Bolívar Alberto, un hombre de 78 años, cruzaba la avenida 17 de septiembre, en el centro de Milagro, cuando una motocicleta lo impactó a gran velocidad. Según el parte de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), el causante fue un “vehículo de placas desconocida conducido por una persona no identificada”. El ciudadano, de acuerdo al médico legista, falleció por “fractura de huesos del cráneo y hemorragia intraencefálica”.
Durante el último diciembre, según estadísticas de la Agencia Nacional de Tránsito (ANT), seis personas murieron cada día en el Ecuador a causa de 19 accidentes diarios con motocicletas involucradas. El 41 por ciento de los fallecidos estaba entre los 20 y 34 años, rango de edad considerada como el más productivo del ser humano.
En todo 2018, la cuarta parte de los fallecidos en accidentes de tránsito en las vías del país, fueron producto de accidentes con motos. La diferencia entre el número de vehículos livianos y el de motos en calles y carreteras del país es cada vez menor. En tres provincias, Los Ríos, Sucumbíos y Orellana ya las motos superaron y están a punto de duplicar a la suma de automóviles, camionetas y jeeps. En Esmeraldas están a la par.
El problema de tráfico se complica porque las reglamentaciones vigentes no son claras. Seguramente los legisladores, en 2008, no pensaron en la invasión de motocicletas que estamos viviendo. En ese año circulaban 86 mil motos y subieron a 530 mil en 2017. El boom continuó en 2018: De enero a noviembre se importó un 68 por ciento más de motocicletas que en el mismo período de 2017, según cifras del Servicio Nacional de Aduanas.
Problema de salud pública
En 2011 la Organización Mundial de la salud lanzó un plan denominado “Decenio de acción para la seguridad vial”. El organismo rector de la salud en el planeta proyectó que para 2020, es decir para el próximo año, “los traumatismos resultantes del tránsito podrían ser la tercera causa de muerte y discapacidad en el mundo, acercándose a la gravedad que representan otros problemas de salud como la tuberculosis y la infección por el VIH”.
Es que a las pérdidas humanas que afectan a las familias involucradas, se suma una pérdida económico-productiva incalculable para el país. Cada uno de los jóvenes fallecidos pudo aportar física e intelectualmente al desarrollo del país durante 30 o 40 años más.
Un estudio universitario realizado en 2015 por Kevin Illescas, en el hospital Teodoro Maldonado Carbo, al sur de Guayaquil da luz sobre el estado en quedan motociclistas y acompañantes luego de un accidente. Reveló que de 1.100 heridos en accidentes de motocicletas que llegaron ese año a la emergencia, el siete por ciento ya había fallecido. De los restantes, un seis por ciento no sobrevivió a las terapias y casi el 40 por ciento de los pacientes fueron catalogados como de estado grave. También se conoció que tres de cada cuatro afectados son hombres y que la velocidad, el irrespeto a las señales y el no uso de casco fueron las causas que originaron esos accidentes.
Lamentablemente no se pudo localizar ningún estudio sobre los costos para el Estado de la atención médica producto de estas desgracias. Como referencia se puede citar que en Argentina que ocupó el tercer lugar en el ranking mundial de accidentes de tránsito, el hospital municipal de Buenos Aires calculó en 2012 que el 67 por ciento de los pacientes que llegan por accidentes de tránsito, involucran a motociclistas. El estudio dice además que el costo de atención hospitalaria de cada uno es, en promedio, de 18 mil dólares. En Minnesota, Estados Unidos, en 2010, se hizo un estudio solo de epidemiología de accidentes de moto y se descubrió que atender a cada paciente representa 15.100 dólares para ese Estado. Si se pudieran tomar como referencia esas cifras, en el Ecuador, donde en 2018 hubo 4.664 lesionados en accidentes de motos, se habrían gastado casi 70 millones de dólares en su recuperación.
La cantidad de motocicletas en las calles sigue en aumento. Según el investigador José Celi, de la Pontificia Universidad Católica de Quito, el 46 por ciento las usa como herramienta de trabajo, para un 35 por ciento es su principal medio de transporte, 15 por ciento como medio alternativo y cuatro por ciento por hobby. Mientras no exista un claro reglamento de circulación de motocicletas en el país, este ruidoso enemigo seguirá generando dolorosos costos humanos y económicos.