Esteban Santos

¿'Gestores de paz' o gestores del miedo?

miércoles, 9 abril 2025 - 13:57
Facebook
Twitter
Whatsapp
Email

La candidata Luisa González ha revivido una vieja receta con nombre nuevo: “gestores de paz”. El anuncio, envuelto en un discurso que apela a la reconciliación y la seguridad, no logra disimular su inspiración en los oscuros experimentos de control social implementados en regímenes autoritarios como el de Cuba, Nicaragua o Venezuela. Allí también comenzaron con iniciativas parecidas, bajo el pretexto de cuidar a los ciudadanos, terminaron anulando sus libertades y enquistándose en el poder.

Basta con mirar al norte de Sudamérica para entender el peligro. En Venezuela, los “colectivos” armados —supuestos promotores del orden comunitario— se convirtieron en agentes de represión, amenazas y violencia. En Nicaragua, los operadores del régimen de Ortega se infiltraron en barrios y universidades, no para promover la paz, sino para sembrar el miedo. Y en Cuba, los Comités de Defensa de la Revolución vigilan hasta la más mínima disidencia con una eficiencia aterradora. ¿Ese es el modelo que quiere importar González?

El término “gestor de paz” suena noble, incluso necesario en un país donde la violencia fruto del crimen nacional y transnacional nos terminó ya de explotar en la cara. Pero cuando viene de un proyecto político que ya mostró su desprecio por las instituciones, que insultó y persiguió a la prensa libre, y que condecoró la lealtad antes que la meritocracia, no podemos darnos el lujo de la ingenuidad.

Detrás de esta propuesta se esconde una visión de Estado que pretende reemplazar a la fuerza pública con lealtades partidistas, disfrazadas de activismo social. El Ecuador no necesita milicianos con chalecos de colores. Necesita policías bien pagados, bien formados y respetuosos de los derechos ciudadanos. Necesita una justicia independiente, no comités barriales con carnet político.

Es cierto que el Gobierno de Daniel Noboa enfrenta serios desafíos. El sistema penitenciario está podrido, la seguridad sigue siendo frágil y el rumbo económico es incierto. Hay más de una razón para la crítica. Pero si algo ha dejado claro la historia reciente del continente es que retroceder al socialismo del siglo XXI no es una opción, es una amenaza.

La democracia ecuatoriana aún respira, aunque con dificultad. Que no la asfixien los mismos que hace pocos años se la intentaron apropiar a punta de cadenas nacionales, sobreprecios y retórica divisionista, algunos luego de engañarle al sistema, prescritas sus causas ante la justicia, hoy serán nuevamente asambleístas.

Hoy más que nunca, Ecuador necesita reformas valientes, no regresos cobardes. Necesitamos líderes con visión, no caudillos con nostalgia.

Más leídas
 
Lo más reciente