Una adaptación constante tuvo que afrontar la industria atunera ecuatoriana durante todo el 2020 ante la incertidumbre del comportamiento de los mercados, que reaccionaban de forma distinta según los impactos del COVID-19 tanto en la producción como en el consumo.
Así, algunas empresas del sector cerraron el año sin grandes cambios en sus volúmenes de fabricación mientras que otras registraron caídas importantes. Sin embargo, el factor común fue la aplicación de estrategias empresariales para lograr que el atún nacional llegara a los diferentes puntos de comercialización.
Uno de los principales problemas que generó la pandemia, reconoce Roberto Aguirre Chiriboga, gerente general de Negocios Industriales Real NIRSA S.A., fue el ausentismo de personal y la falta de materiales necesarios para la producción en las primeras semanas de confinamiento.
A pesar de ello, esta empresa procesadora de atún y de otros productos alimenticios no paralizó sus actividades y a diciembre pasado solo registró un ligero decrecimiento en la manufactura de las conservas de atún en comparación con el 2019.
Esto gracias al esfuerzo de los trabajadores y al comportamiento de los mercados. Por ejemplo, en Ecuador, los productos de vida larga experimentaron una gran demanda, especialmente los enlatados y congelados, durante la primera declaratoria de emergencia sanitaria para contener la rápida propagación del COVID-19.
En los mercados internacionales la demanda de atún enlatado aumentó en el segmento de supermercados, mientras que en la categoría HORECA (hoteles, restaurantes y catering) se paralizó en el primer semestre y en el segundo semestre se reactivó pero en niveles muy bajos.
Esta suma de factores, explica Aguirre, hizo que el consumo en los mercados que atiende NIRSA en el extranjero se mantuviera en niveles parecidos con relación el 2019.
Para el primer trimestre de este año, en cambio, la empresa arrancó con una producción ‘agresiva’ para cumplir con los compromisos de comercialización local y de exportación, con una meta de 340 toneladas diarias de elaboración en su planta ubicada en Posorja, provincia de Guayas.
Más al norte del territorio nacional, en Manabí, está la empresa Asiservy, que en 2020 mantuvo estable sus volúmenes de producción, pero que sí experimentó un ‘golpe’ por la caída de los precios del 7 por ciento en promedio.
Juan Francisco Núñez, ejecutivo de la procesadora atunera, indica que la afectación se presentó por el cambio de mix de productos que comenzaron a demandar sus compradores ante las medidas de confinamiento, especialmente, en Europa que es uno de los principales mercados de la compañía.
Las exportaciones de Asiservy cayeron en un 25 por ciento, un impacto que logró solventar con el mercado interno, donde las ventas aumentaron en un 64 por ciento.
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Una empresa que sintió el impacto de la pandemia en ambos entornos: local e internacional, fue FishCorp, que al cierre del año pasado registró una disminución del 19 por ciento en su producción.
“El consumo de conservas de atún tanto en el mercado nacional como en las exportaciones tuvieron una caída significativa, también el pouch de atún, debido a que este producto se utiliza en restaurantes, hoteles y en lugares turísticos que por la pandemia estuvieron cerrados”, manifiesta Jaime Estrada Medranda, gerente general de la procesadora.
Pero FishCorp ya dio vuelta a la página del 2020, y ahora apunta a aprovechar las buenas perspectivas de producción y demanda de las conservas de atún del presente año, ya que los compradores que cancelaron sus pedidos en el entorno de la pandemia ahora están reactivando sus consumos.
Así, nuevamente la estrategia empresarial será clave para que las procesadoras atuneras del país interpreten el comportamiento de los mercados y puedan atender las necesidades de los compradores.
Más información en el Especial de la Industria Pesquera de Revista Enfoque, ya en circulación.