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Carlos Rojas Araujo

Para qué están los empresarios

jueves, 23 mayo 2024 - 17:47
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    Una vez que el país cae en cuenta de que su apremio no es la inseguridad, sino los problemas económicos y la falta de empleo, ¿Qué desafío tienen los empresarios?

    Es una pregunta pertinente porque este sector es uno de los que mayor riqueza crea en la sociedad por su capacidad de invertir y generar cadenas de valor. Los empresarios son motores de innovación y contratación de mano de obra técnica y profesional. Millones de personas pueden ser felices con un trabajo estable, de calidad y menos propensas a caer en la narcodelincuencia. El Estado se beneficia por los tributos que recauda. Es un sector indispensable en la tarea del engrandecimiento colectivo. Sin embargo, y a pesar de que el presidente Daniel Noboa es, ante todo, el rostro “exitoso” de la tercera generación de un gran emporio, su gobierno carece de una misión empresarial que defina una ruta hacia el progreso.

    Se rodeó de jóvenes amigos sin pasado político relevante, pero con credenciales en el sector privado. Es así que en el gabinete hay ministros que vienen de la industria del cartón, las golosinas, el plástico, los bienes raíces, la maquinaria pesada, la seguridad privada, la aviación, el turismo. Igual pasa con asesores y funcionarios. Pero al valorar su desempeño, la impronta que sobresale es la lealtad al Presidente por encima de cualquier otra consideración.

    El caso Olón desvaneció la esperanza que podía haber en estos empresarios para impulsar una discusión sobre lo público, pues solo se vio a varios personajes, encabezados por la ministra del Ambiente, Sade Fritschi, facilitándole a la primera dama Lavinia Valbonesi el desarrollo de un proyecto inmobiliario en una zona de bosques protegidos.

    Si bien la presión pública tiró al piso esta idea, se demostró que, para los jóvenes políticos de hoy, estar en un gobierno es tener la oportunidad de hacer negocios particulares, tal y como ha ocurrido desde los años 80.

    Las cifras que retratan la realidad de un país deshecho obligarían a que todo ese talento empresarial que rodea a Noboa nos diga cómo atraer casi 40 mil millones de dólares, en inversión extranjera, para crear de manera estructural empleo de calidad. O que, de esa cifra enorme, se gestionen con urgencia 11 mil millones para recuperar la producción petrolera que le daría al Estado inmensos alivios fiscales. Y que, en esa discusión, haya un compromiso de no anteponer sus intereses personales.

    Los gremios productivos tampoco han gestionado un debate trascendente. No pelearon con decisión la pregunta del trabajo por horas en la consulta popular. Se compraron el discurso de que este era un tema indefendible, cayendo en una espiral de silencio que produjo fracturas internas, como la separación de la Cámara de Comercio de Quito del Comité Empresarial Ecuatoriano.

    Estamos por perder un escenario inmejorable para la construcción de un proyecto nacional pensado desde una mirada productiva, que obligue a la sociedad a ensayar apuestas y reformas alejadas del populismo irresponsable. Michele Sensi-Contugi, ministro de Gobierno, se equivoca al señalar que el mayor aporte de un empresario en la administración pública es la gestión y el liderazgo. ¿Y las ideas? ¿Y la ética pública?

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