Varias empresas enfocadas en brindar un acompañamiento de medición, análisis y búsqueda de la sostenibilidad coinciden que a nivel nacional, las compañías han avanzado en mitigar y compensar su impacto ambiental.
El comercio y la industria desempeñan un papel crucial en el desarrollo social y económico de un país, por lo que un régimen de políticas estables estimula a los negocios y empresas a funcionar de forma responsable y eficiente, así como a emplear políticas sostenibles de largo plazo.
De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, sus involucrados deberían reconocer cada vez más que la ordenación del medio ambiente es una de las principales prioridades para el desarrollo sostenible.
En la actualidad, existen líderes y representantes empresariales que toman más iniciativas voluntarias y autorregulaciones para asumir controles y responsabilidades que velan por las repercusiones de sus actividades.
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Sara Yánez, presidenta de I-Q Consultores, menciona que una de las principales necesidades referente a sostenibilidad que las empresas de Ecuador atraviesan hoy en día es establecer en sus procesos productivos mecanismos que les ayuden cambiar el escenario convencional a un medio de atenuación de las posibles afecciones ambientales y cambios dirigidos hacia una producción más limpia, que disminuya la generación de Gases de Efecto Invernadero.
“En la actualidad, el término de sostenibilidad se encuentra muy arraigado en el ADN de las empresas y cada vez más hay compañías del sector productivo y de servicios que desean alinearse al enfoque de sostenibilidad, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a la implementación de prácticas ecoeficientes, a obtener certificaciones de responsabilidad social y ambiental e incluso a sumarse a la acción climática”, explica Yánez.
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Con la crisis sanitaria que vivió el país, a cusa del COVID-19, este tema también ganó mayor interés desde la mirada corporativa. María Elisa Campos, gerente de Asuntos Corporativos de SICMA Ecuador, recuerda que la pandemia sacó a la luz, la necesidad de contar con una correcta gestión ambiental que no contamine el entorno.
Logrando finalmente un trabajo de concienciación para decir al mundo que no hay lugar favorable para hacer negocios si el clima, los ecosistemas o la gestión sanitaria no se encuentran en condiciones adecuadas.
Campos afirma que durante el confinamiento y la continuidad del teletrabajo en algunas empresas, su equipo dio seguimiento a las obligaciones ambientales de sus clientes de manera remota.
Gracias a su software HeVA (Herramienta de Verificación Ambiental), adquirido en 2016, que simula un departamento de ambiente online, donde los responsables o técnicos ambientales de cada empresa pueden gestionar sus actividades, procesos, resultados e indicadores de gestión o de avance, se pudo digitalizar la gestión ambiental.
“En pandemia esta fue la principal herramienta empresarial para continuar con el trabajo de los que no detuvieron sus operaciones, al ser compañías de primera línea como hospitales, proveedores de insumos médicos, farmaceúticas o industrias de alimentos”, explica la Gerente de Asuntos Corporativos de SICMA Ecuador.
Aunque la Presidenta de I-Q Consultores considera que el país ha ido avanzado a pasos agigantados en términos de sostenibilidad, existen errores frecuentes que suelen cometer las empresas durante este recorrido.
Uno de ellos, por ejemplo, es la falta de registros o indicadores necesarios que sirvan como evidencia o que sustenten los datos utilizados en la cuantificación de la huella de carbono.
Otro error común, es omitir aspectos relevantes como las aristas de la sostenibilidad, las expectativas e intereses de los stakeholders, no realizar análisis de materialidad, o incluso no ser lo suficiente transparentes.
Economía circular
La optimización de los recursos no es un concepto nuevo a nivel corporativo y ambiental, ya que, en la naturaleza, el desecho de unos organismos es el sustento de otros. Es por eso que la economía circular toma este ejemplo para crear un modelo económico que reduce la demanda de materiales, a través del diseño y manufactura eficiente de productos.
La tendencia global apunta hacia la articulación de esfuerzos públicos y privados para desarrollar proyectos de economía circular en la mayoría de industrias, volviéndose una prioridad en las empresas cuando existen políticas públicas que las respaldan.
José Javier Guarderas, gerente general de Sambito, pone como ejemplo de este modelo económico a Seginus, Sistema Ecuatoriano de Gestión Integral de Neumáticos Usados, una corporación sin fines de lucro que nació en 2018, para regular la gestión integral de llantas usadas a nivel nacional.
Recoil, mantiene un sistema similar al de Seginus pero con aceites lubricantes y sus envases usados. En 18 meses de operación, este modelo de economía circular ha disminuido 65.000 toneladas de CO2 en la atmósfera, recuperando 25 millones de litros y 200 toneladas de sus recipientes.
Para medir los resultados de las empresas que se encuentran involucradas es este y otro tipo de proyectos, Guarderas indica que se lo realiza a través de la Neutralidad de Carbono, basados en la ISO 14064-1 y la INTE B5, las cuales dan las pautas para estimar las emisiones de gases de efecto invernadero de la empresa y para establecer el plan de mitigación.
Así, la empresa puede enfocarse en implementar acciones ecoeficientes que ayudan a reducir su impacto ambiental y en compensar su huella de carbono.
“Hoy existen tendencias que marcan una nueva forma de desarrollo sostenible, incluso hay clusters internacionales que se han propuesto para el 2050 a trabajar solo con empresas que hayan medido y gestionado su huella de carbono”, asegura el Gerente General de Sambito.
*Revise otros temas de sostenibilidad en Revista Enfoque. Ya en circulación junto a Revista Vistazo.