Un fenómeno casi imperceptible y potencialmente catastrófico amenaza a las especies del bosque seco tropical de Ecuador; un ecosistema que ya está en peligro crítico debido a su alta fragilidad y vulnerabilidad ante el fuego, propios de un clima con déficit hídrico, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Este enemigo invisible afecta celularmente a los animales cuyo estrés ha aumentado por perturbaciones en su hábitat natural, provocadas por actividades humanas como la extracción de madera y el sobrepastoreo de ganado, que reducen progresivamente la cubierta forestal.
Se trata de un daño genotóxico, que investigadores y científicos de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) hallaron en medio centenar de especies de aves, una de estas en situación de vulnerabilidad y muchas endémicas, que habitan en el cantón Zapotillo, fronterizo con Perú.
El biólogo Leonardo Ordóñez, que participó en el estudio publicado en octubre del año pasado, advierte que "existen altas posibilidades" de que este fenómeno se esté presentando en otras localidades de bosque seco tropical a lo largo de Ecuador.
El daño genotóxico impacta directamente en la capacidad de reproducción de las aves, reduciendo así su población. El aumento de este fenómeno podría terminar en la pronta extinción de una o varias especies de aves.
"Nos dimos cuenta de que cuando comenzaba a perderse el bosque natural y comenzaban a haber zonas más abiertas, estas aberraciones celulares empezaban a incrementar. Eso es fruto del estrés crónico, un estrés que se ha mantenido a lo largo del tiempo y causa problemas en la salud", explica el investigador de la UTPL.
"Asumimos que la degradación del bosque causa un aumento del estrés hídrico e incidencia solar (lo que incluye elevada exposición a radiación), factores que promueven el daño genotóxico, por lo que se preveía que en los hábitats con mayores disturbios la proporción del daño genotóxico sería mayor", explica el estudio de la UTPL, publicado en el portal de investigación GeoHealth.
Mediante la observación bajo un microscopio de muestras de sangre captadas de ejemplares de decenas de especies de aves que habitan en la reserva natural Tumbesia La Ceiba -lejos de zonas pobladas y agrícolas-, los investigadores detectaron anormalidades en el aspecto de las células.
Al describir las alteraciones, Ordóñez resalta que los núcleos en las células deben ser ovalados y que estas irregularidades, que denominó como una "primera alerta", se presentan como diminutas bolas a los lados de su estructura, en las cuales incluso, en ocasiones, hay quiebres.
El biólogo asegura que, pese a que las aves que habitan estas áreas traen detrás de sí un largo proceso evolutivo, las condiciones dañinas que se registran actualmente, como menor acceso a agua y mayores temperaturas, superan su capacidad de adaptación.
"De las especies que mostraron estas evidencias, al menos las que tenían mayor cantidad de aberraciones en las formaciones celulares, no están sanas. Cuando uno no está sano, no tiene en la naturaleza probabilidades de adaptarse fácilmente", destacó Ordóñez, precisando que aún se debe investigar el impacto directo a la salud que este daño provocaría en las aves.
No obstante, afirma que la condición fisiológica de animales que son perjudicados por el fenómeno se ve disminuida y comparó lo que padecen con la situación de un humano que sufre una enfermedad crónica. "No va a estar en las mismas condiciones de un individuo que esté sano", lamenta el especialista.
Los investigadores advierten que el incremento de las actividades humanas, principalmente la deforestación, sumado a una mayor incidencia del daño genotóxico, pueden generar un espiral de problemas. Lo que es peor, no solo se agravaría la situación de las comunidades de aves estudiadas, sino de gran parte de la fauna del bosque seco tropical.
Más vientos ocasionados por el cambio climático generan mayor evaporación del agua, lo que disminuye la comida y dificulta el traslado de un lado a otro. Esto a su vez, impacta en las poblaciones que quedan aisladas obligándolas a reproducirse entre especies emparentadas, lo que complica aún más su adaptación a nuevas condiciones climáticas.
"Todas las condiciones ambientales se suman y comienzan a causar en conjunto mayor daño de lo que causarían solas (...) Lo que estamos evidenciando es que posiblemente ciertas especies, al menos las que están amenazadas en el bosque seco, enfrenten la posibilidad de que en ciertas localidades puedan extinguirse", acota el investigador.
La extinción de especies dentro de la comunidad de aves del bosque seco tropical ecuatoriano, sería una catástrofe ambiental, asegura biólogo Abel Gallo, que también afectará gravemente a los humanos.
El experto, quien trabaja en el Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Fundación Proyecto Sacha -única organización de conservación de fauna silvestre de la provincia del Guayas-, explica que estos animales cumplen con roles fundamentales y específicos.
Lea también | Greenpeace propone una reserva marina internacional alrededor de las islas Galápagos para evitar su destrucción
Bajo este escenario, Gallo indica que, por la falta de estos controladores biológicos, habría un aumento progresivo y sin precedente de insectos y roedores, que más allá de desequilibrar por completo la cadena alimenticia, llegarían hasta zonas periurbanas y se convertirían en plagas, lo cual devendría en un agravamiento de problemáticas de salud pública.
Aún si las aves lograsen migrar o trasladarse a otras áreas con menos afectaciones por la actividad humana, esto aumentaría la competitividad entre especies para poblar los últimos remanentes en Ecuador de este ecosistema en peligro crítico.
Con potenciales consecuencias devastadoras, el daño genotóxico se yergue como un riesgo que, según Ordóñez, no solo debería preocupar en demasía a científicos, sino también a ciudadanos y autoridades.