La crisis que vive Afganistán, luego de que los talibanes se tomaran el poder a la fuerza, es una realidad que no solo golpea a Medio Oriente, sus efectos llegan también a otros países y continentes, incluyendo Ecuador, en cuya capital habita una pequeña comunidad de afganos. A casi 15.000 kilómetros de distancia, estos ciudadanos afganos lidian con el dolor de la incertidumbre y el miedo ante las represiones a las que podrían estar sometidos sus familiares.
Rohullah Fayez, joven afgano de 22 años, llegó a Ecuador en el 2015 junto a su familia, tras recibir constantes amenazas de los talibanes. Este grupo radical ha tildado de "enemigos" a todos los funcionarios del Gobierno o personas aliadas a Estados Unidos. Su padre fue general del Ministerio del Interior, lo que con el avance talibán en la región, ponía en peligro a toda la familia.
Rohullah recuerda el calvario que vivían en Afganistán. Recibían llamadas amenazantes y lo molestaban a él y a sus hermanos al salir del colegio. Los talibanes les dieron dos opciones: unirse a ellos o esperar que algo malo les suceda.
La familia decidió migrar a un país lejano, pero a la vez cercano, pues en Ecuador ya vivían algunos de sus familiares, quienes les ayudarían a tramitar sus papeles.
El camino para llegar fue bastante largo, primero viajaron a India, luego tuvieron que pasar por los Emiratos Árabes Unidos, Brasil y finalmente Quito.
“Cuando una persona llega a un país tan lejano y desconocido es empezar una vida desde cero, hay que aprender el idioma, conocer la cultura, ver cómo es el proceso para conseguir un trabajo y seguir estudiando”, señala el joven afgano.
El idioma es precisamente el primer obstáculo que enfrentan los afganos al llegar a Ecuador, pues no existen profesores que hablen darí, uno de los idiomas oficiales de Afganistán. Fayez fue aprendiendo con la ayuda de sus familiares y en el colegio.
“También fue complicado el proceso de regularización porque aquí no tenemos embajadas o consulados”, comenta. Luego de terminar la secundaria Rohullah empezó a trabajar como traductor para algunas organizaciones internacionales con el objetivo de costearse sus estudios universitarios.
Actualmente, Fayez vive solo con sus dos hermanos menores, pues sus padres regresaron a Afganistán hace un par de años, por lo que la preocupación sobre lo que le podría pasar a su familia lo mantiene en vilo y con temor.
“Todos los días estoy hablando con ellos, gracias a Dios que no han cortado el internet. Mi padre no se encuentra en casa porque fue general entonces tiene miedo que le ocurra algo. Dicen que están bien, pero sí ha cambiado bastante”.
La familia de Rohullah Fayez no alcanzó a salir de Afganistán mientras Estados Unidos mantenía el control del aeropuerto de Kabul, por lo que viajar a otros países de manera aérea se ha vuelto casi imposible. Esta familia espera trasladarse a una nación cercana y desde allí tramitar sus documentos para llegar a Ecuador.
UNA CONEXIÓN INUSUAL PERO NO IMPOSIBLE
La historia reciente de Afganistán ha estado marcada por numerosos conflictos e invasiones de potencias militares extranjeras, provocando el desplazamiento forzado de millones de personas en las últimas décadas. De hecho, este país asiático es el tercero con más refugiados en el mundo, solo superado por Siria y Venezuela, según ACNUR.
El periodista Juan Martín Pastor desarrolló una investigación para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en el 2018, en ella explica que existen cuatro momentos importantes que propiciaron la migración de afganos:
Primero la invasión soviética entre 1978 y 1992, en esta época hubo gran cantidad de desplazados hacia Pakistán. Luego los muyahidines (quienes combaten en la "guerra santa") toman el poder entre 1992 y 1996. En esa época los refugiados se asentaron no solo en el vecino Pakistán, sino también en Irán y la India.
El tercer momento decisivo de la historia de ese país llega en 1994, cuando los talibanes instauraron el Emirato Islámico de Afganistán, pero los conflictos siguen entre ese grupo y los remanentes de los muyahidines hasta el 2001, lo que provoca más desplazamiento.
“Los países europeos empiezan a cerrar sus fronteras, ya no estaban dispuestos a admitir de forma masiva y paralelamente aparece Ecuador como un país que acababa de dolarizarse, lo que lo hace atractivo”, explicó Pastor en entrevista con Vistazo.
Ya para el 2001 ocurrió la invasión estadounidense, tras los ataques terroristas del 11 de septiembre a las Torres Gemelas en New York y el Pentágono. En esa época sucede el primer flujo migratorio de afganos a Ecuador.
Pastor indica que las personas que llegan al país entre el 2000 y 2003, se caracterizan por ser de clase media, media alta y gente que trabajaba en el ejército afgano, pero no necesariamente se quedaban.
“Ecuador en sí es un país de tránsito, no somos un receptor masivo de migrantes afganos”, menciona el investigador.
PRIMEROS AFGANOS EN ECUADOR
En los años 2000 es cuando los afganos en Ecuador se empiezan a insertar económicamente con restaurantes. Pero hubo una familia en especial que abrió uno de los primeros locales de shawarma en Quito.
“Al inicio empiezan con un negocio de comida afgana, pero la gente no se sentía tan interesada y cambian por los shawarma. Paralelamente, en Guayaquil otra población migrante de libaneses también comenzaba a vender estos platillos. Pero, los afganos son los pioneros de los negocios de shawarma en la zona de La Mariscal”, indica Juan Martín Pastor.
Se trata de la familia Bajarami, quizás una de las primeras en llegar a Ecuador. El patriarca, como explicó su hijo Yabar de 35 años, era comandante del ejército afgano, por lo que estaba constantemente asediado por los talibanes.
La familia conformada por siete hombres y dos mujeres empezó a asentarse en la capital ecuatoriana en el año 2000, vinieron de a poco.
“Llegué cuando tenía 16 años y no fue mi decisión venir acá, sino de mis padres, quienes tampoco sabían que veníamos a Ecuador, terminamos aquí”, señaló el afgano, quien recibió a Vistazo justamente en el edificio donde funcionaba el restaurante de comida afgana.
Inicialmente la familia tenía planes de viajar a Estados Unidos, pero luego de los atentados terroristas decidieron quedarse en Ecuador.
Para Yabar salir de Afganistán fue una salvación, pues recuerda con temor las represiones a las que eran sometidas las personas hace más de 20 años, cuando los talibanes gobernaban el país, y teme que esto vuelva a suceder.
“Una mujer no podía salir sola, tenía que estar en compañía de un miembro de la familia y debía estar tapada hasta la punta de los pies. Ahora los extremistas dicen que han cambiado, que las mujeres podrán ir a trabajar o estudiar, pero no lo creo”.
Actividades tan comunes como escuchar música eran castigadas: “ellos cantan pero poco, la mayoría de veces tienes que escuchar corán, si te encontraban escuchando alguna música que no es del agrado de ellos, destruían los casetes y después había un fuerte castigo”.
NEGOCIACIÓN DE IDENTIDAD
En el 2008, el Gobierno de Rafael Correa impulsó una política de ‘puertas abiertas’ con la que se eliminaron las visas de turismo a todas las personas que visiten el país. Esto hace que llegue el segundo proceso migratorio de afganos a Ecuador, que coincidía con el resurgimiento de las fuerzas talibanes en el país asiático.
Los afganos que llegan ya no vienen con las mismas capacidades del primer flujo de migrantes. Juan Martín Pastor explica que es una clase socioeconómica más baja y a su vez vienen de forma muy precaria.
“Ellos llegan como trabajadores a los restaurantes, no tanto como meseros porque a su vez existe un flujo de haitianos y venezolanos, lo que dificulta que consigan trabajo, pues es más fácil contratar a un mesero que entienda al cliente, a alguien que no sabe el idioma”.
Pero ese no es el único obstáculo que enfrentan, además del idioma, lidian con los estereotipos. Después de los atentados terroristas del 2001 el discurso internacional se tergiversa y tiende a relacionar -erróneamete- al islam con el terrorismo, y a lo árabe con lo musulmán, árabe = terrorismo.
Estos estereotipos aún persisten en la actualidad. Yabar Bajarami comenta que cuando salió la noticia de que el Gobierno ecuatoriano recibiría a 5 mil afganos, “revisé los comentarios de la gente y la mayoría eran negativos, decían por qué van a hacer esto, aquí vendrán terroristas”.
Pero como todo migrante, deben jugar con los estereotipos, la estrategia de los afganos en Ecuador, y especialmente en Quito, fue aprovecharse del imaginario de que eran “árabes”, esto estaba ligado al shawarma, por eso la familia Bajarami decidió abrir varios locales de este tipo de comida, que luego fueron cerrados.
Cabe recalcar que el shawarma es un plato tradicional de la gastronomía de Medio Oriente, cuyo origen se dio en el Imperio Otomano, lo que hoy es Turquía.
455 VISAS EN LA ÚLTIMA DÉCADA
Ecuador tiene experiencia en asistencia humanitaria para personas de ese país asíatico. Según datos de Cancillería, desde el 2012 hasta julio del 2021 se han otorgado 455 visas, en sus diversas categorías, a ciudadanos afganos.
De ellas, 265 corresponden a documentos para residencias temporales: actos de comercio, estudiantes, trabajo, turismo o protección internacional.
Mientras 148 pertenecen a la categoría de visitante temporal: turismo, refugio y apátrida.
Por su parte, el Ministerio de Gobierno contabiliza, desde 2017 hasta agosto de 2021, un movimiento de 142 afganos. En ese periodo, 63 arribaron y 79 salieron por el aeropuerto José Juaquín de Olmedo (Guayaquil) y el Mariscal Sucre (Quito). La mayoría de los que arribaron fueron hombres.
En cambio, la llegada de afganos por vía terrestre es drásticamente menor, del 2017 al 2019, se registraron tres. Por lo general, llegan desde Brasil.