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Nacional

Opinión: ¿Cómo la barbarie, el desencuentro y el caos se apoderó nuevamente del Ecuador?

Los errores del movimiento indígena y el Gobierno en el paro nacional.

viernes, 1 julio 2022 - 16:57
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Detonante del paro de junio de 2022 fueron los errores del gobierno no solo en la anticipación y manejo de esta crisis, sino en una mala gestión política, inadecuada comunicación y falta de sentido estratégico, que ya venían desde tiempo atrás.

El gobierno de Lasso dedicado a la estabilización macro económica, sin comunicar su importancia, no fue sensible a una sociedad y unos estratos populares muy insatisfechos con la carestía de la vida, a los efectos inflacionarios globales y la decadencia de todos los servicios públicos. Tampoco continuó las mesas de trabajo y las conversaciones que ya existían desde el año pasado con la CONAIE. Crasos errores.

De esta manera estalló el paro de junio 2022 que develó aspectos poco problematizados que van más allá de entendibles reivindicaciones colectivas, de los ya citados errores gubernamentales y más allá de las expresiones de los movimientos sociales.

Así, una interpretación más integral y objetiva de estos hechos escapa para las lecturas que idealizan la protesta y que están predispuestos a condenar la represión policial, pero no al vandalismo con que la protesta se expresó, sino también a lecturas que desde el racismo o la incomprensión condenan a la CONAIE.

Estos aspectos se vieron en el sentido ritual-festivo, con danzas guerreras de las movilizaciones indígenas, protagonizadas por nuevas generaciones que irrumpieron en la vida pública como actores de un movimiento y de un pueblo ancestral. Era el bautismo guerrero de estas nuevas generaciones.

Dichas movilizaciones estuvieron dadas en la simbólica fecha del Inti Raymi que entraña renovación y la fuerza solar en los pueblos andinos. En medio de esa cosmovisión era significativo la toma de espacios que desde su óptica son el símbolo del poder, dando de este modo a la movilización un sentido de una conquista ritual y guerrera de un espacio que es el núcleo no solo de la manifestación popular, sino del ejercicio del poder político andino: la asamblea comunitaria y las decisiones colectivas.

Este lugar ha sido el Parque del Arbolito de Quito. No necesariamente la Plaza de la Independencia es el núcleo del poder para los indígenas, como lo es para la visión moderna republicana y para los blanco-mestizos.

Además el paro demostró una irrupción de las masas urbano populares desesperadas por la situación socio económica que dieron apoyo a la entrada de la CONAIE en el sur Quito, hechos no vistos antes de octubre de 2019.

Sin embargo los hechos rebasaron un paro y una protesta social. Existía ya la impunidad de los indultos que dio la Asamblea a los elementos violentos del paro de octubre de 2019 y que generó falta de respeto a ley, al orden y un pésimo precedente que daba aliento al empleo de la violencia nuevamente.

Pues aparte de los ya mencionados repertorios del mundo indígena, el Ecuador sufrió en el paro de junio de 2022, algunos hechos que fueron claramente vandálicos, terroristas, chantajistas junto a un acoso desde lo indígena-rural a los espacios de lo mestizo-occidental encajados en las ciudades de la Sierra, carreteras, florícolas, mercados, reservorios de agua potable y pozos petroleros.

Sea por las buenas o las malas la efusividad indígena en movilizaciones obligaba a que la población urbana mestiza la apoye como parte de su cosmovisión de dominio comunitario en lugar de reconocer los derechos individuales.

El amedrentar mediante caravanas las avenidas de Quito, buscando plegar al paro, eran acciones que querían demostrar la toma y el acoso al mundo mestizo urbano como parte de tácticas maoístas o de prácticas ancestrales de tomas simbólicas de espacios ajenos. Junto a estos, grupos de extremistas irrumpieron violentamente en las periferias urbanas con amenazas a locales comerciales y cortes de carreteras.

Además el paro ha develado clivajes, resentimientos y divisiones étnicas, que han caracterizado al Ecuador por siempre. Estos al encontrarse, produjeron conatos de odio y confrontación étnica que se pudieron ver entre manifestantes indígenas y vecinos opositores al paro en Ambato o en la ruta Viva de Quito por ejemplo.

Pero que también explican la reticencia de la CONAIE a sentarse en la mesa de negociaciones, hecho que además sospechosamente daba pistas de una agenda clandestina. Dichas divisiones se plasman también en desigualdades, desconfianzas y diversidades de la sociedad ecuatoriana –comunes a nuestros países-, sino en conflictos étnicos o racismo. En el plano político esto implica un choque entre un esquema de gobierno liberal democrático en una república, versus un gobierno comunitario basado en decisiones colectivas, el uso ritual de la violencia y un férreo espíritu de cuerpo.

La crónica fragilidad institucional del Ecuador y una pésima gestión política desde el gobierno de Lasso favorecieron que el paro indígena –aunque violento- sea suficiente para que se derrumbe la convivencia social y sus impactos alcancen a la economía. La demora del gobierno en responder por acatar los planteamientos de la CONAIE, generó un preocupante vacío de poder que alimentaba conatos de confrontación entre civiles, crispación y caos anárquico.

La CONAIE demostró que su poder de convocatoria y el apoyo de otros sectores les alcanza para desafiar al monopolio de la fuerza estatal, que como se vio, quedó desbordado para ejercer el control en el territorio nacional. Sin embargo al igual que todo movimiento social, su gran poder de congregación irá menguándose y desgastándose, y junto a él, el prestigio de su líder Leónidas Iza. Aupar o no saber controlar a hordas vandálicas les infringirá un costo.

Habrá que desarticular a los grupos extremistas, atender los problemas sociales, sanar las heridas que este conflicto suscitó y reestructurar la gestión política del gobierno.

JULIO PALTÁN LÓPEZ: sociólogo en desarrollo por Pontificia Universidad Católica del Ecuador, máster en política pública y candidato a Dr. en Ciencia Política por FLACSO Ecuador. Estudios superiores en Corea del Sur y España. Vicepresidente de la Sección Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia del Ecuador. Ha sido consultor, docente universitario, funcionario público e investigador histórico. Cuenta con algunas publicaciones sobre historia y estudios políticos.

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