563 tortugas gigantes juveniles de cuatro y ocho años de edad fueron devueltas a su hábitat natural en cuatro islas de Galápagos: Isabela, San Cristóbal, Santa Cruz y Española, durante el 2023.
El Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE), a través de la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) y en colaboración con Galápagos Conservancy; sometieron a estas especies bajo un proceso de cuarentena y varias revisiones veterinarias para garantizar su estado de salud y capacidad para adaptarse de vuelta a su entorno natural.
¿Cómo funciona? El trabajo empieza desde que salen de sus huevos. Para preservar la vida y subsistencia de las tortugas durante sus primeros años de vida, estas especies son trasladadas a un “centro de reproducción y crianza en cautiverio” que los prepara y luego los retorna a sus hábitats naturales.
El primer centro de este tipo fue fundado en los años 60 en la Isla Santa Cruz. Hoy, la Dirección del Parque Nacional Galápagos administra tres centros de reproducción y crianza en cautiverio de tortugas gigantes: “Fausto Llerena”, en Santa Cruz; “Arnaldo Tupiza”, en Isabela y “David Rodríguez” en la Isla San Cristóbal.
Estos lugares cuentan con estrictas medidas de seguridad y la repatriación solo puede realizarse cuando las tortugas alcanzan un tamaño suficiente para sobrevivir solas en la naturaleza.
"Al momento de su liberación, cada tortuga fue identificada con chips para facilitar futuros monitoreos que contribuyen al estudio continuo de estas especies emblemáticas”, destacan desde el MAATE.
Se estima que una tortuga gigante de Galápagos puede vivir hasta los 150 años. De hecho, Harriet (la tortuga más longeva salida de este archipiélago), falleció a los 175 años, en Australia, en el 2006.