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Nacional

Eve Crowley: “La primera prioridad de Ecuador debería ser la desnutrición crónica infantil”

Eve Crowley, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Ecuador, habla sobre la importancia de combatir la desnutrición infantil en Ecuador.

viernes, 24 febrero 2023 - 16:28
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Antes de la pandemia, Ecuador tenía el segundo índice más alto de desnutrición infantil de la región, solo superado por Guatemala. Con la pandemia esos indicadores se pueden haber disparado, pues la última encuesta se hizo en 2018 y determinó que el 27 por ciento de niños ecuatorianos sufren de este mal.

El Instituto de Estadísticas y Censos (Inec) prepara la nueva encuesta que se revelará en las próximas semanas. Eve Crowley, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Ecuador alerta que, si este problema no se resuelve, el país no podrá hablar de desarrollo e innovación, pues se está hipotecando el futuro de los niños.

Llama la atención también el hecho de que una dieta saludable en Ecuador cuesta 2,92 dólares, a la que el 21 por ciento de la población no puede acceder porque no le alcanza el dinero.

¿Por qué hay que poner atención a la desnutrición crónica infantil?

Una de las cosas que distingue a Ecuador es que es un país de ingreso medio alto. Sería distinto si fuese un país pobre como en África. El hecho de que haya niveles de desnutrición crónica infantil tan alto es un punto de preocupación mayor. Injustificable. De alguna forma, es producto de voluntad política. Sé que actualmente existe la voluntad política (el Inec está preparando una encuesta y el gobierno tiene un proyecto en el mediano plazo).

Los políticos y la gente están preocupados por otras urgencias: delincuencia, desempleo...

Quiero llamar la atención de la importancia, la urgencia de actuar. La primera prioridad que este país debería tener en este momento, aunque hay muchos otros problemas, es la desnutrición crónica infantil, porque es el resultado de una serie de problemas. El hecho de que los niños no crezcan en la forma en que deberían durante los primeros cinco años es el resultado, y no se puede revertirlo. Entonces, es sumamente importante la prevención y tratar de crear la institucionalidad y poner inversión necesaria que permitiría que no suceda más. Niños con desnutrición crónica infantil no pueden innovar, habrá una generación de la sociedad ecuatoriana que no van a poder contribuir al futuro.

En Inec prepara una encuesta especializada en este tema. ¿Es un buen comienzo?

Absolutamente. Sin datos no podemos decidir muchas cosas. Se necesita una línea de base actualizada. El diagnóstico es un primer paso, pero no podemos quedarnos en decirlo. Necesitamos acción, un compromiso de Estado por un período largo, 10 - 15 años, con una inversión mayor que permita eliminar este problema.

¿En qué se debe invertir?

La desnutrición infantil no solo tiene que ver con la alimentación. Se necesita garantizar la calidad del agua, sobre todo en zonas rurales que no hay acceso a este servicio. También el cuidado de la mamá durante el embarazo y después del parto. Uno de los temas importantes es la desigualdad. Si uno mira el índice de la desnutrición infantil en Ecuador, es de 23 por ciento de los niños no indígenas, pero en los niños indígenas es 39 por ciento. Hay temas de desigualdad muy importantes que afectan.

¿Cómo lo han logrado en otros países?

En Chile, por ejemplo, el programa de desayuno escolar fue fundamental, aunque no era lo único. Y sigue siendo una fuerza de protección social porque funcionó muy bien durante la pandemia y aseguró los alimentos, no solo para los niños sino para todas sus familias. Pero son importantes otros programas porque la desnutrición infantil crónica se desarrolla en los mil días de vida y son un período irreversible.

¿Cómo fue el caso chileno?

Una de las claves es que la importancia de este programa nunca decayó. Los gobiernos han sido de izquierda y derecha, pero la importancia de alimentar a los niños siempre ha sido una de las prioridades. La inversión que empezaron hace unas décadas sirvió, de hecho, creció. Al inicio fue establecido para asegurar la asistencia de los niños a la escuela, más que la alimentación en sí. También funcionó para que muchas niñas asistan a la escuela, en un contexto en el que había una diferencia importante porque las niñas se quedaban para los cuidados de la casa. Pero como había alimentos, finalmente, era más económico para las familias mandar a sus niñas a la escuela. Eso ayudó a la igualdad en la educación. También ayudó a las mujeres a poder entrar en la fuerza de trabajo porque ya no tenían que cuidar a sus hijos en la casa.

Aquí, en Ecuador pasa todo lo contrario. El programa de alimentación escolar no cumple su función. Los niños reciben una galleta y un jugo empaquetados que la mayoría lo bota a la basura.

Hay que asegurar la calidad. Si el alimento no es sabroso o es caducado, no lo van a comer. En Chile se contrató a los mejores chefs para hacer los alimentos más saludables y sabrosos. Si uno incluye la agricultura familiar campesina, los niños pueden sentir un orgullo de que lo que se están comiendo viene de sus padres, viene de su cultura. Estamos en un momento histórico en el que es importante no perder la cultura alimentaria, la gastronomía.

$!Eve Crowley: “La primera prioridad de Ecuador debería ser la desnutrición crónica infantil”

El Ministerio de Educación y la FAO ya iniciaron un programa piloto en Portoviejo, Manabí, para tener alimentos frescos para los estudiantes. ¿Cómo va?

Se basa en la calidad de los alimentos, frutos frescos, por ejemplo. Compras locales de agricultura familiar campesina que también son beneficio para dinamizar la economía local. Hay 43 mil estudiantes beneficiados, 69 familias productoras de agricultura familiar campesina y 95 establecimientos educativos. No hay una fórmula mágica, es un modelo que Ecuador debe definir por sí mismo, definir unos estándares básicos, mínimos, para aplicar en todo el territorio y dejar un espacio para que los municipios y territorios tengan posibilidad de flexibilizar una parte.

¿Hay que terminar con los alimentos procesados en la alimentación escolar?

Principalmente. Yo no puedo decir que terminar cien por ciento. Nunca se sabe. Por ejemplo, en zonas de altos problemas de desnutrición crónica, a veces un alimento proporciona las calorías básicas. Cuando en Somalia los niños se están muriendo de hambruna, hay alimentos prefabricados que permiten en zonas de refugiados comer cuando no hay nada más. Entonces, hay espacios también para alimentos procesados, pero normalmente debería ser en momentos de hambruna, y no como algo que comemos todos los días.

Otro problema: Ecuador es un país productor de alimentos, pero según la FAO hay un 21 por ciento de la población que no puede acceder a una dieta saludable que cuesta 2,92 dólares diarios.

En Ecuador hay los alimentos suficientes, pero no hay la capacidad de compra de una dieta saludable. ¿Cómo justificamos que en un país exportador de alimentos netos como es Ecuador las personas que lo necesitan no siempre tienen alimentos? Esto es en parte asociado con problemas de desigualdad, problemas de programas de protección social. Este país requiere un piso básico de protección social, que asegure que todos los niños, niñas, adultos tengan el mínimo para poder sobrevivir. Hay muchas formas de hacerlo, algunos países lo hacen a través de una forma de garantizar empleo mínimo para todas las personas. Hay altos índices de desempleo que fue algo que agudizó la pandemia. Donde hay desempleo, hay hambre.

¿Esto no dice que estamos yendo por mal camino?

Nos está diciendo que tenemos que tomar acciones para cerrar la brecha entre los productores y los consumidores, para que puedan los dos ganar. Donde los consumidores puedan acceder a precios más accesibles y donde los productores puedan vender a precios para ganar más. En el sistema de gran intermediación que es lo que pasa en sectores rurales, se pierde todo ese beneficio a través de los intermediarios. Hay otros problemas, a veces los supermercados prefieren botar los alimentos que ya no están tan frescos, en lugar de donarlos. Tenemos que asegurar la agricultura familiar campesina, para que tenga sus mercados.

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