En Francia, Bayard es un nombre mágico. En el siglo 16 fue el caballero “sin miedo y sin reproche” que luchó contra Carlos V y perdió la vida en batalla de infanterías. En Loja, Bayardo es un escultor que tiene la fuerza tranquila del artista fiel a sus sueños de niño. En los dos casos estamos hablando de personas con fuerte personalidad, cuyos ideales siempre se impusieron sobre la tentación de seguir lo conveniente, lo fácil o lo esperado. Bayardo no se llama cualquiera....
El cuento de los gordos
Cuando era niño Bayardo Cuenca leyó un cuento donde todos los personajes eran gordos y simpáticos. De esa lectura se quedó con la idea que la gordura era sinónimo de bondad y alegría. Con el pasar de los años pobló su mundo artístico de gorditas que se parecen a nuestras madres y abuelas.
Sus vestidos no hacen más que subrayar sus formas que asumen con mucho orgullo y la nostalgia de que quizás en algún momento fueron más esbeltas. A diferencia de Botero, Cuenca revela muchos detalles reales de los cuerpos, la gordura aparece como algo íntimo y plasma un mundo en el que el exceso es bello.
Las mujeres pueden ser de cualquier edad pero siempre coquetean y aluden a la sensualidad. Cada escultura de Bayardo Cuenca desdramatiza el personaje. Si retrata una virgen, una abuelita o una niña, hay respeto pero nada es solemne. “Al principio no comprendía porque la gente se reía en mis exposiciones, poco a poco me di cuenta de que la gente se identificaba con mis obras, los hacen hablar, eso es bueno”, detalla el artista que ha presentado unas 70 exposiciones entre Ecuador, Holanda, España, Alemania y Bélgica.
Confiesa que en Ecuador su público está en su gran mayoría en la Sierra y gusta de sus figuras religiosas cubiertas de aureolas, mantos y velos. En las manos de Bayardo las figuras santas aparecen como cercanas y reconfortantes.
Renacer o morir
Bayardo siempre ha leído mucho, es aficionado a las películas clásicas, a Rubens y a Henry Moore. Siempre quiso viajar y hablar muchos idiomas. Estudió Medicina pero se decidió por el Arte y la Arquitectura porque lo hacen libre y desafiante. Graduado de tecnólogo y licenciado en Artes, su búsqueda permanente es hacia “las formas orgánicas, los volúmenes estilizados. Todo tiene que ser acariciable”, acota el artista.
Bayardo es un lojano con nombre de caballero, un flaco que esculpe gorditas, un hombre reservado que lo dice todo con la arcilla. Mientras va caminando, de repente, una pose ajena le sugiere una idea, o un color lo traslada a otra época. Toma nota de todo lo que ve y lo inspira o hace bocetos. “De la idea original siempre sale otra cosa, pero la arcilla que tiene esa hermosa característica de ser muy maleable mientras tiene humedad así que todo se puede corregir o volver a hacer”, expresa con una sonrisa.
¿Cuál es la magia de la arcilla? “Luego del modelado se deja la pieza respirar una semana y luego viene el esmaltado a unos 1.100 grados, allí opera la magia, los químicos que tienen los esmaltes o vidrios reaccionan y el color emerge...”. Con la pandemia Bayardo se quedó sin cerámica a los tres meses y como tenía mucho papel y acuarelas, empezó a pintar. Nunca lo había hecho y lo hizo bien. Hoy en día siente que su arte ha madurado y quiere exponer, pronto lo hará en Chile.
Mientras tanto Bayardo Cuenca disfruta de Loja, su ciudad. “Nosotros somos productores de cultura, vivimos en una isla, la autogestión es todo. Pienso que hay que ser generoso con la ciudad, acá realmente se respeta a los artistas”. Me despido del caballero Bayardo, a lo lejos escucho la dulce sonrisa de un niño que acaba de ver la obra que queda a la entrada de “Ñaño Casa Museo”. En Loja, una vez más “La virgen pobre” cumplió su propósito, hacer feliz a la gente.