Desde 1841, Venezuela y Guyana mantienen un diferendo por el territorio de Esequibo, una zona de 159.000 kilómetros cuadrados. En 1966 las dos naciones firmaron el Acuerdo de Ginebra según el cual los dos países encontrarían una manera pacífica de resolver las diferencias. Mas resulta que en 2015, mientras Venezuela expulsaba a las petroleras de su país, estas obtuvieron concesiones en Guyana y descubrieron importantes yacimientos en el territorio en disputa. Desde entonces, Venezuela ha venido provocando a Guyana, con la publicación de mapas en los cuales la región es parte del territorio venezolano y recientemente con un referendo que autoriza al país a incorporar dicho territorio. Maduro está en pie de guerra, solo falta movilizar a las tropas para que el conflicto estalle. Ha autorizado, además, la concesión de licencias para explorar petróleo en la zona. De su parte, Guyana también ha anunciado que está preparada para defenderse pidiendo apoyo, incluso, al Comando Sur de Estados Unidos, según su mandatario.
Guyana, en la práctica, tiene el control de la región de Esequibo. Allí viven 150.000 habitantes de su población de 800.000 y están seis de sus 10 regiones territoriales. El país es desde hace cinco años uno de los nuevos petroestados, principalmente por los descubrimientos de crudo en alta mar. De 120.000 barriles por día en 2021, su producción actual es de 400.000 y en 2026 llegará a 750.000. Esto ha disparado el crecimiento económico que este año es el más alto del mundo, 37,5 por ciento según el Fondo Monetario y el próximo año se estima será de 45,5 por ciento. Sus reservas totales se calculan en 11.000 millones de barriles.
No sorprende entonces, que Maduro reavive un conflicto que lleva casi 200 años sin resolverse. Y lo hace justo ahora, que se había comprometido a elecciones libres para que le levanten las sanciones y que puede venirse abajo, si no deja participar a María Corina Machado, candidata que lo puede derrotar en elecciones no amañadas. Usa las mismas tácticas de los dictadores fracasados que crean enemigos externos para aglutinar a sus naciones. Lo grave es que por salvar su pellejo abre la posibilidad de un conflicto bélico en la región, con consecuencias impredecibles.