Cada 21 de marzo y 21 de septiembre, las redes sociales y las floristerías se llenan de un color en particular: el amarillo. Regalar flores de este tono se ha convertido en una tradición que crece año tras año, vinculada al equinoccio de primavera y a una canción que marcó a toda una generación.
La costumbre de obsequiar flores amarillas se popularizó gracias a la telenovela argentina ‘Floricienta’, que en 2005 inmortalizó el verso: "Ella sabía que él sabía, que algún día pasaría. Que vendría a buscarla, con sus flores amarillas". Desde entonces, cada equinoccio de primavera, muchas personas esperan recibir o regalar estas flores como símbolo de amor y esperanza.
El equinoccio es un fenómeno astronómico en el que el Sol se posiciona directamente sobre la línea ecuatorial, provocando que el día y la noche tengan la misma duración. Ocurre dos veces al año: en marzo, cuando marca el inicio de la primavera en el hemisferio norte, y en septiembre, cuando da la bienvenida a la primavera en el hemisferio sur. En ambos casos, se considera un momento de renovación y nuevos comienzos, lo que refuerza el significado de las flores amarillas.
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Aunque la canción de Floricienta le dio un tono romántico a esta tradición, las flores amarillas representan mucho más que el amor en pareja:
Amor verdadero: Inspirado en la historia televisiva, regalar flores amarillas es visto como un gesto de compromiso y anhelo por compartir la vida con alguien especial.
Amistad y felicidad: El amarillo es el color de la alegría, la juventud y la conexión entre amigos.
Renovación personal: Muchas personas han adoptado la costumbre de regalarse a sí mismas flores amarillas como símbolo de energía positiva y nuevos comienzos.
Cada tipo de flor amarilla tiene un mensaje especial:
Girasoles: Representan admiración y energía positiva, girando siempre en busca de la luz.
Margaritas amarillas: Simbolizan pureza y nuevos comienzos.
Orquídeas amarillas: Asociadas con la fuerza interior y la resistencia.
Narcisos amarillos: Un símbolo de esperanza y renovación.
Caléndulas: Con su vibrante tonalidad amarillo-naranja, evocan calidez, pasión y creatividad.
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Más allá de su origen en una telenovela o su conexión con los equinoccios, regalar flores amarillas se ha convertido en una expresión de emociones positivas y buenos deseos. Ya sea para un ser querido, un amigo o como un regalo para uno mismo, estas flores traen consigo la promesa de un nuevo comienzo y la celebración de la luz que habita en cada persona.