Alberto Acosta-Burneo

El candado que le falta a la dolarización

viernes, 31 enero 2025 - 18:42
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Aunque la dolarización ha traído estabilidad y es ampliamente apoyada por la población, aún enfrenta amenazas latentes. Su único enemigo real son los políticos gastadores, quienes pueden usar el poder de coerción del Estado para imponer una nueva moneda. ¿Cómo pueden hacerlo si estamos dolarizados?

La clave está en el manejo que den al Banco Central. Cuando un gobierno decide “cogerse el dinero de la reserva internacional”, lo que realmente está planteando es un proceso de “expansión del balance” del Banco Central. Esto ocurre así: el Banco Central compra bonos emitidos por el Ministerio de Finanzas y, a cambio, crea un “depósito” en la cuenta del Ministerio. En otras palabras, se genera dinero nuevo, pero no te confundas: este no es dinero real. Ecuador no puede emitir dólares, por lo que realmente se crea son “ecuadólares” o dinero contable que circula digitalmente en la economía.

En una primera etapa, los “ecuadólares” incrementan la cantidad de circulante generando más actividad económica: las empresas producen más, se importan insumos y maquinaria, y el consumo también aumenta con la adquisición de bienes del exterior. Pero aquí está el problema: para estas compras internacionales y los retiros de efectivo locales solo se pueden usar dólares verdaderos. Los “ecuadólares” no tienen valor fuera del país ni pueden ser transformados en billetes. Esto provoca una pérdida acelerada de las reservas internacionales del Banco Central.

Cuando las reservas comienzan a agotarse, el gobierno se ve obligado a implementar restricciones a los flujos de divisas hacia el exterior. Estas restricciones suelen tomarla forma de aranceles, salvaguardias cambiarias y normas técnicas, encareciendo productos importados. Esto destruye la capacidad de compra de los ciudadanos y erosiona la competitividad de la producción nacional. En un caso extremo, cuando el Banco Central se queda sin reservas suficientes para cumplir con sus obligaciones, podría ocurrir una desdolarización forzada. Este proceso no sería ordenado ni planificado, sino el resultado de una crisis financiera de gran magnitud, con efectos devastadores para la economía y la población.

Aunque actualmente es ilegal la emisión de “ecuadólares” gracias a la Ley de Defensa de la Dolarización, esta Ley puede ser derogada en cualquier momento. En otras palabras, contamos con un “candadito” que protege a la dolarización, pero no es suficiente para garantizar su permanencia a largo plazo. Necesitamos un “candado” más fuerte, una defensa estructural y constitucional que blinde nuestra estabilidad financiera. Es imprescindible implementar tres medidas fundamentales:

1• Cerrar el Banco Central: Sin un Banco Central operando como intermediario, se elimina la posibilidad de crear dinero contable que desequilibre la economía.

2• Prohibir la emisión monetaria en la Constitución: Incorporar esta prohibición en el marco legal más alto evitaría que cualquier gobierno pueda revertirla con facilidad.

3• Establecer un ancla fiscal fuerte: Limitar constitucionalmente el gasto y el endeudamiento público es clave para prevenir que el gobierno intente financiarse mediante mecanismos que pongan en riesgo a la dolarización.

Estas medidas no solo protegerían el sistema actual, sino que también fortalecerían la confianza de los ciudadanos y los mercados en la estabilidad económica del país. La dolarización nos ha demostrado que es posible vivir sin los efectos devastadores de la emisión descontrolada, como la inflación y la devaluación. Ahora nos toca blindarla para garantizar que siga siendo un pilar de estabilidad y prosperidad para las futuras generaciones.

¡Defendamos la estabilidad de nuestro dinero y nuestro futuro!

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