En Ecuador se generan más de cuatro millones de toneladas desechos al año. Apenas 20 mil personas se dedican a recolectar una pequeña parte de esa cifra. Una tarea poco reconocida y muy sacrificada.
Mientras el sol sigue oculto,Walter Torres, de 58 años, empieza su jornada. Son las cinco de la mañana de un caluroso día al norte de Guayaquil, él reza mientras de fondo se escucha una emisora cristiana.
Hace poco le robaron su herramienta de trabajo: su triciclo. Lo ayudaron a comprar uno usado por 60 dólares; no tiene ni asiento ni pedales pero él no se hace problema; ya tiene los zapatos gastados de tanto andar a pie.
Se pone la mascarilla, sus guantes y sale de la casa, que no es suya, solo la cuida porque no puede pagar una propia. No desayuna pese a que le espera una larga caminata para conseguir su material de trabajo; prefiere no perder tiempo.
Desde hace un año, Walter es reciclador; antes era chofer pero por la pandemia perdió su empleo. En Ecuador, según el último estudio de la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo, habrían cerca de 20 mil personas que como Walter recorren las calles en busca de chatarra, plástico, papel y cartón.
A PRUEBA DE OBSTÁCULOS
Al consultarle a otros recicladores sobre cuáles son los retos más grandes de su trabajo, la respuesta más común fue la de encontrar el material suficiente para tener un buen ingreso económico.
Como la mayor cantidad de recicladores se concentra en Guayaquil y Quito (casi 90 por ciento), las dos ciudades con mayor generación de residuos, hay más competencia por los residuos.
Por eso Walter debe levantarse temprano y salir varias veces a buscarse la vida.Cada minuto es un centavo perdido. Sí, en el reciclaje se habla de centavos.
A Walter le pagan 60 centavos de dólar por el kilo de botellas de plástico, 15 centavos el kilo de cartón, 18 centavos el kilo de chatarra y para llenar un saco, o como ellos le llaman “tula’’, se necesitan dos o tres días de recorrido.
El otro factor es la falta de conciencia ambiental de los ciudadanos. “Pese a todo el trabajo que hacemos, la gente no entiende la necesidad de separar los residuos desde el momento en que se generan. Por ejemplo, si en un conjunto habitacional hay 60 familias, solo 10 casas reciclan aproximadamente, asegura Elbia Pisuña, vicepresidenta de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec), que agrupa a cerca de 1.500 familias en esa actividad.
Esta escasa cultura de separación de desechos en los hogares es precisamente una de las razones por la que los ingresos mensuales de un reciclador rondan entre los 180 o 200 dólares, es decir, menos de la mitad de un salario básico. Prefieren recolectar botellas a otro tipo de producto plástico que esté sucio, porque los compradores piden el material completamente limpio.
Todo depende de lo recolectado, por eso para ellos no hay tiempo que perder, incluso sabiendo que si tienen una emergencia con su salud, están a su suerte. No tienen acceso al seguro social porque implicaría gastar el poco dinero que ganan para sobrevivir. “No nos da la economía. A veces no tenemos para operaciones más complicadas y nuestros familiares fallecen”, agrega Pisuña.
Consultados sobre esto, desde el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) aseguran que realizarán un “Censo de Recicladores de Base”. El objetivo es obtener información para que desde el IESS generen una propuesta de afiliación a la seguridad social especial, además de contar con un primer registro único de esta población. “Será importante para generar una política pública integral con las entidades y organismos involucrados, no solo en reciclaje sino en la economía circular inclusiva”, detallan.
Ambos problemas (separación de residuos y escasos ingresos) no son solo problemas del reciclaje en Ecuador; en América Latina y el Caribe hay cerca de cuatro millones de hombres y mujeres que viven esa realidad.
Claudia Andrade, gerenta del proyecto Gestión de Residuos Sólidos y Economía Circular Inclusiva (GRECI) del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica, considera que al ser el reciclaje un sector muy informal, quienes trabajan en este son vulnerables a experimentar cualquiera de los problemas antes mencionados.
Pero las complicaciones relacionadas a la separación de residuos no solo existen para los recicladores. Para los ciudadanos que sí deciden implementar esta práctica desde sus hogares, les resulta incómodo.
“En mi casa reciclamos desde 2013 pero como el camión recolector no tiene el servicio de separación y lo junta todo, tenemos que llevar el material a centros de acopio. Es tedioso”, explica Juan Pablo Cobo, morador de vía a la Costa, al oeste de Guayaquil.
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¿Qué hacer? Andrade señala que para poder recuperar los residuos reciclables se necesita tener una recolección diferenciada. Es decir, que las municipalidades pidan a los ciudadanos que separen los residuos y que en un día específico pase el camión de la basura recolectando ese material. “Esto sucede en muy pocos municipios porque tienen un déficit presupuestario para esa gestión, por eso solo recogen y disponen”.
Al final, los recicladores "subsidian" este servicio de recolección diferenciada que no se le entrega a todo el país. Es decir, sin cobrar un solo centavo, los recicladores realizan una labor de recolección y separación de residuos que le atañe a los gobiernos seccionales. “Sin su labor, el país no recuperaría esos residuos”, indica Andrade.
En Ecuador, según información del Ministerio, los recicladores recuperan un porcentaje inferior al 10 por ciento de los más de cuatro millones de toneladas de residuos sólidos generados al año.
Aunque la necesidad de tener modelos económicos que contribuyan al reciclaje genera grandes ventajas monetarias ciertas industrias, la realidad es que hay otros componentes a tener más en cuenta. A los recicladores como Walter, por ejemplo, que no son reconocidos por una labor que contribuye con la sociedad, su economía y medio ambiente.