El debate presidencial entre Daniel Noboa y Luisa González confirmó lo que muchos anticipaban: que la comunicación política ha cambiado y hoy se libra, en gran parte, en el terreno digital.
En este escenario, Daniel Noboa fue el claro ganador del debate, no solo por su discurso, sino por su capacidad de generar impacto emocional, visual y viral en las audiencias. Luisa González se mantuvo a su electorado fiel, pero no logró expandirlo ni conectarse con el público que busca una alternativa distinta al pasado.
En cambio, Noboa se posicionó como un líder moderno, enfocado en el futuro. Finalmente, más allá de las percepciones, el debate dejó algunos asuntos clave: Daniel hizo que Luisa no condene los chats de la Liga Azul y por ende, que son reales, que ella reconozca a Maduro como mandatario, que no defienda a Glas ni a su condena, que acepte que Ronny Aleaga es un delincuente y que lo hizo expulsar del partido. Luisa, de su parte, dejó sembrando la duda sobre la acusación que pesa sobre María Moreno, presidenta de ADN.
El análisis de sentimiento en plataformas como Twitter, TikTok, Facebook e Instagram muestra un patrón claro: Daniel Noboa fue percibido como el ganador del debate, superando a su contendora en todos los bloques temáticos evaluados: educación, salud y seguridad social, seguridad y crimen, y economía y empleo y gobernabilidad.
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Daniel Noboa obtuvo un 63.8% de valoración positiva frente a un 26.5% negativa, en contraste, Luisa González obtuvo un 48% de opiniones positivas, pero con un 40% de valoraciones negativas, de acuerdo a datos consultados a diferentes aplicaciones de inteligencia artificial. Noboa dominó en las plataformas más visuales TikTok e Instagram y se conectó con jóvenes candidatos gracias a un discurso moderno, firme y emocionalmente efectivo. Luisa González por su parte, mantuvo la lealtad de su base, especialmente en Facebook, pero no logró ampliar su alcance.
Esta conclusión se debió a que Noboa exhibió un dominio emocional frente a González, no respondió a los ataques duros sobre asuntos personales, sino que dijo que nunca se mete con las parejas de las personas y se dirigió a su hija Luisa, como Lulu, diciendo que ella era la Luisa Buena y la otra la Luisa Mala. González, en cambio perdió la compostura en dos ocasiones y le dijo que no se iba a dejar faltar al respeto.
Noboa también fue percibido como una persona con propuestas, un discurso moderno, atractivo para el electorado más joven, aunque con falta de profundidad en algunos temas y con un discurso con menor profundidad en sectores populares y rurales.
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González, en cambio, demostró que posee un discurso firme y coherente con la base que respalda a su partido, tuvo un buen manejo escénico, aunque recurrió a la frase que hizo famosa Guillermo Lasso frente a Andrés Arauz (Andrés no mientas otra vez). Su problema es que sus propuestas no fueron innovadoras y por ende sin conexión con los recomendados más jóvenes.
La primera parte del debate giró en torno a las propuestas en materia de educación. Daniel Noboa apostó por un discurso de modernización, enfocándose en digitalización, tecnología y conexión con el mercado laboral. Habló de becas internacionales y capacitación en áreas técnicas para los jóvenes, lo que generó reacciones positivas, sobre todo en redes visuales como TikTok e Instagram.
Luisa González, por su parte, defendió el modelo educativo del correísmo, resaltando la gratuidad y la infraestructura construida durante ese período. Aunque su mensaje fue consistente con su línea ideológica, fue criticada por no ofrecer propuestas nuevas o adaptadas al contexto postpandemia.
En este eje, la diferencia estuvo en el enfoque de cada candidato. Luisa González apeló a la emotividad, recordando el sistema de salud gratuito y el fortalecimiento del IESS en el gobierno de Rafael Correa. En Facebook, esto le trajo comentarios positivos, especialmente de votantes mayores.
Daniel Noboa optó por hablar de eficiencia, tecnología y modelos mixtos de gestión, proponiendo mayor transparencia y modernización del sistema de salud pública. Aunque su tono fue más técnico, logró conectar emocionalmente con un público joven que valora la innovación y el pragmatismo.
El eje más sensible del debate fue, sin duda, el de seguridad. Ecuador atraviesa una grave crisis relacionada con el crimen organizado, narcotráfico y violencia carcelaria. En este punto, Daniel Noboa se posicionó claramente como el favorito. Su discurso fue firme, con frases contundentes como “esto es una guerra” y la necesidad de declarar el conflicto interno armado. Su lenguaje corporal, tono y propuestas fueron viralizados en redes, generando un fuerte respaldo emocional.
Luisa González, aunque insistió en recuperar la inteligencia del Estado y desmilitarizar ciertas zonas, no logró transmitir la misma sensación de control o decisión. Fue percibida como ambigua o demasiado ideologizada, lo que le restó puntos frente a una audiencia preocupada por la inseguridad cotidiana.
En el bloque económico, los candidatos expusieron dos visiones contrapuestas. Daniel Noboa habló de atraer inversión extranjera, facilitar el emprendimiento joven y modernizar el aparato productivo con tecnología. Aunque algunos criticaron la falta de detalle, su enfoque fue bien recibido en redes sociales por su tono optimista y su lenguaje empresarial.
Luisa González, en cambio, defendió el papel del Estado como generador de empleo, apostando por la obra pública, los créditos de la banca pública y la economía popular y solidaria. Sus propuestas fueron bien recibidas por su base electoral, pero no lograron emocionar ni viralizarse como las de su contrincante.
En la última parte del debate, los candidatos ofrecieron su visión de país y concluyeron sus intervenciones. Daniel Noboa se mostró sereno, directo y con un tono institucional. Su mensaje final —centrado en la renovación, la juventud y la necesidad de mirar al futuro— fue percibido como inspirador y presidencial.
Luisa González, aunque cerró con firmeza, insistió en la defensa del legado de Correa, lo que fue interpretado por muchos como un mensaje sin innovación. La polarización de su discurso no le permitió captar nuevos votantes en redes sociales.
Luisa González mantuvo a su electorado fiel, pero no logró expandirlo ni conectar con el público que busca una alternativa distinta al pasado. En cambio, Noboa se posicionó como un líder moderno, enfocado en el futuro.