Tiene 29 años y es uno de los mejores doblistas del mundo. Este año ganó cinco torneos, jugó Wimbledon, el US Open y la serie de Copa Davis ante Suiza.
Cuando nació Diego Hidalgo en el año 1993 Andrés Gómez ya había ganado Roland Garros y Nicolás Lapentti empezaba a codearse con los grandes del tenis mundial. Con ellos Diego tiene en común el Guayaquil Tenis Club, verdadera cuna del deporte blanco en Ecuador, donde Dieguito empezó a jugar a los siete años con la raqueta de su padre. Muy rápidamente el pequeño demostró tener potencial para el tenis, a los 10 años ganó su primer torneo nacional y a los 12 ya era uno de los mejores de Sudamérica, a los 14 y 16 era número uno de la Cosat.
Diego Hidalgo es un ejemplo de constancia. Después de cuatro años de estudio en la University of Florida, donde compartió los entrenamientos de tenis con los estudios de publicidad, se lanzó al profesionalismo. Siempre puntal para entrenar y buen compañero, Diego hace parte de esos jugadores que todos quieren. Disciplinado y generoso disfruta el sentimiento de jugar en equipo. “Si pudiera escoger, decidiera mil veces ganar la Davis o unos Juegos Olímpicos que un Grand Slam, jugar para tu país no tiene comparación con nada”, acota.
El año pasado tuvo que tomar una decisión clave en su carrera. “A lo largo de los años había tenido resultados regulares en singles pero siempre me iba mejor en doble. En el 2021 gané dos torneos en doble (Santiago, Chile y Ambato), mi ranking mejoró considerablemente y decidí dedicarme cien por ciento al doble, que requiere una preparación totalmente distinta. Empecé este año 180 del mundo, ya soy 70. Cada día voy rompiendo barreras y en cualquier superficie. Definitivamente los sacrificios valieron la pena”, expresa el tenista zurdo cuya familia vive el tenis como un estilo de vida.
“Mi papá y mi tía fueron tenistas y mi hermana y mi novia jugaron la Fed- Cup (equivalente de la Copa Davis para las mujeres)”, explica el doblista que considera que sus fortalezas son su devolución de saque y una buena cabeza para buscar una solución en la cancha.
Este año Diego ganó cinco títulos (Concepción y Santiago, Chile; Santa Cruz, Bolivia; Salvador de Bahía, Brasil y Trieste, Italia) y disputó 11 finales. Además jugó dos Grand Slam (Wimbledon y el US Open) llegando a la segunda ronda y es pieza fija en la Copa Davis donde disputó las últimas 10 series -en dupla con Gonzalo Escobar- incluyendo la final el año pasado ante España y Rusia.
Diego ya está en las grandes ligas. El hecho de jugar en los Grand Slam le permite ya vivir de su oficio. “No vivo con lujo pero ya pude contratar un entrenador (John Farrington) para que me acompañe en los torneos y un preparador físico (Sebastián Morelli). Tanto ellos como Raúl Viver, mi entrenador en Guayaquil para la Copa Davis, han mejorado mi juego, mis sensaciones y mi actitud. Con la edad aprendes a hablar menos y escuchar más”, anota Diego que tiene una relación casi familiar con Viver.
“Él es un padre para nosotros. Sabe retar y dar confianza, aconsejar y soltar. Gracias a él en la Copa Davis ganamos más de una vez a jugadores mejor rankeados”.
Después de la Copa Davis con Suiza, Diego viajará a San Diego luego a Corea y Europa para jugar ATP 250 y 500. “Ser tenista es viajar cada semana para competir. Disfruto conocer gente y lugares. Cada vez que llegas a un torneo no eres nadie y es como empezar desde cero, me gusta esa sensación”.
Diego vive por el tenis. “Hace tres años las cosas no iban bien, no tenía auspicios, estaba lesionado y en el lugar 600 del mundo. Dije a mis papás que no podía más y decidí retirarme... el día siguiente estaba de nuevo en las canchas...”, cuenta entre risas.
Hoy el guayaquileño es un jugador completo, es más atlético y explosivo y sabe que la clave de una buena dupla en doble está en la generosidad, la confianza y la transparencia. Todos los días antes de dormir Diego ve un partido en televisión. Le gusta aprender, analizar y mejorar, sabe que vive un buen momento y que son efímeros. “Siempre recuerdo todo lo que me ha costado llegar a ser alguien en el tenis”, concluye. Todo empezó en Sao Jose Dos Campos (Brasil) el 18 de agosto del 2010, ese día ganó su primer punto ATP, tenía 17 años...
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