Ecuador fue sancionado por no garantizar la sostenibilidad en el comercio de tiburones. El experto Alex Hearn explica esta problemática ambiental y plantea posibles soluciones que deberían entrar en acción lo antes posible.
*Esta publicación forma parte de una alianza con Mongabay Latam
La riqueza marina de Galápagos no es cuestión de suerte. Casi todas las islas de este archipiélago son volcanes formados por erupciones de magma que es la roca fundida atrapada en lo más profundo de la tierra. Este punto caliente volcánico crea un “efecto de isla” donde se juntan las cuatro corrientes en la línea equinoccial: la corriente de Cromwell, la de Humboldt, la de Panamá y la contracorriente ecuatorial del Norte.
Estos factores la convierten en un hábitat ideal para atraer vida marina e impulsar la biodiversidad, una singularidad que motivó al biólogo pesquero de origen inglés, Alex Hearn, a iniciar en 2002 una carrera de investigación en el archipiélago.
Llegó cuando tenía 27 años para evaluar las pesquerías del pepino de mar (Isostichopus fuscus) y la langosta espinosa (Panulirus argus) que junto con el atún de aleta amarilla (Thunnus albacares), la albacora (Thunnus alalunga) y el bacalao (Mycteroperca olfax) son parte de las 60 especies marinas más explotadas para actividades comerciales en la reserva marina.
En medio de su primera investigación, el biólogo se encontró con algo que cambió el rumbo de su carrera: el palangre, un arte de pesca formado por una línea principal flotante de la que se desprenden varías líneas secundarias que llegan al fondo del océano. Puede superar los 40 kilómetros de extensión y tener más de dos mil anzuelos con carnadas para capturar a las especies.
Este sistema suele utilizarse para capturar peces pelágicos como el atún (Thunnus) o el pez espada (Xiphias gladius), porque requiere de menos esfuerzo. El problema es que el palangre no distingue los animales que captura, así que es responsable de la muerte de miles de tiburones, tortugas o mamíferos acuáticos que muerden sus anzuelos. A esto se lo conoce como pesca incidental que es cuando se capturan otras especies por accidente. “Quería realizar un documento técnico sobre el impacto del palangre y me di cuenta de que no había información sobre los tiburones”.
Su carrera dio un giro y se inclinó hacia la conservación de estos animales amenazados por la sobrepesca, pues desde 1970 la abundancia global de estas especies disminuyó en un 71 %, lo que representa alrededor de un tercio de todos los peces cartilaginosos del mundo, de acuerdo con una investigación denominada “Medio siglo de disminución global de tiburones y rayas oceánicos”, publicada en la revista Nature.
Las Islas Galápagos se convirtieron en el hogar de Alex Hearn y desde allí continuó con las investigaciones, trabajó en temas de pesquería, zonificación (división de un área) y conectividad de la reserva marina. En 2006 elaboró el programa de investigación y conservación de tiburones en esa región y se convirtió en uno de los creadores de la red regional MigraMar, una red internacional de científicos que trabajan en investigación y conservación de especies marinas migratorias.
Actualmente es uno de los investigadores expertos en tiburones más reconocidos de la región y Mongabay Latam y Revista Vistazo conversaron con él sobre la sanción que el Comité Permanente de la Convención Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) aplicó a Ecuador el pasado 11 de marzo.
La notificación llegó desde Ginebra, Suiza: “Se recomienda que las Partes suspendan a partir del 11 de marzo del 2024, y hasta nuevo aviso, las transacciones comerciales de especímenes de tiburones y rayas provenientes de Ecuador”.
¿Que Paso? Desde 2007 el país tiene prohibida la pesca dirigida a tiburones y sólo está permitida su pesca incidental. El problema es que por ahora no existe un límite o porcentaje máximo que pueda considerarse pesca incidental.
Debido a ese vacío, millas de tiburones continúan siendo capturados y comercializados bajo la excusa de la incidentalidad, aseguran los expertos. Además, discrepancias (por más de 33 219 kilos) en las cifras de exportaciones e importaciones de aletas de tiburón presentadas entre Ecuador y Perú, activó todas las alertas de la CITES que en noviembre de 2023 dio un ultimátum a Ecuador para que garantizara la sostenibilidad. en el comercio de tiburones.
Entre los requisitos estaba que el país determinara la capacidad de pesca exacta, pusiera límites a las capturas incidentales y estableciera cuotas de captura y comercio para tiburones con base en la información científica disponible. Pero eso no sucedió.
Alex Hearn, quien además es docente-investigador de la Universidad San Francisco de Quito, analiza en esta entrevista la sanción de CITES, los aciertos y las fallas del país para adoptar las medidas impuestas y las acciones que, desde su experiencia, Ecuador debe implementar con urgencia.
—¿Cuáles son las principales amenazas a las que se enfrentan las distintas especies de tiburones en Ecuador?
—Los tiburones son vulnerables a varias cosas. Los que van a parir a zonas costeras pueden ser vulnerables a la degradación del hábitat o la tala de manglares. También son vulnerables al cambio climático o incluso al plástico, pero todas estas cosas no se comparan con la explotación directa de la pesca. Acá lo llamamos “pesca incidental”, pero no creo que sea un término aplicable a la situación de los tiburones en Ecuador.
El país está luchando con un tema que varios países luchan: si yo digo ballena, tú dices vida silvestre; si yo digo atún, tú dices recurso pesquero; pero ¿qué es el tiburón?
Los tiburones están en esa frontera de cambio de paradigma social donde algunos componentes de nuestra comunidad todavía lo ven como un recurso pesquero y otros ya lo ven como vida silvestre.
— ¿Por qué dice que la “pesca incidental” no es un término aplicable a la situación de los tiburones en Ecuador?
Porque eso ya no se lo cree nadie [que sea pesca incidental], simplemente no es creíble. Lo podemos decir hasta que nos quedemos sin aliento. Nadie cree que no haya pesca dirigida de tiburones en Ecuador. Y la CITES lo está diciendo en su pronunciamiento.
—¿Cuáles son las consecuencias de la sobreexplotación de estos animales?
—Todos los animales tienen una mortalidad natural. Mueren de viejos, mueren por enfermedades o por depredadores, pero nosotros le estamos añadiendo nuevas causas de mortalidad. Cuando capturas de una población de peces o mamíferos más de lo que pueden reproducirse, la población comienza a descender. Por lo mismo, si alguien quiere pescar un animal silvestre debe medir su explotación de acuerdo a la capacidad reproductiva o regeneración que tiene la especie.
Hay que entender que los tiburones son especies muy diferentes a los demás peces. Ellos divergieron mucho antes que otros animales marinos y por eso tienen características de vida que los convierte en una especie muy vulnerable: crecen lentamente, se reproducen muy poco y son muy longevos. Esto les va bien en sistemas estables, pero desde el comienzo de la era industrial tienen una amenaza enorme: los humanos.
Desde los años 50 hemos sacado millones de tiburones. De hecho, se estima que entre 70 y 100 millones de tiburones son extraídos cada año a nivel global y las poblaciones no pueden reponerse a ese nivel de explotación. Por eso hay muchas especies de tiburones en peligro de extinción, porque apenas un 9 % de las pesquerías de tiburón son sostenibles.
—¿Cuál es el rol de esta especie en el ecosistema y cómo se ve afectado por la sobrepesca ?
—Si dejamos vivir a esos 100 millones de tiburones que cada año salen del mar para que sus aletas sean vendidas en su mayoría a China, eventualmente morirán de viejos. Cuando eso pasa, ese cuerpo grande, esa biomasa de tres metros, se va al fondo del mar.
Cuando ocurre este proceso natural, el carbono está siendo secuestrado y capturado en el fondo marino. Este es uno de los mecanismos para combatir el cambio climático y los tiburones cumplen un rol importante.
También ayudan a regular las poblaciones de sus presas porque son un motor de selección natural. Un estudio de hace tres años aproximadamente demuestra esta teoría. Se estudió la morfología de los peces en un arrecife con tiburones y otro sin tiburones. En el arrecife donde estaba presente el tiburón, los peces tenían los ojos más grandes y eran más esbeltos. Mientras que en el arrecife donde no había tiburón, tenían los ojos más chiquitos y estaban más gordos.
—¿Cuáles son las especies más propensas a ser capturadas en Ecuador?
—Lo que más se desembarca en Ecuador son las rabonas (también conocido como tiburón zorro). Las más comunes son la rabona pelágica (Alopias pelagicus) y la ojo grande, a la que también se le conoce como tiburón zorro (Alopias superciliosus) porque tiene la cola muy larga como un látigo. Pero también se capturan el tiburón azul (Prionace glauca) que ya entró en CITES, el tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis), los tiburones martillo (Sphyrnidae) y el tiburón mako (Isurus oxyrinchus).
Hay otras especies que salen de vez en cuando, como el tiburón toro (Carcharias taurus) que es de aguas costeras, y a veces sale algún tiburón tigre (Galeocerdo cuvier). Es muy rara la pesca incidental de tiburones ballena (Rhincodon typus) porque es muy visual y no hay mercado para eso. Generalmente la evitan, pero a veces se dan interacciones con esa especie o casos en que se enredan en los artes de pesca.
—¿Qué tanta responsabilidad cree que tienen las grandes empresas en comparación con las actividades pesqueras artesanales sobre la pesca incidental?
La pesca industrial atunera que se rige por la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), tiene una serie de regulaciones más fuertes porque quieren minimizar la pesca de tiburón. Por ejemplo, no pueden retener a los sedosos, no pueden retener a los tiburones martillo y tienen prohibido colocar redes alrededor de los tiburones ballena que era una práctica común en el pasado.
La mayoría de tiburones que son desembarcados en Ecuador son pescados cerca de la costa por la pesca artesanal, o por la flota palangrera de pelágicos grandes que si existiera la figura de semiindustrial, sería eso. Lo que pasa es que el término “artesanal” engaña un poquito, porque las personas creen que se trata de un pescador con su caña y para nada es así.
—¿Qué ha detectado dentro de las Áreas Protegidas de Galápagos? ¿Cree que también existe un problema de pesca ilegal allí?
—En Galápagos funciona un sistema para detectar las embarcaciones que entran de afuera. El asunto es que allí hay un arte de pesca que es ilegal y que captura bastante tiburón: el palangre. Hay algunos vacíos legales y falta de vigilancia que dificultan mucho el control de ese sistema pesquero que es perjudicial para la Reserva Marina de Galápagos.
También tenemos la pesca masiva, como la pesquería de pelágicos grandes (entre ellos el atún, el pez espada, o el dorado), que está desembarcando cerca de 250 mil tiburones al año en la costa ecuatoriana. Estamos hablando de otro nivel que el que ocurre en Galápagos.
—La sanción de CITES es una acción que entre otras cosas, busca prevenir que la pesca dirigida se enmascare en incidentalidad, tal como se ha denunciado. También se da luego de observar una serie de irregularidades en las exportaciones y en los diferentes eslabones de la cadena de control. ¿Qué lectura le da a la decisión?
—Me parece que está mandando un mensaje a la comunidad internacional, que cuando un país firma un tratado y lo ratifica, hay ciertas obligaciones que tiene que cumplir. Y en realidad Ecuador se ha puesto como el niño que entrega los deberes tarde y mal hechos.
No quedamos muy bien como país, pero hay que usar esto como una oportunidad para atajar realmente el problema de forma permanente.
—Uno de los problemas detectados por CITES es la discrepancia en los volúmenes de comercio reportados por Ecuador y Perú durante el 2021. ¿Por qué sucede esto?
—La porosidad de la frontera es un obstáculo. Es cierto que Perú reporta decomiso de tiburones provenientes de Ecuador con cierta frecuencia, incluso de tiburones martillos que están prohibidos (aunque provengan de la pesca incidental).
Además, hay una disyuntiva porque se trata de la misma población de tiburones martillo debido a la migración, solo que ellos (los peruanos) pueden pescar y nosotros no.
—Otro punto que mencionó CITES es que se deberá alentar a las empresas a utilizar tecnologías innovadoras para rastrear y controlar las embarcaciones.
—Las flotas ecuatorianas son rastreadas. Tienen un sistema satelital que está codificado en la ley de pesca.. En Galápagos todas las embarcaciones de pesca tienen uno. El problema es que a veces lo apagan y esa es una infracción que debe ser sancionada.
Lo otro es el tema del costo del aparato, pero cualquiera que va a explotar un recurso natural que es de todos tiene que contemplar en su plan de negocio cómo va a demostrarle al país que lo que está haciendo es sostenible. Parte de eso es la trazabilidad y la responsabilidad de tener un aparato de monitoreo.
El problema es que acá estamos acostumbrados a hacer muchas leyes, muchas normas y muchas regulaciones, pero nos falta darle seguimiento porque el trabajo no termina con una norma, sino que ahí recién empieza.
—Para dar respuesta a los requerimientos hechos en noviembre por CITES, Ecuador presentó varias documentaciones, sin embargo, esa información no fue aceptada. En su opinión ¿a qué se debe?
—El documento que he visto tiene que ver con porcentajes de pesca incidental de tiburones y parece más enfocado en medir cuál es el porcentaje actual de incidentalidad, en lugar de tener una base biológica para recomendar un porcentaje que asegure la sostenibilidad.
De todos modos, los porcentajes no son la forma más apropiada para trabajar con especies amenazadas porque no es lo mismo el 30 % de 10 toneladas de atún, que el 30 % de 1000 toneladas de atún. Eso puede ser una diferencia muy fuerte para los tiburones.
Además, se debería considerar a los tiburones por especie, porque no es lo mismo un tiburón que pueda tener dos crías al año, que un tiburón que pueda tener 100 crías al año. Ambos números son bajos, pero obviamente hay una diferencia grande de orden y magnitud.
Ecuador ha sido líder en tener un plan de acción para los tiburones. Yo creo que estamos en nuestro tercer ciclo de este plan de acción que tiene unas pautas muy importantes para recolectar información. Si llevamos tantos años implementando este plan, colectando información, ¿realmente lo mejor que podemos hacer es sacar un porcentaje global basado en lo que ya se hace y sin ningún fundamento biológico?
—Si los porcentajes no son la forma más apropiada, ¿cómo se debería medir el tema de captura de estas especies?
—Primero hay que ir especie por especie y ver cómo están las tendencias de las capturas, cómo están las tallas, si es que existe algún tipo de indicio de sobrepesca. Luego hay que trabajar las especies, una por una, empezando por las prioritarias, que son las más amenazadas, pero ya no hablando de porcentajes sino de cantidades, y realmente tomar medidas para evitar la captura de esas cantidades.
Porque digamos que pusimos un límite de, por ejemplo, permitir una mortalidad de mil tiburones martillo adultos al año. ¿Qué pasa cuando llegamos a esa cantidad? ¿Qué hacemos? ¿Cerramos la pesca por completo? Yo creo que hay que poner unos valores aceptables de mortalidad y al mismo tiempo medidas que nos ayuden a nunca llegar a ese valor.
—¿Qué medidas se pueden implementar?
—Hay que empezar a trabajar de forma más coordinada. Había un campaña “Acción Tiburón” que salió en 2020 y tenía que ver con evitar la captura, el comercio y el fraude de etiquetado —porque en la sierra todavía se vende tiburón por corvina—. Salió al tiempo con el acuerdo ministerial que protege al tiburón martillo y se establecía una serie de actividades. Muchas nunca se implementaron, pero ahí hay cosas que se pueden rescatar.
—¿Qué acción es prioritaria ahora?
—Hay que armar una estrategia que vaya desde el pescador al comerciante y hasta el consumidor para realmente bajar la captura. Hay cosas que se pueden hacer, como por ejemplo ver dónde están las zonas de crianza y cuáles son las épocas de parición para así evitar pescar en ciertas áreas y épocas del año. También se pueden usar anzuelos que permitan la liberación del animal vivo.
Hay un estudio muy importante que se está llevando a cabo para ver si el uso de luces puede ahuyentar a los tiburones y evitar que se enreden en redes agalleras.
Tiene que haber una estrategia coordinada y consolidada. Para eso también está el Plan Tiburón que sirve como vínculo para todas estas iniciativas. No es tan difícil, pero se requiere coordinación y motivación, que es lo que nos ha faltado en estos últimos años. La Ley de Pesca salió hace cuatro años aproximadamente y ahí dice que hay que establecer los límites permisibles. ¿Qué se ha hecho al respecto? No se ha hecho nada, y ahora que nos llaman la atención desde fuera queremos hacer algo rápido y corriendo. El resultado es que entregamos deberes mal hechos.
—Ecuador publicó una guía para identificar dientes, troncos y aletas de 42 especies de tiburones. ¿Cree que esto es un avance y podría servir para trabajar en conjunto con los países vecinos en el tema de regulación aduanera?
—Esa guía de tiburones es espectacular. No he visto nada comparable a nivel global. Los técnicos y asesores del Plan Tiburón que trabajaron en ese documento hicieron un trabajo fantástico y la idea es que sirva.
Ahora mismo va a ser mucho más fácil para los inspectores de aduana identificar cargamentos porque, debido a la sanción, no debe salir nada que sea tiburón. Pero centrándonos en el lado regulatorio, sí es necesario que los inspectores y las inspectoras puedan distinguir la aleta de una especie que está en CITES y una especie que no lo está. Este documento va a ayudar un montón, no sólo para aletas sino para los troncos e incluso los dientes.
Lo que podemos hacer con este documento es capacitar a nuestros inspectores de playas, inspectores de aduanas, y también ponerlo a disposición de los países vecinos, porque tenemos más o menos las mismas especies.
—¿Ante CITES qué queda por hacer?
—Creo que hay que tomar la sanción como una llamada de atención. Tenemos que empezar a trabajar mejor de forma interinstitucional y con el sector público y privado.
En primer lugar necesitamos transparencia y el escrutinio de todos los ecuatorianos en lo que está pasando en el mar.
Segundo, creo que es un buen momento para presentar la documentación, lo que ya se ha hecho, ver cómo se puede fortalecer y compaginar con lo que están haciendo nuestros países vecinos.
Tercero, es momento de empezar a analizar por qué los tiburones se convierten mágicamente en corvina y atún cuando suben los Andes y llegan a los mercados de Quito. Ahí hay un problema de fraude económico y hacia nuestra biodiversidad que viene desde hace tiempo.
El mensaje de todo esto es que el mundo nos está viendo. No vamos a poder seguir creando planes, normativas y luego no cumplir. La decisión de la CITES es un aviso de que esos días terminaron, que se nos va a exigir más y eso está bien. Si queremos vender nuestro producto y mostrarnos responsables con nuestro capital natural, debemos mejorar. Es momento de hacer un reset de cómo estamos manejando los tiburones en este país.
**NdR: En enero de este año fue publicada la “Guía de identificación de dientes, troncos y aletas de tiburones asociados a pesquerías de Ecuador”. Esta publicación inédita elaborada desde hace más de seis años por el Ministerio de Producción, la WWF Ecuador, Migramar y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), contiene información detallada sobre 43 de las 64 especies de tiburones registradas en el país. En ese documento se destacan las características biológicas, distribución geográfica y claves dicotómicas para ayudar a los agentes de aduana a identificar a las especies de tiburones y así evitar el comercio ilegal.