El 09 de agosto del 2021, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), ha presentado a la comunidad internacional su sexto reporte sobre la crisis climática. La evaluación general de este panel de más de 200 expertos, el cual ha sido aprobado por más de 195 gobiernos, es que los gases de efecto invernadero producidos por la quema de combustibles fósiles, la destrucción de los bosques y otras actividades humanas, están inequívocamente desestabilizando el clima habitable en el que comenzó nuestra civilización. Los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera están en el punto más alto del planeta en al menos 2 millones de años. En resumen, el pensar que el Cambio Climático es una fantasía (como muchos políticos han tenido la desfachatez de vociferar en sus discursos), debería ser considerado como el mayor disparate que alguien pudiera cometer en su carrera.
Según el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, este reporte es una “alerta roja” para todos los países. Su reacción no es para menos; nuestras sociedades ya habrían causado un calentamiento adicional de 1 grado centígrado, estando ya muy cerca del límite propuesto en el Acuerdo de París del 2015, en el cual, cerca de 200 naciones, por primera vez, fueron capaces de llegar a un acuerdo para cortar las emisiones de efecto invernadero y mantener el calentamiento global por debajo de los 1.5 grados centígrados. De darse este aumento, las consecuencias (como por ejemplo eventos climáticos extremos) podrían destruir a la sociedad moderna.
El mismo día que la primera parte del reporte de la IPCC ha sido publicada, la noticia se difundió por la gran mayoría de medios de comunicación a nivel planetario. Este, sin embargo, no es el caso ecuatoriano. En nuestro país, la coyuntura local y las peleas entre políticos son las mayores preocupaciones, al parecer, para los canales masivos de difusión de noticias. Producto de ello, sumado a la falta de interés en este problema de la clase política, el debate sobre este tema tan crucial no termina permeando en la opinión pública. Quizás en otras ocasiones, hemos hecho caso omiso a la información presentada por la comunidad científica sobre el Cambio Climático, pero esta vez debe ser la excepción, por el bien de todos.
El Ecuador no puede darse el lujo de pensar que es un planeta a parte y que puede tomar decisiones coyunturales, sin pensar en sus impactos adversos. Eso va desde políticos en el poder que quieren duplicar la producción petrolera de su país, hasta dirigentes de organizaciones que promueven el retorno no focalizado de los subsidios a los combustibles fósiles, en un mundo que va en la dirección totalmente contraria. Ambos grupos dirán que lo hacen para proveer de un mejor futuro a sus representados, pero eso no es cierto, puesto que la humanidad va totalmente en sentido contrario, y al no lograr que el Ecuador sea parte de ese proceso de cambio, el país y su gente perderán oportunidades, en lugar de conseguirlas.
En menos de tres meses, el mayor evento sobre Cambio Climático tendrá lugar en Glasgow, Reino Unido. Se espera que el reporte de la IPCC genere compromisos nunca vistos de los países líderes globales. Dentro de esos objetivos, encontraremos que la dependencia de la era moderna a los combustibles fósiles debe terminar en esta década. Quienes no estén en esa línea, no solamente que estarán desincronizados del progreso, sino que terminarán rezagados en los nuevos tiempos, en donde la civilización luchará por evitar su colapso definitivo.