinson y el alzheimer

sábado, 5 diciembre 2020 - 05:32
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La sabiduría ancestral que alberga la ayahuasca –cuyos ingredientes son ilegales en la mayoría de países del mundo– no sólo se muestra en sus conocidas experiencias alucinógenas, acompañadas en ocasiones de importantes revelaciones espirituales. Ni tampoco en ser una alternativa a la hora de regular las emociones y devenir, por su efecto terapéutico, en un hipotético potencial en tratamientos de trastornos como la depresión, como ya han constatado diversas investigaciones científicas.
 
Esta bebida chamánica, propia de países amazónicos como Colombia, Perú, Brasil y Ecuador, contiene un principio activo que, además, es capaz de impulsar la formación de nuevas neuronas. Un insólito hallazgo que abre un nuevo camino para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, como el alzheimer o el párkinson.
 
Científicos de la Universidad Complutense de Madrid han constatado, tras un estudio de cuatro años, que la ayahuasca es capaz de formar neuronas en el hipocampo –una parte del cerebro que es en gran parte responsable de la memoria y el aprendizaje–, y otras células neurales como astrocitos y oligodendrocitos.
 
La sustancia responsable de inducir a ello es precisamente la misma sustancia que promueve los efectos alucinógenos en este brebaje. Se trata de la dimetiltriptamina, conocida como DMT, que se encuentra en las hojas de la chacruna (Psychotria viridis), uno de los ingredientes que forma parte de este té chamánico.
 
Según recoge el portal La Vanguardia, el posible uso de la ayahuasca pretende despertar a las células madre neurales en el adulto y convencerlas de que formen nuevas células nerviosas. Eso permitiría reponer las neuronas que mueren como consecuencia de las enfermedades neurodegenerativas. En las enfermedades neurodegenerativas, la muerte de determinados tipos de neuronas ocasiona los síntomas de patologías como el alzhéimer y el párkinson”, detalla José Ángel Morales, coautor del estudio y profesor e investigador científico del departamento de Biología Celular y de Ciberned.
 
El equipo de investigadores t rabajó primero en células in vitro y después con la inyección de ayahuasca a un grupo de ratones durante un período de tres semanas, y a intervalos regulares. A estos ratones se les presentaron una variedad de tareas diseñadas para evaluar su memoria y aprendizaje y, dicen los autores del estudio, el hecho de que se desenvolvieran mejor en estas tareas después de recibir un tratamiento con esta bebida indica que las neuronas recién formadas se habían vuelto funcionales, con lo cual las capacidades cognitivas de estos animales se vieron aumentadas.
 
La actividad de las células madre donde se forman nuevas neuronas es especialmente intensa durante el desarrollo embrionario, pero cuando crecemos su acción decae. Aún así, nuestro cerebro adulto tiene toda la maquinaria celular necesaria para la formación de nuevas neuronas, pero no la utiliza de manera regular.
 
“Esta capacidad para modular la plasticidad cerebral indica que el mismo cerebro tiene un gran potencial terapéutico para una amplia gama de trastornos psiquiátricos y neurológicos, entre los que se encuentran las enfermedades neurodegenerativas”, señala Morales.
 
Lo que motivó a la Universidad Complutense de Madrid a llevar a cabo el estudio de la ayahuasca –que significa la liana de los muertos que conecta ambos mundos–, fueron los planteamientos del farmacólogo e investigador Jordi Riba, del hospital Sant Pau de Barcelona.
 
Fue Riba precisamente quien propuso a dicha universidad una colaboración para el estudio realizado, que podría suponer un paso adelante en la búsqueda de un tratamiento eficaz para las enfermedades neurodegenerativas. Y así ha sido: “En el tratamiento del párkinson, las terapias farmacológicas actuales están destinadas a tratar los síntomas de la enfermedad y suelen ser efectivos por un período de entre 5 y 6 años, momento a partir del cual pueden tener efectos secundarios importantes. Desgraciadamente no hay tratamientos que paren la enfermedad o que la reviertan. Todo pequeño paso para un tratamiento final para estas enfermedades es muy importante”, señala Morales.
 

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