Organizaciones exhortan al gobierno a declarar el estado de emergencia focalizado para combatir la desnutrición crónica infantil en la provincia de Chimborazo, donde la mitad de los niños menores de cinco años padece de este problema.
Ecuador tiene el segundo peor índice de desnutrición infantil crónica en la región: 23 por ciento. A pesar de la bonanza petrolera de la década anterior y de la reducción de la pobreza, el país no pudo mejorar la situación de los niños. Mientras en países como Colombia y Perú la desnutrición es inferior al 14 por ciento.
Esto se debe a políticas y programas mal aplicados porque este problema no solo depende de la ingesta de alimentos, sino de acceso al agua potable, al sistema de salud para controles y vacunas, el buen trato a los niños y educación de los padres. Por eso, las comunidades indígenas que, por ejemplo, todavía usan agua entubada para consumo doméstico son las más impactadas.
Un estudio realizado por el Instituto de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y el CEDIS, entre 2018 y 2019, reveló que los cinco cantones con mayor población indígena son precisamente los que tienen índices más altos de desnutrición infantil: Riobamba (51%), Guamote (55%), Alausí (57%), Colta (52%) y Guano (62%).
“La niñez de Chimborazo se encuentra enfrentando una suerte de muerte lenta que se manifiesta en poco desarrollo intelectual, físico y emocional, y enfermedades como: raquitismo, parasitosis, infecciones respiratorias agudas, afectaciones cardiacas diarreas permanentes, entre otras”.
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Así alerta una carta enviada al gobierno nacional por varias organizaciones e instituciones académicas como World Vision, PUCE, CEDIS, Pacto por la Niñez y la Adolescencia, Contrato Social por la Educación, que pide a las autoridades locales y nacionales la declaratoria de emergencia en esta provincia.
Si bien el gobierno ofreció desde la campaña un plan integral para la lucha contra la desnutrición denominado “Ecuador sin hambre”, estas organizaciones dicen que la voluntad política no es suficiente pues hace falta asignación de presupuestos y coordinación entre todas las instancias del Estado.
Además, si bien, se lanzó ya un programa para llevar un millón de vasos de leche a 12 mil niñas y niños a nivel nacional, gracias a una alianza entre el gobierno y la Asociación de Ganaderos, esto “no expresa el abordaje integral y urgente que debe darse al programa de la desnutrición crónica en el país”, dice la carta. Por todo esto, expresan que si no se toman acciones “Chimborazo no tiene futuro”.
Un informe del Programa Mundial de Alimentos reveló en 2017 que Ecuador pierde más de 2.500 millones de dólares cada año por este problema, pues los niños mal nutridos desarrollan enfermedades que representan gastos en salud, repiten los años escolares y, cuando son adultos tienen problemas para insertarse en el mercado laboral, ya que no desarrollan todas sus capacidades cognitivas.
Los expertos señalan que las consecuencias de la desnutrición no se ven inmediatamente, sino en unos 20 años. Si Ecuador tiene un índice del 23 por ciento, eso quiere decir que en 20 años tendrá a un cuarto improductiva o problemas de inserción. Más dramático será el problema en las comunidades indígenas donde actualmente uno de cada dos niños padece esta enfermedad y la crisis económica, originada por la pandemia, puede estar recrudeciendo esta realidad.