Petita Torres trabajó año y medio frente a la clínica Guayaquil. Más que hacer respetar los parqueos para personas con discapacidad ella se convirtió en su portavoz. “Yo no asimilo que estoy en silla de ruedas, no lo acepto. Lo único que quiero que vea la gente es que soy una mujer valiente”, acota la mamá de tres hijos casados y esposa de un profesor de música.
En la calle todo el mundo la saluda con inmenso respeto y pareciera que tantos los doctores de la clínica Guayaquil como los vendedores ambulantes la conocen de toda la vida.
De repente un auto se parquea en una zona reservada para personas con discapacidad. Petita se acerca: “Señor muy buenas tardes. Mil disculpas pero usted se está parqueando en un espacio para personas con discapacidad, tenga la amabilidad de retirarse”. El señor baja el vidrio y se retira con una sonrisa vergonzosa.
“Nunca nadie me ha tratado mal. Mi trabajo es hacerme respetar como empleada de la ATM y ser humano. Siento que mi labor es importante porque la mirada hacia la discapacidad tiene que cambiar. Soy parte de la solución, no del problema”.
Desde el martes 18 de abril, Petita cambió su lugar de trabajo. Después de un año en la calle de la clínica Guayaquil ya patrulla en la esquina de Colón y Boyacá, a dos cuadras de la Bahía.
“Me adapto a cualquier lugar. Acá hay más movimiento, el público es distinto y más desordenado pero es cuestión de tiempo, todos comprenden si se les explica que ser un buen ser humano es también tener una buena conducta”.
Petita tiene una sonrisa larga y la palabra fácil pero todo no fue color rosa. Hace 23 años llegó el día 18 de enero y su vida cambió para siempre. “Me caí de una escalera, fue una caída tonta pero me desperté sin sentir mis piernas. Me operaron de la columna y quedé como vegetal. Quise morir, quise matarme. Vi muchos sicólogos, fueron años de lucha para volver a creer en mi”, acota la agente de la ATM.
“El primer paso fue aceptar el amor de mi familia y decidir trabajar, el trabajo dignifica, da ánimo y fuerza”, relata. “Cuando tuve mi accidente me faltaba un mes para viajar a Italia. Había decidido volver a hacer mi vida allá, ir a buscar trabajo, el destino tenía otros planes para mi”.
¿Petita, qué le diría a la persona que casi se quita la vida hace 23 años? Qué no vea su condición como un obstáculo. Uno no tiene que imponerse, solo ser valiente y fuerte. No debe haber más lágrimas, lo peor ya pasó. Lucha por tu vida, se un ejemplo y disfrútalo”.