La vida de los pintores mexicanos Frida Khalo y Diego Rivera estuvo marcada por una tormentosa y fascinante relación.
Las vidas del Elefante y la Paloma, como se los llamaba por su gran diferencia de tamaño, quedaron entrelazadas por 25 años, según cuenta diario El País en un extenso reportaje que analiza las interacciones de ambos artistas.
Durante todos ellos habría dos matrimonios, un divorcio y un sin fin de infidelidades y escándalos.
La escritora Martha Zamora reconstruye, en su libro "Heridas: los amores de Diego Rivera", la vida de las mujeres que compartieron vida con el famoso pintor.
“Diego es bueno conmigo y me quiere (hasta ahorita) bastante”, le decía Frida Kahlo a su mamá en una carta enviada en 1931. Sin embargo, los amoríos de Rivera ya habían empezado.
Ione Robinson, una de sus asistentes americanas en los murales de San Francisco en 1930, fue una de sus tantas amantes que se dice lo acompañaron. Usualmente Eran jóvenes pintoras de “talento sobrenatural”.
Durante los años de matrimonio en Estados Unidos, Frida tendría el primero de sus abortos. El dolor ante su relación disfuncional y sus problemas de fertilidad marcarían su obra.
Las aventuras de Diego no fueron una sorpresa. Siendo 20 años mayor que Frida, llegó a ella tras vivir 10 años en París con la artista Angelina Beloff, a quien engañó con la cubista Marevna Vorobev. La abandono para volver a México, donde se casó con Lupe Marín y tuvo dos hijas.
“Tuve la suerte de amar a la mujer más maravillosa que he conocido. Ella fue la poesía y el genio mismo”, dijo Diego sobre Frida en una entrevista con Elena Poniatowska. “Desgraciadamente, no supe amarla a ella sola, pues he sido siempre incapaz de amar a una sola mujer”, dijo.
De vuelta en México, los Rivera se mudaron en 1934 al barrio San Ángel. Allí ocurriría la mayor traición de Rivera: Frida había convencido a Diego de contratar a su hermana, Cristina Kahlo, como secretaria y a ella de posar desnuda. La cercanía derivó en un amorío.
Una obra con una mujer con múltiples puñaladas sobre una cama, es el testimonio desgarrador del dolor de Frida Kahlo ante el engaño de su esposo con su hermana Cristina.
Frida accede a volver con Rivera porque lo quiere “más que a su piel”. Inconscientemente, esto iniciaría un pacto de aceptación de aventuras.
No obstante, él estalló en celos cuando descubrió el romance de ella con el escultor Isamu Noguchi. Pero esta tampoco sería la única aventura de Kahlo... El político y revolucionario ruso refugiado en México, León Trotski, fue otro de los amores de Frida
La gran debilidad de Frida por casi una década fue un fotógrafo neoyorquino de origen húngaro, quien haría sus mejores retratos a color, llamado Nickolas Muray.
Mientras Frida se distancia por sus viajes a Nueva York y a Europa. Diego cae a los pies de la pintora húngara Irene Bohus y la bella actriz norteamericana Paulette Goddard. A raíz de esto Kahlo y Rivera se divorcian.
Frida produce decenas de cuadros tras el divorcio, pero no logra venderlos. Cae en la depresión y el alcohol.
Frida y Diego se casan nuevamente el 8 de diciembre de 1940, después del asesinato de Trotski. En su segundo matrimonio con Rivera, Frida impone reglas: no habrá sexo. Serán cómplices y amigos.
La lista de rumores de amantes de ambos lados se vuelve extensa, dice la publicación de Verne.
Diego, salía con la artista Rina Lazo, mientras Frida vive un intenso y secreto romance con el pintor español Josep Bartoli. Y se cree que también mujeres, como Chavela Vargas.
Diego Rivera tuvo también una infatuación con la actriz María Félix: la esperaba en cada visita en el aeropuerto de México con un ramo de flores.
Diego trabajaría como siempre, siete días a la semana, decenas de horas por día, en murales, dibujos y obras de caballete. Visitaba a diario a la comerciante Emma Hurtado, quien luego fue su última esposa.
Frida Kahlo murió el 13 de julio de 1954, sola, en la Casa Azul. “Espero alegre la salida y espero no volver jamás” fue su último escrito. “Fue el día más trágico de mi vida. Perdí a mi amada Frida para siempre”, dijo Diego Rivera ante el fatal evento.