El estrés puede provocar una serie de daños en el cabello, no solo la caída capilar

La aparición prematura de canas, la falta de brillo y la secreción sebácea pueden ser síntomas de estrés

13 agosto 2021 - Bienestar

De 50 a 100 cabellos diarios es lo normal que se caiga. Pasada esa cifra no hay que alarmarse, pero ya debe prestar atención. Así lo afirman los expertos. Una de las pistas para tomar en cuenta es en el momento del lavado o cuando se va a peinar y ve una caída excesiva, según Gisel Salvador, dermocosmiatra y esteticista. La alopecia capilar, como se denomina a la caída del cabello, se produce por muchos factores, según los especialistas consultados. Van desde los antecedentes genéticos, que es lo más común, hasta lo emocional.

Tenemos más que asumido que el estrés, aunque sea pasajero, puede provocar una caída efímera del pelo. Sin embargo, el cabello tiene otras formas de decirnos que algo no va bien y que los nervios y la ansiedad también le afectan de otras maneras más inesperadas.

Más grasa (y caspa)

Que el pelo se engrase con facilidad, que tenga un brote de caspa o que pique el cuero cabelludo, pueden ser señales de alerta sobre nuestros niveles de estrés. Así nos lo explica el dermatólogo Eduardo López Bran, director de la Clínica Imema de España. “Es bien conocida la relación entre el estrés y la caída del pelo, pero es menos frecuente que nos hagamos eco de la influencia que una situación mantenida de estrés puede tener sobre nuestro cuero cabelludo. El estrés conlleva aumento de la secreción de grasa y favorece el desarrollo de descamación o caspa. Una enfermedad del cuero cabelludo como la dermatitis seborreica, que afecta a un elevado porcentaje de la población adulta y que cursa con enrojecimiento y descamación, guarda una relación directa con las situaciones de estrés”, explica.

Falta de brillo

Aunque en muchos casos que el cabello esté pajizo y sin brillo puede ser resultado de una mezcla explosiva de sol, coloración y deshidratación, también puede tener relación con el estrés. “La piel en general y el pelo en particular son el reflejo de nuestro estado anímico. Cualquier alteración en nuestro estado psicológico se va a reflejar en nuestro pelo que perderá brillo y tendrá un aspecto menos lustroso", explica Bran.

Aparición repentina de canas

Es otra de las consecuencias que tiene el estrés en el cabello. Así nos los explica la doctor Elena Martínez, dermatóloga de Clínica Pilar de Frutos a nivel mundial: “El estrés influye también en la aparición de canas, acelera el ciclo natural del pelo, de forma que el folículo de forma rápida se ‘vacía’ de este pigmento; existe una condición conocida como canicie súbita o síndrome de maría Antonieta, en el que el pelo de forma rápida y brusca se torna cano, asociado a niveles elevados de estrés".

La doctora Martínez nos confirma en una entrevista para Vouge que el estrés aumenta los niveles de cortisol y que es precisamente cuando estos niveles bajan cuando se acelera el ciclo natural del pelo y, por tanto, se produce la caída masiva. Pero no, no es una caída irreversible ya que este pelo vuelve a nacer, aunque si los niveles de estrés se mantienen, se volverá a caer”. Por tanto, lo ideal es atacar la causa del problema y rebajar los niveles de estrés. “Cuando el origen del problema es el estrés lo ideal es aprender a controlarlo o canalizarlo.

Uno de nuestros consejos en la consulta es: mantente tranquila que el pelo se recuperará. Pero esto es complicado. Cuando el estrés se hace evidente a nivel físico supone un mayor nivel de estrés que hace que esto se mantenga más en el tiempo de forma que los efectos derivados se mantendrán también más. Desde el punto de vista dermatológico sí podemos ayudar a ‘resetear’ ese ciclo del crecimiento con la terapia de plasma rico en plaquetas mediante mesoterapia en el cuero cabelludo. Pero este es un tratamiento para recuperar el pelo de esta situación, cuando el paciente se ve con menos caída tiende a relajarse y esta situación tiende a llegar a su fin, aunque lo ideal es tratar la causa y no la consecuencia pero es complicado ya que muchas veces no se identifica claramente la fuente de estrés", explica.

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