“De todo lo vivido, me queda una fe absoluta en el destino humano”. Confiesa que ha vivido, como escribió Neruda, y la suya parece ser la suma de varias existencias. El presidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (transitorio) falleció hoy a sus 88 años, luego de sufrir un accidente cerebro vascular en días anteriores.
El político conservador que con el tiempo abrazó las causas progresistas. El abogado de empresas que decidió defender los derechos de los sindicatos. Desterrado en Bolivia; confinado en la provincia de Pastaza; férreo opositor de las dictaduras. Clandestino.
Varias vidas en una sola. Dijo haber recibido la responsabilidad más grande de toda su carrera. Presidir el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) transitorio. Cuya misión fue evaluar a las autoridades de control, algunas de las cuales están bajo sospecha de haber sido fieles cumplidoras de la voluntad correísta durante los últimos años.
“Le dije al presidente Moreno que no somos oposición, pero tampoco somos instrumentos de su gobierno”, en relación a la independencia que tendrá este cuerpo de siete miembros.
Se refiere a la hija de su compadre Alfonso Troya Cevallos, a quien conoció cuando ella era secretaria en la Procuraduría. Hablamos de fines de los años 50, cuando Camilo Ponce Enríquez era Presidente de la República y Mariano Suárez Veintimilla era el Procurador General. Él la conoció en ese despacho y desde entonces es su compañera y esposa.
Martha Troya sufrió las ausencias y destierros del pasado; y las persecuciones recientes.
En la dictadura militar, en los 70, Trujillo editaba el periódico Desafío, en el que publicó que altos oficiales se habían hecho adjudicar terrenos baldíos entre El Carmen y Pedernales.
Como represalia, le confinaron en un cuartel en Montalvo, provincia de Pastaza, donde le tenían prohibido practicar deportes (el basketbol y el voileybol eran sus favoritos), tampoco podía hablar con la población civil.
No le dejaron avisar a su esposa de su paradero. El confinamiento duró 91 días. Pero se ingenió para hacerle llegar un mensaje con la esposa de un oficial que se condolió de su situación. A la esposa del uniformado parece que le siguieron los pasos; el militar recibió sanción.
“No es la única vez que me han encarcelado”. Mira una foto en blanco y negro, que hemos sacado del archivo gráfico de Vistazo. “Aquí estamos en la cárcel de El Inca, a mi lado aparecen Osvaldo Hurtado y Luis Gómez Izquierdo. Al menos en ese encierro sí nos permitían jugar voleibol”.
En el fallido golpe de la Funeraria –que puso en riesgo al gobierno nacionalista y revolucionario del general Guillermo Rodríguez Lara- él no tuvo participación, pero escogió la clandestinidad porque le contaron que estaba en la “lista negra”. “Cómo no voy a estar si a todas las dictaduras les repudié en la cara”.
Más recientemente, volvió a sufrir persecución desde el poder. Quien entonces era contralor, Carlos Pólit Faggioni, enjuició a los integrantes de la Comisión Ciudadana Anticorrupción por supuestas calumnias.
La comisión detectó irregularidades en la actuación del ente de control en uno de los procesos contractuales relacionados con la firma Odebrecht. “Cuando Pólit nos enjuició yo sufría por ella; tengo pocos bienes, temía que me prohibieran enajenar, arreglé para que la pensión jubilar de la que vivo llegara directamente a sus manos, ¿De qué va a vivir mi mujer?, me angustiaba”.
Ella, discreta, prepara café en la cocina del sencillo departamento en el norte de Quito. Una vida cómoda, pero sin lujos, a pesar de una vida de trabajo como abogado y catedrático.
Sus inicios
Empezó como abogado empresarial en el afamado despacho del doctor Federico Ponce Martínez. Por entonces, cayó en sus manos el caso de la Funeraria Nacional, los trabajadores habían empezado una huelga. Revisado el proceso, descubrió que los obreros tenían la razón pero que su demanda estaba planteada en forma tan equivocada, que cualquier juez iba a dar la razón al lado patronal.
“Hice un examen de conciencia y encontré una enorme contradicción entre lo que pensaba y lo que hacía”.
Tomó contacto con la doctora Isabel Robalino Bolle, que por entonces era una tenaz defensora de los derechos de los trabajadores. Abrazó la causa de los obreros, siguiendo el ejemplo de esta mujer “Que sin ser rica ayudaba con plata y persona a las demandas de la sociedad”.
Por cosas del destino, décadas más tarde, ambos integraron la Comisión Ciudadana Anticorrupción y sufrieron la querella del excontralor.
En su faceta de político, sus detractores le cuestionan que estando en una orilla ideológica (conservador) saltó al progresismo. Fue asambleísta en la constituyente de 1967. Entonces, debió oponerse a un joven guayaquileño tan impetuoso como incansable, León Febres Cordero.
Ambos defendían tesis diametralmente opuestas. Por ese entonces, un conflicto laboral en la Fábrica Imbabura de Atuntaqui había tenido un desenlace fatal, pues el gerente de la empresa terminó arrastrado por la población.
La constituyente dirimía si convenía una amnistía para los responsables. Se impuso la tesis de perdón. El destino se encargó de que años más tarde, con Febres Cordero volvieran a verse enfrentados. Fue en las elecciones presidenciales de 1984. El ingeniero mecánico se alzó con la Presidencia del Ecuador, el abogado debió volver a su trabajo de abogado.
“No éramos enemigos. Había un trato cordial, con la distancia que da la diferencia ideológica”.
La historia juzgará al gobierno de Febres Cordero, mientras Trujillo encabeza el equipo que representa la reserva moral de la patria.
“Nunca he creído que los individuos pueden resolver las cosas por sí solos, en mi juventud integré equipos de basquet y aunque fui excelente en la defensa, entendía que solo el trabajo en conjunto garantiza el éxito de cada uno”.