"La civilidad es difícil de legislar o codificar, pero uno sabe cuándo existe y cuándo no”, sostuvo la exjueza de la Corte Suprema de Estados Unidos, Sandra O’Connor. Esta virtud ha estado ausente en la política nacional, pero en la transmisión del mando del 24 de mayo, se la observó con nitidez en los discursos y actitudes del presidente Guillermo Lasso y la presidenta de la Asamblea Guadalupe Llori.
“Durante muchos años nuestros predecesores se encargaron de desfigurar nuestra reputación e historia... ¿Quién lo hubiera dicho que algún día un exbanquero y una lideresa indígena proveniente de la Amazonia llegarían a presidir al mismo tiempo estas dos funciones del Estado, quién lo hubiera dicho? Sin embargo, aquí estamos los dos. Listos para servir y sobre todo ansiosos de trabajar para el bien del país”, sostuvo el presidente Guillermo Lasso. Y en su discurso Llori habló de “Trabajar juntos por la reconciliación. No avivar pugnas mezquinas, legislar para combatir el COVID, y reactivar la economía”.
Ecuador enfrenta a la peor crisis en su historia republicana: un sistema de salud destruido por causa de la pandemia, una crisis económica sin precedentes producto de la misma pandemia aunados el despilfarro y la corrupción, y una crisis de valores y falta de democracia. En ese futuro oscuro, los discursos de Lasso y Llori son una luz al final del túnel, una esperanza después de una larguísima noche de autoritarismo y falta de democracia. Son un anuncio del Ecuador que añoramos todos; un país donde se procesen las diferencias con civilidad; donde se discuta con pasión, pero con argumentos; donde se considere a los opositores políticos rivales y no enemigos; donde el ego no se imponga a la razón o al interés común; donde se entienda que el país no lo hace un grupo sino lo hacemos todos. Necesitamos de unidad, definida por la misma Llori citando a Tránsito Amaguaña: “La unidad es como la mazorca, si se va el grano, se va la fila, si se va la fila, se va la mazorca”. Ha llegado el tiempo de preservar la mazorca para preservar el país.