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Estilo de vida

Mujeres en teletrabajo: entre el empleo, los hijos y la casa

miércoles, 12 mayo 2021 - 21:43
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El 76% de las mujeres trabaja más que antes de la pandemia; además de su empleo, la mujer asume en mayor medida el cuidado de los hijos y las tareas del hogar. En un solo día, las horas laboradas pueden llegar a 15 o 16.

La jornada diaria de Talía Rodríguez es un vaivén de reuniones de trabajo, de tareas relacionadas con su posición dentro de la compañía para la que trabaja, y de labores domésticas, desde cocinar, limpiar y lavar ropa hasta revisar deberes, jugar y atender –sobre todo- a sus dos hijos más pequeños, a quienes su hermana mayor los acompaña más de cerca “haciendo de profesora”.

Antes de que estallara la pandemia, Talía salía de casa para cumplir con su trabajo de directora comercial, sus hijos hacían lo mismo para ir al colegio y una persona contratada ayudaba con la casa y se hacía cargo de los chicos hasta que ella regresara. Ahora, todo dio un vuelco: su jornada diaria, que empieza a las 5:30, se extiende hasta por 15 horas seguidas; y aunque todos colaboran en las tareas domésticas, el estrés recae sobre ella porque es única ‘cabeza de hogar’ y su familia ampliada vive en Loja.

Si bien el impacto de la pandemia sobre el mercado laboral y las condiciones de trabajo ha sido generalizado, hasta el momento se ha cebado especialmente con las mujeres, según estudios de distintas organizaciones y cifras oficiales.

Aunque la crisis sanitaria abrió las puertas al teletrabajo y, por tanto, a la flexibilidad laboral tan demandada por mujeres con hijos pequeños, la permanencia en el hogar les ha generado -por otro lado- una sobrecarga de tareas.

De acuerdo con un estudio realizado por ONU Mujeres, 76% de ellas trabaja más que antes de la pandemia; muchas han abandonado el mercado laboral -por voluntad propia o por despido- o han optado por el subempleo porque están al cuidado de miembros vulnerables del hogar. Por ello, según el Ministerio del Trabajo, ahora los hombres ocupan siete de cada diez contratos que se generan en el mercado formal y solo tres van para las mujeres; una brecha que antes del Covid-19 ya existía, pero era algo menor: cuatro de cada diez contratos estaban suscritos por mujeres.

Talía Rodríguez no ha sentido la necesidad de esforzarse más que sus compañeros hombres para ir ascendiendo profesionalmente; “pudo haber pesado el tema familiar” en algún momento -dice- “pero la compañía nos ofrece oportunidades según la capacidad personal”. Lo que sí es evidente ahora es que “a muy pocos hombres les escucho que tienen que estar pendientes de los deberes de los niños o de hacer cosas de la casa (...) las tareas del hogar están volcadas sobre las mujeres”.

‘A la larga, sí me va a afectar’

Para Karina Salazar, jefa de Administración Salarial de una compañía de seguros, esta realidad ha incrementado sus horas de trabajo diarias en al menos un 60%, según sus cálculos. Es casada, tiene mellizos de tres años, su día empieza a las 6:30 con el arreglo personal, la preparación del almuerzo y el orden de la casa; a las 9:00 se conecta a su trabajo y desde las 10:0, cuando sus hijos despiertan, debe combinar constantemente su papel de madre y de profesional: “los teléfonos siempre van conmigo”.

Con una jornada que, en pandemia, termina a la media noche es imposible pensar en el crecimiento profesional; Karina ha pospuesto la meta de certificarse como ‘coach’ por cuestiones de tiempo y de dinero. Además, le resulta difícil aprovechar las capacitaciones que se ofrecen dentro de la compañía: “el tiempo se va como el agua y no me siento con el estado físico ni intelectual como para ponerme a investigar o auto capacitarme (...) a la larga pienso sí me va a afectar porque me estoy quedando en algunas cosas que se requieren para otras posiciones”.

Otro de los graves efectos de la pandemia sobre las mujeres, coinciden las organizaciones vinculadas a temas de equidad de género, es la mayor dificultad y tiempo que les tomará ascender profesionalmente; un tema en el que ya salían perdiendo en relación a los hombres, pero que ahora se vuelve más cuesta arriba.

“La pandemia está aumentando las desigualdades preexistentes”, sostiene Ana Elena Badilla, representante de ONU Mujeres para Ecuador. El organismo calcula que, en general, el 85% de las mujeres en el país dedica más de 20 horas semanales a temas de cuidados dentro del hogar; “la relación mujeres/hombres es de 3 a 1 en horas dedicadas a dichas tareas a nivel nacional y en hogares en situación de pobreza la relación es de 4 a 1”. El efecto, según Badilla, es una pobreza en la calidad de vida de las mujeres.

La sociedad sigue favoreciendo los llamados ‘sesgos inconscientes de género’; la mujer está fuertemente asociada a capacidades relacionadas con el cuidado a personas y, por ello, su presencia en sectores como la salud, la enseñanza o el alojamiento y la comida abarca –según el Ministerio del Trabajo- más del 65% de la fuerza laboral.

Los malabares diarios

Gabriela Suasnavas estaba estudiando un MBA cuando empezó la pandemia; le faltaba el último trimestre y empezó a cursarlo en línea, casi al mismo tiempo había dado a luz a su segunda hija y la primera estaba en casa todo el día. “Estuve por dejar los estudios, pero decidí que tenía que terminarlos, que era algo que ya me había propuesto”, recuerda ahora, dos meses después de graduarse.

Ella es contadora general de una multinacional que opera en el país. Malabares es la palabra que utiliza para describir cómo lleva sus actividades diarias desde marzo del año; su jornada termina casi a la medianoche, revisando mails o mirando temas pendientes de la casa. Gabriela no cuestiona a las mujeres que han decidido renunciar para cuidar a sus bebés, ante las dificultades de obtener ayuda debido a la pandemia; ella hizo lo mismo cuando nació su primera hija, quería disfrutar la maternidad.

Para Alexandra Chamba, gerente de Asuntos Públicos de Arca Continental, es la maternidad otro de los factores que genera discriminación dentro de las organizaciones y provoca conflictos sobre el equilibrio familia/trabajo. A los 30 años, cuando en promedio se produce el primer ascenso laboral, muchas mujeres están experimentando su primer embarazo.

El objetivo de Gabriela es, ahora, asumir una gerencia; está esperando una oportunidad de ascenso; “las cosas que aparecen en el trayecto -como la pandemia- son parte del paisaje”.

Se trata sin embargo de un panorama donde las condiciones laborales de las mujeres se han resentido con mayor fuerza; para marzo último, el desempleo nacional estuvo en 5,5% (de la población económicamente activa), entre los hombres llegó a 4,4% y entre las mujeres al 6,9%. Con la crisis de por medio y sin una fecha clara para ver la luz al final del túnel, las previsiones sobre mejores condiciones son todavía una apuesta.

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